dimarts, d’abril 05, 2016
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La realidad nos conduce. Hasta los creyentes, cuando no derivan a lo metafísico, y se esfuerzan por hacer una lectura tranquila de esa realidad que les permite organizar su implicación y protagonismo, así como su compromiso y aportación, hasta los creyentes-digo-han de sentirse conducidos por esa realidad.
Naturalmente, cada uno va a hacer su propia síntesis contando con la realidad que él mismo va a filtrar, según su historia personal, su identificación, su familia, su grupo social…circunstancias que no determinan absolutamente; pero que sí habrá que saber incorporar para intentar ir haciendo tal síntesis, la cada uno, claro.
Pero hay otro condicionamiento, parte ”englobante” e insustituible de la realidad: la Historia, con letra mayúscula. Ésta nos conduce. Es verdad que observamos grupos incluso poderosos que han disfrutado de privilegios abusivos, que consideraban legítimos, sólo porque tenían poder para imponerlos, generando con ello enormes privaciones en el resto de la –también- ciudadanía.