Martin, tus libros
están de rostro frente al sol.
El sol transforma las páginas
blancas de los libros
en triste amarillo seco,
cual almidón humedecido
no hay nadie que se aproxime a cubrirlos
con algún otro trozo de papel,
o los cambie de lugar
a otro rincón menos iluminado,
o baje las persianas
hasta una habitación oscura,
o simplemente los cierre,
y se pierdan tus páginas favoritas.
Dónde estarás Martin?,
ahora que tus libros y la luz,
ahora que las páginas de tus libros
fermentan la humedad bajo la luz,
fotosintetizan algun amarillo
sobre la celulosa seca y sobre la tinta
de las bellas ecuaciones
escritas sobre las páginas de tus libros.
Yo podría ir por ellos,
entrar en tu habitación y poner por fin remedio
decir: permiso
debo cubrir con algo estos libros
debo cambiarles de lugar, bajar las persianas,
cerras sus páginas abiertas.
Pero tú no me conoces
ni yo esta desesperación
por la luz y este amarillo,
ni estas gentes
me conocen, ni mi oficio.
Así simplemente sigo mis pasos
por este largo laberinto
me olvido de tu nombre escrito en la puerta,
me olvido de la luz, de su amarillo
y del intenso resplandor del sol
sobre las páginas de tus libros.
Reinaldo Reyes
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