“Hoy en día todo está muy mal”. Probablemente éstas fueron las primeras palabras pronunciadas por un homínido de ésos a los que les dio por articular frases. Una sentencia repetida hasta la saciedad desde entonces hasta hoy, y que continuará diciéndose ininterrumpidamente como un legado continuo durante generaciones...es posible, acaso, que sea la última frase que se oiga pronunciar a un humanoide. Porque nos encanta resaltar lo horrible que es todo ahora comparado con antes. De acuerdo que el Mundo es un asco, que hay hambres, guerras, reparto totalmente injusto de los bienes y los derechos, que donde naces define con prácticamente plena seguridad hasta dónde llegarás, independientemente de tu talento y tu talante, que hay fanáticos dispuestos a cualquier cosa por sus creencias (religiosas o pecuniarias), que los gobernantes de toda escala y región son totalmente ajenos a la voluntad e intereses de quienes los han elegido (o en el peor de los casos, a quienes han sido impuestos) y solo buscan su beneficio y el de “los suyos”, que hay piratas despiadados subidos en barcos y metidos en despachos, que los mismos controlan todo y solo piensan en tener más, que hay esclavitud de todas las modalidades imaginables...pero igual puede ser que las cosas no estuvieran precisamente mejor en el idealizado mundo romano o griego (esclavitud masiva, guerras continuas, tributos y abusos de todo tipo sobre los pueblos conquistados), ni por supuesto en la Edad Media (pestes, inquisiciones, cruzadas, más guerras), ni mejoró la cosa con la Revolución Industrial (la gente pasó de romperse la espalda en el campo del terrateniente a matarse en menos tiempo en la fábrica o la mina del industrial), ni con los prodigios del Siglo XX y sus dos guerras mundiales y cientos de guerras locales, genocidios, escuelas de las Américas, dictaduras y absolutismos de todo pelaje...que alguien me diga, por favor, cuándo hemos estado “bien”, o, al menos, considerablemente mejor a nivel mundial.
Las máquinas expendedoras, un flamante síntoma de progreso, aptas para la venta de cirios, comida de perros e incluso pizzas...
Por ir acotando al hoy y al Aquí, los abusos de todo tipo permanecen, ejercidos como es habitual por unos pocos (véase grandes empresarios, comisionistas, especuladores, representantes y agentes, presidentes de orfeones, etc., que siempre pueden agarrarse a la de que “el mérito no es tener las manos limpias, sino mantenerlas limpias cuando has podido coger alguna comisión de unos cuantos miles de euros”) contra muchos, los de siempre, la mayoría; currelas y paisanaje en general, con los sempiternos colaboracionistas, parásitos y explotadores de pequeña escala infiltrados en este gran grupo. Un grupo que una vez tuvo ideales, conciencia y medios para cambiar las cosas, y que ha ido perdiendo progresivamente, o quizá las haya ido olvidando a medida que iba teniendo algo (generalmente, cosas) que perder. Y es que la opción de la rebelión es menos plausible que nunca, de eso ya se han encargado con la domesticación de la raza mediante la necesidad de tener ingresos suficientes como para poder mantener el ritmo de consumo (endeudándonos lo que toque) y no salirnos de la sociedad (¿o saciedad?). Y parece que el proceso de domesticación no ha hecho más que comenzar, a la vista de los grandes avances que tendremos que incluir todos en nuestros hogares para no ser los parias más indeseables, como por ejemplo los grifos automáticos, persianas eléctricas, secadores de manos de infrarrojos, comida prefabricada, puertas automáticas, contestadores automáticos, cocinas inteligentes, máquinas expendedoras, frigoríficos que hacen la compra por internet, portátiles para cada niño de primaria, mini-portátiles para aquellos que tuvieran alguna excusa para separarse de su portátil normal alegando pesos y dimensiones; todo parece indicar que la idea es que la gente utilice cada vez menos las manos, y que posteriormente vayan dejando de utilizar la cabeza, mientras se relacionan lo mínimo...
Se podría decir que hoy tenemos la capacidad de conocer lo que está pasando, y que internet es el gran medio de rebelión (cuyo acceso controlan por cierto unas pocas megaempresas), donde se comunican al instante y a nivel global muchas de las injusticias (al menos, lo comunican los que tienen medios para tener Internet) que se puedan producir, pudiendo documentar la información con texto, imágenes, audio y video con relativa facilidad. Hay quien sabe aprovechar las muchas iniciativas y procesos que van surgiendo en este proceso, prensa no alineada, blogs, plataformas sociales, etc, aunque no es precisamente éste el uso prioritario de internet...casualmente, o quizá no, hay un solapamiento entre el momento de mayor facilidades de acceso a la información de la Historia con una falta de inquietud no menos enorme y creciente. Y es que internet, de hecho, se está convertido en una herramienta más de domesticación, con una amplia franja de la población (es posible que esta franja se vaya ampliando durante los próximos años) relacionándose predominantemente mediante redes sociales virtuales en las que hablas o intercambias mensajes con gente con la que en otros tiempos te habrías juntado. Por supuesto que estas redes son una gran herramienta de comunicación con gente que vive lejos, pero la mayor parte de usuarios de estos inventos se relacionan fundamentalmente con amigos de la misma ciudad o pueblo, y con compañeros de clase...Por otro lado, internet permite continuar realizando compras para seguir alimentando la rueda sin tener que salir a la hostil calle a hablar con desconocidos para completar cualquier transacción...
No se pueden acabar estas escépticas observaciones (no se interpreten como un canto en contra de internet o de las tecnologías modernas) sin citar las que son probablemente dos de las armas más efectivas, a tenor de las inversiones siempre crecientes y auges imparables, y a las tentaciones de las cuales el que suscribe no escapa: los espectáculos deportivos y los videojuegos. Los primeros cuentan con coberturas cada vez más amplias, podemos saber al instante el marcador actual de cualquier partido de cualquier liga de casi cualquier deporte, aunque la cosa se vaya concentrando en algunos muy concretos; el tema de las apuestas deportivas es un fenómeno de creciente trascendencia y que ha acabado de cerrar el círculo del negocio deportivo; se calcula que en 2008 el negocio de las apuestas deportivas por internet superó los 16.500 millones de dólares a nivel mundial. En el caso de los videojuegos, parece que han conseguido cruzar la última frontera y atraer incluso a generaciones o grandes grupos que hace años se les habrían escapado (o de hecho se les escaparon), con formatos más sencillos e intuitivos, como por ejemplo esa videoconsola con la que puedes hacer ejercicio; de paso, esta industria mueve 11.500 millones de dólares a nivel mundial en 2008... Todo vale con tal de tener a la gente con la mente ocupada en cuestiones que no les afectan de primera mano pero que entretienen...y esa mágica palabra es la que mueve actualmente la sociedad occidental...
Quién sabe a dónde nos llevará esta estabulación de la sociedad; desde aquí solo se quería enviar un grito quizá algo apocalíptico respecto a fenómenos que vemos cada día...quizá tenga aquí aplicación el tema del Universo Pulsante y la acción-reacción, y posiblemente las futuras generaciones no quieran ni oír hablar de aparatos electrónicos y prefieran dedicar sus esfuerzos a tareas hoy en desuso...
La cita:
“El derrumbe de nuestro tiempo suscita dos actitudes opuestas (…); acción o contemplación, existencia o esencia. Y es probable que en ambos casos actúe la misma y misteriosa fuerza, que busca el orden en medio del furioso caos; pues el hombre tiende siempre, quizá por pavor cósmico, a la búsqueda de un orden, ya sea instaurando la ciencia, la religión, el estado, las artes, los sistemas filosóficos o la policía.”
Ernesto Sabato, Heterodoxia (1953)
La anécdota de ascensor:
Pues sí, la Cochinchina (o conchichina) existe, y corresponde a la parte sur de Vietnam.
El enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=Sk-3CGlSrh4
El observador