Me consta que hay psicólogos que están haciendo su agosto. Con esto de la crisis no les falta trabajo. Pero les está saliendo competencia. Sin ir más lejos, los que nos dedicamos a esto de la gestión de activos estos días parecemos más psicólogos que otra cosa: los clientes nos vienen hechos un flan en busca de consuelo. Solo nos falta recetar ansiolíticos. Los últimos en aportar su granito de arena a los ya de por sí elevados niveles de estrés de la población han sido Jeroen Dijsselbloem y su Eurogrupo. Con el caso de Chipre, el Eurogrupo nos ha recordado lo fácil que es perder los ahorros. Nos han recordado con torpeza que los depositantes somos meros acreedores de los bancos, y que solo si nos portamos bien, respetarán la promesa de los 100.000 €, desatando así el pánico entre los ahorradores españoles.
Nassim N. Taleb, el conocido ensayista y trader libanés, critica en su último libro la fragilidad de las sociedades modernas. Viene a decir que la evolución humana, igual que la de todos los sistemas naturales, ha sido y es posible gracias a la volatilidad, al caos y a la incertidumbre. Y sin embargo, parece que nuestras acciones han ido encaminadas a privarnos de ese necesario desorden. Mediante la intervención, a menudo bienintencionada, en la vida política, la economía, la salud, la educación y en todas las esferas de la vida pública acabamos por fragilizarnos y debilitarnos. Esa es la tragedia de la vida moderna, alega el autor: como sucede con los padres patológicamente sobreprotectores, los que pretenden ayudarte son los que más te acaban lastimando.
A muchos de los españoles que han dedicado treinta o cuarenta años de sus vidas a trabajar para la misma empresa y se ven ahora de patitas en la calle se les han entumecido los músculos y los hábitos. Estos cincuentones se percatan ahora de que, por muy diligentes que fuesen durante todos aquellos años, pocas más funciones son capaces desempeñar. Para los escasos empleos que están a su alcance, hoy tienen que competir con ávidos veinteañeros por un puñado de euros. Estos cincuentones también llevan décadas años fragilizándose.
La infinidad de visitas, llamadas y correos que estos días reciben los asesores financieros por parte de atemorizados clientes a raíz de los acontecimientos chipriotas son sin duda fruto de esta fragilidad que padecemos. Nos ha dejado consternados descubrir que, además de perder el empleo y la casa, también nos podemos ver desprovistos de gran parte de nuestros ahorros mediante preferentes o quitas bancarias impuestas por propios y extraños. Nuestra fragilidad tanto a nivel colectivo como individual deriva seguramente de habernos negado a imaginarnos lo inimaginable. De haber tenido un poco de imaginación, igual no hubiésemos asumido unos riesgos tan asimétricos.
Pero Taleb también ha acuñado un término para referirse a un fascinante concepto: lo contrario de frágil. El término en cuestión da título a su último libro:Antifragile. Antifrágil no es meramente lo resistente y robusto ante la adversidad, sino que se refiere a todo aquello que prospera y florece en medio del caos y el estrés, como la raza humana. El problema surge cuando dentro de una misma sociedad unos prosperan y florecen a costa de la fragilidad de los demás. En el pasado, la gente de cierto rango y estatus eran quienes asumían riesgos en busca del beneficio propio. Los héroes, por otro lado, eran aquellos que asumían riesgos en beneficio del prójimo. Ahora, siempre según Taleb, nos encontramos con una casta de “héroes inversos”: banqueros y burócratas que, sin jugarse nada, se aprovechan del sistema mientras los ciudadanos pagan el precio. Taleb sentencia: En ningún otro momento de la historia ha habido tanta gente que personalmente no arriesga nada ejerciendo tanto poder. ¡Brutal!
Lo curioso del caso es que con tanto desposeído, desempleado, desahuciado y tanta desesperación no hayan surgido en Celtiberia más movimientos populistas, como el del cómico italiano Beppe Grillo, o incluso el del inglés Nigel Farage, el líder de UKIP (el partido por la independencia que ha subido como la espuma de una pinta tibia en unas recientes elecciones a un escaño del parlamento británico). A pesar del populismo y la xenofobia que le caracteriza, Farage también gana adeptos a capazos cuando embiste contra esos héroes inversos del Parlamento europeo y de la UE. “¿Quién coño se han creído Uds. que son?”, les espetó cuando los comisarios europeos trataron de impedir que se celebrasen elecciones en Irlanda. En sus intervenciones parlamentarias, Farage acostumbra a echarles en cara que a pesar de su falta de legitimidad democrática sean ellos, los altos cargos europeos y la Troika, los que de verdad gobiernan en el protectorado griego con mano de hierro, haciendo añicos cualquier atisbo de democracia helena. Tanto los aprendices de populista como los interesados en el futuro político de la Unión Europea, harían bien en tomar buena nota de los argumentos y oratoria de este convincente y peligroso inglés de verbo soez. Y es que vista la fragilidad del sistema financiero y político, no sería de extrañar que en breve volviéramos a ese necesario estado de caos y desorden que tanto anhelaba Taleb.
Feliz mes de abril,
Óscar Ramírez
Fantástico artículo! Parece que desde que el mítico aforismo "el ladrillo siempre sube" ya no cuela, la gente se ha quedado sin referencias...
ResponEliminaSolo un apunte, sobre la reducción de Beppe Grillo a "populista"...hace tiempo me llegó un interesante artículo al respecto, para reflexionar sobre un personaje que dice más de lo que cuenta...
http://www.eldiario.es/zonacritica/Beppe-Grillo-no-lider-Italia-diferente_6_104699540.html
Con Nigel Farage me pasa que no podría estar más en desacuerdo con lo que piensa pero por algún motivo me encanta cómo lo dice...