Cuaderno de notas aleatorias sobre Japón (I) – Historia y primeras sensaciones

Japón, un sitio irresumible. Un país que es todo lo complejo que puede ser una área con más de 130 millones de habitantes y unos cuantos milenios de historia. Un sitio de culto (en algunos casos, El Sitio) para los amantes de la animación, los videojuegos, la electrónica, la vida ultraurbana, la arquitectura e ingeniería de vanguardia; pero, curiosamente, también para los aficionados a la contemplación, la meditación zen, las artes marciales, los templos y santuarios, los bonsáis, el arte floral…no nos rebajaremos a mencionar siquiera la palabra “contrastes”. Aun así se puede intentar la burdísima simplificación de resumirlo en una frase: es, ante todo, un país Bien Hecho.

Hacia el año 1870 el país abandonó un sistema económico y político puramente autárquico y feudal (es decir, que las corrientes científicas y racionales llegaron unos 100 años después que a Europa y Norteamérica), pasando a convertirse, en unos 60 años (durante los cuales tuvieron tiempo de ganar una guerra a Rusia, invadir parte de China y Corea y reconstruir Tokio tras un terremoto que la redujo a escombros en 1923) en una potencia mundial que pudo haber cambiado el resultado de la Segunda Guerra Mundial. Una Guerra que terminó en su territorio, con la destrucción completa de todas las ciudades con un mínimo de producción industrial, la volatilización del centro de Hiroshima y Nagasaki y con la pérdida para el país de una gran parte del territorio (todo lo conquistado en Asia continental además de los archipiélagos de Okinawa y las Kuriles). Dificultades éstas que no impidieron que en los años 70 (treinta años después) Japón se convirtiera en la segunda economía mundial. No está nada mal para un país geográficamente aislado, sin petróleo ni minerales de interés, en el que se registran más de 1000 terremotos anuales, y cuya superficie apta para asentamientos humanos o cultivos es más o menos el doble que la superficie de Andalucía.


¿Qué hizo esta gente para rehacerse y salir adelante de una manera tan espectacular? Básicamente hubo tres claves (además de los recursos humanos y técnicos que pudieron saquear en Corea y China en los años del colonialismo):

- adoptar, adaptar y mejorar la mejor tecnología extranjera (conocimiento).
- el trabajo duro y constante de una población meticulosa y perfeccionista, donde el trabajo se hace sin que nadie se plantee que pudiera hacerse “regular” o “tarde”.
- el respeto al prójimo, tan cultivado como para crear una conciencia del interés general y del esfuerzo personal encaminado al bien común.

Inciso innecesario: si nuestra sociedad tuviera alguna de estas cualidades igual la cosa no pintaría tan mal en estos momentos...


Y desde los años 70, ¿qué? Básicamente, y hasta 1990, seguir creciendo hasta, eso sí, ver cómo su economía se estancaba entonces, tras el estallido de una burbuja inmobiliaria que arruinó a unos pocos bancos y a unos cuantos millones de personas. Por supuesto, nadie creyó (al menos de la gente que pudo haber hecho algo) que eso mismo pudiera llegar a pasar Aquí en 2008. En cualquier caso, su economía vuelve a crecer…


La primera impresión del viajero europeo que aterriza en una ciudad japonesa es enormemente contradictoria: absolutamente todo es diferente, pero a la vez, claramente parecido…aun así hay algo que decepciona, y es una extraña sensación de decepción: algo falla, hay desorden, caos, algo no encaja. Pero no es la suciedad, ya que todo está limpísimo, no hay un solo papel o colilla en la calle (donde, además, suele estar prohibido fumar). No hay tampoco demasiado ruido si se tiene en cuenta el enorme tráfico, los coches no pitan y las motos tienen el tubo de escape en perfecto estado; afortunadamente tampoco hay quads. La gente tampoco habla a voces, así que tampoco es eso…hay quien se da cuenta antes de haber llegado a buscar tanto, y es que lo que falla y sorprende es la curiosa disposición de elementos urbanos: todos los cables de las ciudades (que no son precisamente pocos) están a la vista, en vez de estar dentro de los edificios o bajo las aceras. El otro elemento extraño es algo más sutil: los edificios no forman un continuo, sino que están separados por unos 30-40 cm entre sí. ¿A qué se deben estas chapuzas, esta degradación del paisaje urbano, este derroche de dinero, que lleva a tener que construir el doble de paredes laterales? Simplemente al factor que más condiciona la construcción en Japón: los terremotos. El cableado a la vista es sencillo de reponer y de aislar, mientras que los edificios son mucho más estables cuando pueden vibrar libremente y de manera individual…por tanto, lo que parece chapucería es, de hecho, la solución menos mala, que sacrifica lo estético por lo seguro.

Continuará el próximo mes, con un breve repaso de la sociedad actual japonesa, si es que se puede explicar en este breve formato…

Inciso innecesario (II): no se garantiza que, en adelante, esta sección no siga plagada de capítulos divididos en numerosas entregas, estirando el tema hasta agotarlo, a falta de mejores ideas. Este anuncio / amenaza pública es una licencia que nos tomaremos para celebrar los cuatro años de Observaciones, a falta de ideas más brillantes…



Este mes se ha reducido el tema principal de la sección, ya que no se quería dejar pasar la oportunidad de hacer un humilde homenaje a un tipo único, uno de los pocos diputados que han merecido ese cargo. Por supuesto, José Antonio Labordeta. Para los despistados que no lo conocieran, y para los despistadísimos que no hayan visto las noticias últimamente, este profesor aragonés se hizo popular como cantautor combativo en los últimos años del franquismo, además de publicar unos cuantos libros en verso y prosa… También se le recordará por una serie de finales de los 90 llamada “Un país en la mochila”, en la que visitaba numerosos pueblitos de las españas, explicando usos y costumbres de la zona, hablando con los paisanos, etc; todo ello sin pasar precisamente hambre, lo que le valió no pocas bromas. El caso es que creó un programa ciertamente extraño e irrepetible, absolutamente inprogramable en una época de lucha sin cuartel por las audiencias. Sin embargo, la popularidad a nivel nacional le llegó como Diputado (2000-2008); quizá era el único que estaba en el Congreso sin nada que perder, era un liberado, uno de los pocos que desentonaba (escribió un libro al respecto llamado “Un beduino en el Congreso”). Más allá de los momentos más escandalosos y polémicos, se recuerda con cariño un vídeo en el que explicaba cómo le costaba seguir los discursos del resto de diputados por el lenguaje opaco y visiblemente rebuscado que utilizaban (según él, el problema es que casi todos habían estudiado Derecho, una carrera que él no terminó por cambiarse a Filosofía y Letras). Él siempre habló alto, directo y llano, ya que no hablaba para los otros diputados sino para la Sociedad; no pensaba (o no le hacía falta pensar) en las consecuencias de sus palabras, y quizá por eso decía la verdad...

Un personaje ciertamente irrepetible. Buen viaje, abuelo…


El observador


La cita:
“También será posible que esa hermosa mañana ni tú, ni yo, ni el otro la lleguemos a ver; pero habrá que forzarla para que pueda ser.
Que sea como un viento que arranque los matojos surgiendo la verdad,
y limpie los caminos de siglos de destrozos contra la libertad”
José Antonio Labordeta; "Canto a la Libertad"

La anécdota de ascensor:
http://www.youtube.com/watch?v=QsGp1BVR4Dg&feature=related

El enlace:
http://www.youtube.com/watch?v=kR31P21HDMM&feature=related

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1 comentari :

  1. Esperarem amb ànsies la II la III i la IV i les que facin falta !
    Molt interessant, però se'ns ha fet curt.

    Perquè l'estil Labordeta no ha fet escola entre els polítics ?

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