Mi equipo es el Real Valladolid, y después, todos los equipos de Castilla y León, y el Sporting de Gijón. Pero este año, he de decir que, después de años en los que el Barça no me era excesivamente simpático como cualquier otro club poderoso, ha habido una persona que me ha hecho un poco blaugrana. Y esta persona ha sido el gran Pep.
Por ello, desde aquí, mientras está sentado el su banquillo del Camp Nou dirigiendo su último partido de la temporada en su campo, escribo estas líneas de reconocimiento, aplauso y humilde homenaje.
¿Y por qué me gusta Pep?. Pues no por sus innumerables títulos, ni por el estilo de juego que logró infundir a su equipo, sino por que ha logrado convertirse en un ejemplo de actitud.
No creo que haya sido siempre lo correcto que hubiera tenido que ser, e incluso me atrevo a decir que en realidad se ha comportado como tiene que comportarse cualquier personaje público, pero lo cierto es que su actitud a lo largo de los años se ha identificado con aquella que tiene que tener cualquier entrenador de un equipo de primera y que no debería ser noticia que un entrenador brillara por su “fair play”.
Ha logrado formar un equipo principalmente con gente de la cantera, ha defendido a los jugadores jóvenes en todo momento (como hace pocas semanas hizo con Tello), ha afeado conductas que no ayudan a la deportividad (como el baile que hicieron Tiago y Alves en el 5º gol contra el Rayo), no ha hablado demasiado de los árbitros… En mi opinión, su mérito es el haber sido como cualquiera tiene que ser, pero, visto que la mayoría de los entrenadores no han sido así… por ello, ¡hasta siempre Pep, el mejor entrenador que ha podido tener un club, que él, ha sido de verdad “más que un club”!
Y a los demás, vaya desde aquí esta humildísima reflexión. Un deportista de élite es un personaje público, un héroe para la sociedad, un espejo para los niños. Por eso, no tiene que ser bueno, sino también parecerlo. Y las autoridades deportivas deberían ser conscientes de ello y no permitir en ningún momento trampas, insultos, provocaciones,… La Liga de Fútbol Profesional no tiene por labor únicamente poner el horario de los partidos o asignar los árbitros, sino que tiene como cometido hacer velar por la pureza del fútbol, conseguir que el deporte se considere un valor, lograr que un padre lleve a su hijo al fútbol convencido de que le va a mostrar un combate entre deportistas y no entre tramposos y facinerosos.
Por haberme devuelto un poco a la convicción de que el fútbol puede ser un deporte noble como otros deportes minoritarios como el rugby, gracias Pep.
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