El Titanic se hundió la noche del 14 al 15 de abril de 1912 en medio del océano Atlántico. |
Poco antes de la una de la mañana del 15 de abril de 1912 los primeros botes salvavidas del Titanic fueron bajados al mar. Los pasajeros que los ocupaban fueron los más afortunados. Pero entonces, en aquel momento, no todos ellos sintieron una sensación de alivio.
Por el contrario, en los primeros minutos después de la colisión con el iceberg, muchos pasajeros se mostraron reacios a abandonar el "insumergible" Titanic para subir a bordo de embarcaciones pequeñas y frágiles en medio del océano. "¿A dónde vamos con estos barquitos?" "¿Cómo podremos salvarnos?". Estaba todo oscuro, hacía mucho frío y la tierra firme quedaba aproximadamente a 400 millas de distancia. Gran parte de los 710 sobrevivientes del Titanic sin duda se habrán hecho estas angustiosos preguntas, mientras iban a la deriva en frágiles embarcaciones en la oscuridad de aquella terrible y fría noche en la mitad del Atlántico.
Sin embargo, como una aparición milagrosa, mientras la primera luz del amanecer empezaba a iluminar el horizonte, alrededor de las 4 de la mañana, llegó la salvación. Y llegó también y principalmente gracias a un hombre llamado Guglielmo Marconi.
Guglielmo Marconi |
La composición de la familia no era la única "rareza" de la infancia y la adolescencia de Guglielmo. Por deseos de la madre el hijo nunca atendió una escuela regular y nunca obtuvo ningún diploma o título universitario. Algunos profesores daban clases particulares a aquel niño solitario que se interesaba mucho por la física y sobre todo, por el electromagnetismo.
En el pueblo de Sasso, Marconi era considerado un personaje "raro": hablaba inglés mejor que el italiano y en vez de dedicarse a los pasatiempos normales de los otros chicos, pasaba sus días encerrado en casa entre cables, productos químicos e instrumentos extraños. Para satisfacer la pasión del hijo, su madre, convirtió la ultima planta de la casa (“Villa Grifone” en Sasso) en una gran "sala de juegos" que cada día tomaba mas las formas de un verdadero laboratorio.
La ventana de su laboratorio, en el último piso en Villa Griffone en Sasso Marconi (BO), desde donde Marconi envió la primera señal de radio en 1895. |
El siglo XIX fue una época muy especial para la física y, sobre todo, para el electromagnetismo. En 1864, el físico teórico británico Maxwell desarrolló su teoría del campo electromagnético, según la cual la electricidad y el magnetismo son diferentes manifestaciones de la misma entidad física: la radiación electromagnética, que se propaga como una onda en el espacio a la velocidad de la luz. La misma luz visible no es más que una onda electromagnética con una longitud de onda particular. Maxwell sacó también algunas (ahora famosas) ecuaciones que aparecieron a los ojos de muchos físicos de la época como la última pieza de la racionalización matemática de cada fenómeno natural. Son estos los temas sobre los cuales, el joven y curiosísimo Marconi se informa en todas las revistas de divulgación científica que consigue encontrar.
Pocos años después de las ecuaciones de Maxwell, el físico alemán Heinrich Hertz demostró experimentalmente su validez, y hasta fue capaz de desarrollar un procedimiento para generar y recibir ondas electromagnéticas. Hertz, sin embargo, es un físico de laboratorio, cuya intención era demostrar que el "maestro" Maxwell estaba en lo cierto. No forma parte de sus intereses ni metas extender al campo de las aplicaciones los resultados de sus experimentos. Cuando se le preguntó si creía que “sus ondas" podían tener alguna aplicación, respondió: "Yo diría ninguna…".
Mientras tanto, Marconi continúa jugando con sus extraños instrumentos para tratar de entender como funcionan las misteriosas “ondas de Hertz” y su madre, quien algunas veces era despertada en medio de la noche para atender a los extraños experimentos, entiende que su hijo no es un loco y le pone en contacto con el prestigioso físico boloñese Augusto Righi, quien permite que Marconi, a pesar de no ser un estudiante universitario, frecuente su laboratorio donde se estudian las "ondas de Hertz". En este entorno Marconi desarrolló su idea, o como el mismo declaró, "su visión clara y segura": utilizar las ondas de Hertz para transmitir señales de un lugar a otro, o sea, comunicar información sin necesidad de cables.
La idea estaba en el aire, no era algo tan difícil de concebir. Sin embargo, ningún físico se la había realmente planteado o creía que fuera efectivamente factible. Por una razón muy simple y lógica: las ondas electromagnéticas se propagan en línea recta y por eso era imposible que pudieran superar obstáculos como montañas o colinas: hacer que una onda llegara desde Barcelona a Solsona era poco probable en la práctica. Además las ondas no podía llegar muy lejos debido a la curvatura de la Tierra: el transmisor y el receptor tenían que "verse" y esto restringía severamente la distancia de la posible comunicación. Ya existía el telégrafo (con cables), que funcionaba de maravilla, las ondas no tenían ningún valor añadido. Los cables del telégrafo sí que podían superar cualquier obstáculo, incluso acababan de ser colocados en el fondo del Océano Atlántico y ya era posible comunicar instantáneamente entre Londres y Nueva York. Pero Marconi había tenido una visión...
Marconi no tiene la mentalidad de un investigador académico: es más un inventor que un científico, un pionero autodidacta, un explorador de lo desconocido que confía en sus instintos, y sobre todo en su terquedad. Así, en 1895, gracias a sus extraordinarias habilidades técnicas y prácticas, y un método empírico de "trial and error", Marconi logra transmitir y recibir señales a una distancia de varios kilómetros con ondas electromagnéticas de baja frecuencia (y por lo tanto con alta longitud de onda). Pero lo más sorprendente es que las ondas pueden superar una pequeña colina en frente de su casa. La visión se ha convertido en realidad. A pesar de los libros de la física y de que muchos científicos de la época argumenten que lo que ha conseguido no es posible, Marconi logra enviar y recibir señales inalámbricas.
El sentido práctico de Marconi no se detiene aquí: de hecho, entiende de inmediato el enorme potencial de lo que tiene en sus manos. Por eso, deja la adormecida Italia y se marcha a Inglaterra porque es allí donde "suceden las cosas" y es allí, en el corazón de un imperio, en ese momento todavía ilimitado, que puede haber alguien interesado en sus aplicaciones: ¿quien más que los británicos necesitan comunicarse con ciudades y territorios distantes?
En Londres, funda su propia compañía (la "Marconi Wireless Telegraph Company") y deposita una patente muy precisa, inatacable y muy ambiciosa que ya vislumbra las posibilidades de comunicación en distancias continentales. También hacía demostraciones publicas para dar a conocer su revolucionario y sorprendente "telégrafo inalámbrico". Sí, porque aunque normalmente (y correctamente) se diga que "Marconi inventó la radio," en realidad, durante un par de décadas, con el aparato de Marconi no se podía transmitir ni la voz, ni música, sino solo señales Morse que antes se transmitían solo por el telégrafo normal (con cables). Fue solo después de muchos años que la invención de Marconi se convertiría en la radio tal y como la conocemos hoy en día. La revolución de Marconi en cambio, está en aquel "inalámbrico”: por primera vez las comunicaciones podían prescindir de la materialidad de un cable que conecte el transmisor y el receptor.
Hoy en día este tipo de comunicación nos parece absolutamente normal, tenemos una experiencia cotidiana continua, pero en aquel momento, la invención de Marconi causó gran sensación. Cuando en 1901 consiguió transmitir una señal a través del Océano Atlántico (a pesar de la curvatura de la Tierra y el escepticismo de la comunidad científica), Marconi se convirtió en una autentica celebridad mundial. Su "telegrafía inalámbrica" comenzó a ser utilizada no sólo para la comunicación, sino también para actuaciones insólitas como encender las luces de la Estatua de la Libertad a distancia o las del ayuntamiento de Sydney desde un buque anclado en Génova (Italia). En 1909 Marconi también ganó el Premio Nobel de física, aunque, como él mismo reconoció, sus habilidades eran principalmente prácticas y no estrictamente científicas.
Una idea de lo fuerte que fue el impacto de los inventos de Marconi está en el lenguaje: la palabra "antena" fue introducida por Marconi en las telecomunicaciones. Hasta entonces el término “antena” (en italiano, en castellano "entena") era sólo el palo transversal al mástil que soporta las velas de los barcos (vela latina, por ejemplo). Marconi (cuyo padre quería para él una carrera en la marina) observó que, colgando uno de sus equipos en lo alto de un palo, las señales transmitidas (y recibidas) podían cubrir distancias mayores, y pensó en llamar a ese polo "antena" porque le recordaba las entenas de un barco. El operador asignado a las comunicaciones de radio a bordo de buques o aeronaves se dice en italiano "marconista" por Marconi. Durante mucho tiempo los mensajes transmitidos por el aparato de Marconi se llamaban "marconigramas" y las estaciones de comunicaciones “estaciones Marconi".
Pero, ¿cómo era posible que "las ondas de Marconi" pudieran (y pueden) viajar tan lejos y sobrepasar montañas? La respuesta está en la ionosfera. La ionosfera es la capa más alta de la atmósfera constituida por gases cuyos átomos son ionizados, es decir, cargados por la radiación solar. El punto crucial es que la ionosfera es capaz de reflejar las ondas electromagnéticas que, a pesar de viajar en línea recta, "rebotan" una o más veces entre la ionosfera y la superficie de la Tierra logrando cubrir grandes distancias (hoy en día para tener una señal más estable y amplificada, las ondas se hacen "rebotar" en los satélites). La ionosfera era desconocida en la época de Marconi y es por eso que nadie podía explicar o predecir el comportamiento de las ondas... la práctica llegó antes de la teoría.
Las ondas de radio se mueven en línea recta, pero son capaces de recorrer grandes distancias ya que rebotan en la ionosfera. |
En otras palabras, si Marconi hubiese estudiado cuidadosamente los libros de física y hubiese creído ciegamente en lo que estaba escrito, nunca habría creído posible lo que luego realizó. En este sentido, la figura y el camino de Marconi se acercan a un personaje como Cristóbal Colón. También Colón había “hecho mal los cálculos" (las Indias quedan mucho más lejos de Europa de lo que creía), pero Marconi y Colón eran muy buenos en hacer lo que hacían (navegar y convencer a prestamistas el genovés; manejar equipos eléctricos el boloñés) y ambos fueron guiados por una férrea determinación que desembocaba en obsesión. Además ambos habían "visto" su objetivo logrado, en sus ojos ya había una visión clara de dónde querían llegar: se trataba "solo" de hacerlo una realidad. A pesar de lo que dijeran los libros, los científicos y el sentido común.
Marconi incluso "vio" dónde y cómo su invento podía tener futuro. Su "telégrafo inalámbrico", tenia que resultar superior y alternativo al tradicional telégrafo “con cables". Y el contexto en que esto podía ocurrir era donde los cables no podían llegar… o sea… en el mar.
Hasta entonces, los barcos en alta mar quedaban completamente aislados: no había forma, a parte de la visual, de comunicarse con la tierra firme o con otros barcos. Sin embargo, desde principios del siglo XX los buques, especialmente los que navegaban entre Europa y América, comenzaron a dotarse de un aparato Marconi "wireless" para sus comunicaciones.
Cuando zarpó de Southampton, el 10 de abril de 1912, también el Titanic llevaba a bordo su "estación Marconi" con dos "marconistas". La telegrafía inalámbrica se utilizaba para comunicar la ruta, los peligros, las condiciones meteorológicas, etc., sin embargo, su importancia esencial para la seguridad en el mar, se hizo evidente sólo después de la tragedia del Titanic, algo análogo a la cantidad de botes salvavidas que se deben llevar a bordo para rescatar a todos los pasajeros. Después de la tragedia del Titanic, los barcos fueron obligados a llevar un aparato "wireless" (y luego radio) encendido durante las 24 horas del día. Hoy en día la norma sigue en vigor. La misma señal de SOS (una simple secuencia de señales Morse: tres puntos, tres líneas, tres puntos) era una señal de socorro poco conocida hasta entonces y comenzó a hacerse popular solo después del hundimiento del Titanic, gracias al cual se hizo famosa.
Los dos marconistas del Titanic:Jack Phillips (a la izquierda, 25 años) y Harold Bride (a la derecha, 21 años). Bride logró salvarse, pero Phillips no encontró ninguna chalupa y murió congelado. |
Es suficiente pensar que los dos "marconistas" del Titanic no eran empleados de la compañía del buque, sino de la compañía Marconi. A pesar de colaborar con el capitán, entregándole - entre otros – avisos de la presencia de icebergs, enviados desde otros barcos, su principal tarea consistía en enviar "marconigramas" de los pasajero ricos que mandaban saludos y besos a familiares y amigos. Un poco como cuando nos íbamos al extranjero por primera vez con el móvil y queríamos experimentar la emoción de enviar un mensaje de texto a los amigos que se habían quedado en casa.
Por lo tanto, la famosa noche de la colisión con el iceberg, el marconista del Titanic, Jack Phillips, estaba ocupado enviando numerosos "marconigrammas" recogidos durante el día. Eran alrededor de las 23:30 y el destino del Titanic estaba a punto de cumplirse no sólo en las frías aguas del océano, sino también en la sala del Marconi wireless...
La "telegrafía sin hilos" todavía no era perfecta y, alrededor de las 23:00, las señales del Titanic comenzaron a interferir con las de un barco cercano, el "California", cuyo marconista Evans estaba comunicando que estaban parados y rodeados de icebergs. Sin embargo, Phillips estaba empeñado y contestó rudamente a Evans: ". ¡Cállate y déjame trabajar" Evans, quizá molesto, apagó el Marconi Wireless y se fue a dormir...
A las 23.40, el Titanic colisionó con un iceberg. Poco después de la medianoche, cuando el capitán Smith se dio cuenta que dentro de un par de horas el barco se habría hundido, dijo a los dos "marconistas" que pidieran ayuda a todos los buques posibles en la zona. El "California" estaba a sólo una hora de distancia, pero su Marconi wireless estaba apagado...
En cambio quien si había permanecido despierto era el "marconista" del "Carpathia", Cottam. Ya se estaba desatando los zapatos para irse a la cama, cuando recibió el SOS del Titanic. Inmediatamente alertó al capitán quien ordenó navegar a toda velocidad hacia el lugar donde el Titanic se estaba hundiendo. El "Carpathia" no era el buque más cercano, quedaba a cuatro horas de navegación... Las cuentas se hacen muy pronto: el Titanic se habría hundido en unas dos horas, llevaba menos de la mitad de los botes salvavidas necesarios para salvar a todos los pasajeros y, en las aguas heladas del Atlántico Norte, una persona puede sobrevivir no más de unos veinte minutos ...
Una chalupa con algunos de los supervivientes del Titanic, fotografiada desde el Carpathia la madrugada del 15 de abril de 1912. |
El "Carpathia" llegó al lugar del hundimiento del Titanic a las primeras luces del alba, a las 4 de la madrugada del 15 de abril de 1912, después de un viaje desesperado y a toda velocidad con el terror de encontrarse con uno de los muchos icebergs que flotaban en esa zona de mar ("el iceberg del Titanic" no era un único iceberg en el océano, sino uno de los muchos en ese área esa noche). Hizo subir a bordo a todos los 710 supervivientes (número que nunca se aclaró completamente) que estaban en estado de shock en los pocos botes salvavidas que habían sido bajados del Titanic unas horas antes. Tres días más tarde, en la mañana del 18 de abril, el "Carpathia", atracó en el Muelle 54, en Manhattan. Entre las personas que acogieron a los sobrevivientes en una escena trágica, entre el alivio de los parientes que reconocían a sus seres queridos y la rabia de los que no los encontraban, estaba Guglielmo Marconi, quien en esos días estaba en Nueva York.
La tragedia del Titanic con su eco enorme, dejó clara la importancia extrema y vital de la telegrafía inalámbrica: fue gracias a la invención de Marconi que 710 pasajeros pudieron ser rescatados y de hecho, todos los 2.224 pasajeros habrían podido serlo, si hubiera sido posible comunicarse con el "California". Pocos días después, los supervivientes del Titanic desfilaron por las calles de Nueva York para entregar a Marconi una placa de oro como símbolo de su agradecimiento. El boloñés declaró con emoción: "Vale la pena haber vivido solo por haber dado a estas personas la oportunidad de ser salvados."
Gian Pietro "Jumpi" Miscione
Artículo original de L'Undici.
Excelente artículo, bienvenidos de nuevo!!!
ResponEliminaPor cierto, hay una historia interesantísima sobre cómo Marconi (un visionario que se enfocó hacia la parte práctica y económica) consiguió enorme fama mundial, mientras que Nikola Tesla (otro visionario que se centró en la parte científica) apenas llegó a ser conocido...pese a haber hecho méritos, como mínimo, comparables...Os invito a mirar la historia y, a ser posible, contarla aquí!
Sì, cuando se dice que Marconi "deposita una patente muy precisa, inatacable y muy ambiciosa" se entiende tambien que supo moverse bien en el mundo de las patentes de aquella epoca, en la cual era menos facil que ahora atribuir el merito de una invencion a una persona.
ResponEliminaSeguramente Tesla tuvo mucho meritos que no le fueron reconocidos (o el no supo pelear lo suficiente por eso).
A proposito es interesante tambien la historia de Antonio Meucci, quien - segun muchos - es el verdadero inventor del telefono que normalmente es atribuida a Bell.
Ciao