No se trata de una prueba desarrollada en alguna prestigiosa universidad estadounidense, pero creemos que es una situación muy útil para comprender el tipo de país en el cual uno se encuentra. Hay dos escenarios posibles: en el primer caso, todo el mundo se precipita hacia la caja que acaba de abrirse y el orden de la fila que se forma en ese momento, está determinado por la velocidad y número de patadas de los clientes. En un segundo caso alternativo, se genera una cola con el mismo orden de la cola de la caja que ya estaba abierta.
En ambos casos, se asume y se comparte inicialmente la validez de una norma: quien haya llegado primero a la caja, podrá pagar y salir primero. Sin embargo, en algún momento, surge una nueva circunstancia (la apertura repentina de la nueva caja), que ofrece la oportunidad de superar y eludir la norma, sin necesidad de tener que romperla descaradamente. Es decir, aparece una situación potencialmente indeterminada, en la cual los sujetos pueden optar por entender la norma como válida de forma absoluta, o por el contrario, no aplicable a la nueva circunstancia.
¿Qué sucede en el primer caso? Los clientes de la cola no violan necesariamente la regla inicial, sino que simplemente, no creen que existan las condiciones requeridas para tener que aplicarla en la nueva situación. Consideran la esencia misma de la regla (quien lleva más tiempo en la cola, tiene el derecho a pagar antes) no válida universalmente y se comportan bajo el prisma de tomar ventaja ante cualquier situación de incertidumbre que les permita eludirla.
En el segundo caso, sin embargo, el pacto que subyace y determina la regla, es válido en cualquier situación, ya que su naturaleza es compartida y considerada como justa y conveniente por todos, independientemente de las circunstancias. Por lo tanto, incluso en presencia de un nuevo escenario, la regla simplemente se vuelve a aplicar, ya que se considera justa de forma absoluta.
En el primer caso, los sujetos no son solidarios el uno con el otro, sino más bien en guerra, siempre dispuestos a aprovechar una oportunidad, a costa de los demás. Quien es más fuerte y listo, gana. Quien es débil y tonto, pierde. Quien no es lo suficientemente rápido como para entender que la nueva caja está a punto de abrir, se quedará en el supermercado más tiempo, esperando para pagar. No existe ningún pacto, ninguna aceptación compartida de un principio absoluto de justicia, excepto aquel según el cual -siempre y cuando sea posible- la norma puede ser eludida.
Las reglas y las leyes están hechas para tutelar a los débiles, y no a los poderosos. Los poderosos ya se tutelan por su cuenta. Y con poderosos, queremos decir: arrogantes, prepotentes, impíos, etc. Así pues, en un mundo donde el comportamiento social consista en precipitarse a la caja recién abierta, un mundo en el que uno siempre esté buscando situaciones donde sea legítimo romper las reglas, en un mundo así, siempre serán los fuertes quienes manden, y los débiles quienes sucumban. Por esta razón, vivimos en un país en el que no nos debería sorprender que quienes gobiernan son esos listos que llegan primero y gracias a cualquier medio a la caja que acaba de abrir...
Gian Pietro "Jumpi" Miscione
Artículo original de L'Undici
muy grande!!
ResponEliminaFantàstic !
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