Cuentan que el dios Apolo se quedó prendado de la deslumbrante belleza de Casandra, hija del rey troyano Príamo. A cambio de los favores de la joven sacerdotisa, el dios le concedió el don de la clarividencia, la capacidad de ver el futuro. Pero Casandra decidió no corresponder su amor. Apolo, furioso al sentirse rechazado, echó sobre ella un maleficio: la joven mantendría el don de la clarividencia, pero sin embargo nadie creería sus profecías. Así pues, por mucho que Casandra anticipase desgracias futuras, en particular la caída de Troya, nada pudo hacer por evitarlas. Hoy el término casandra en inglés se suele emplear con el significado de ‘agorero al que no se presta mucha atención’.
Un ejemplo de casandra patrio es el conocido profesor Santiago Niño Becerra. En abril de 2009, cuando el desempleo en España rondaba el 15%, este mediático economista nos auguró un nivel de paro de en torno al 30%. Y aunque no quedase prendado del profesor, Apolo debió de lanzar un hechizo sobre él, ya que sus predicciones fueron recibidas con sonoras carcajadas. Pero una cosa es ser un académico y otra bien distinta un participante en los mercados. El primero apenas se juega nada al expresar su opinión, este último se lo juega todo.
Y es que cuentan también que durante su presidencia en Bankinter, Juan Arena, anticipando la que se nos venía encima, decidió mantener una política de concesión de créditos bastante más prudente que la de sus competidores. Pero por mucho que Juan Arena se hubiera aparecido ataviado del mismísimo fantasma del futuro, recién llegado del Cuento de Navidad de Dickens, y por mucho que hubiera relatado las desgracias que estaban por venir, no conseguiría sofocar las ansias de beneficio y la impaciencia de los accionistas de la entidad. En busca de un retorno sobre el capital más apetitoso, en 2007 lo apartaron de la presidencia del banco.
Con sus puestos de trabajo en la cuerda floja, no es de extrañar, pues, que los gestores no quieran jugar a ser casandras. Los pocos que se han atrevido a advertir que viene el lobo, lo pasaron muy mal el año pasado. John Hussman, gestor de fondos americano, fue uno de ellos. Pero Hussman advierte que las burbujas, como la que continuamos padeciendo, colocan a los gestores en una encrucijada: Quedar como un idiota antes de tocar el máximo del mercado o quedar como un idiota después, cuando se desploman las bolsas. El que queda como un idiota antes es quien decide desinvertir, se pone a gritar por ahí que viene el lobo, y se pierde la subida de los mercados. De momento, ni un triste aullido. Por otro lado, quiendespués parecerá idiota será la oveja que sigue mansamente al rebaño, hasta que empiece a arder Troya y la lana eche un tufo insoportable a chamusquina.
¿Qué nos deparará 2014? En la mayoría de las previsiones que se publican estos días los expertos balan a pleno pulmón que será un buen año.
Feliz mes de enero,
Óscar Ramírez
La vida és una incertesa... bonica història
ResponEliminaFa dies que se sent la olor de "chamusquina". Això té un mal final i ho sabem.La qüestió és que no sabem parar-ho a temps. Anem en baixada i sense frens en un tren que pesa tonelades!
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