Ha pasado casi un año desde que estrenamos Ensayo, el primer cortometraje en el que he participado y que compartí con profusión por estos pagos (1, 2, 3 y 4). A pesar del ingente esfuerzo que tuvimos que invertir para compensar nuestra insensatez falta de experiencia, la vivencia fue tan buena que, además de crear un corto, fundamos la productora Círculo Bipolar.
A finales de 2016 reiniciamos el
ciclo completo de producción de un cortometraje, esta vez, con muchas lecciones
aprendidas y con la gran ventaja de haber dejado de ser completos novatos para pasar
a ser novatos sin más. Por si fuera del interés de alguien, ahí van las
principales mejoras y lecciones aprendidas en nuestro segundo corto, Nina de paper:
- El guión debe estar cerrado al 99% desde el minuto cero. En Ensayo hubo ajustes en el guión hasta el
momento del montaje (incluido), un gran error que solventamos a base de
imaginación, buenos consejos externos y la mutilación de más de un tercio del
metraje. Nina de Paper era la
adaptación de un cuento incluido en el libro Nines, de Muriel
Villanueva (editorial Males Herbes, 2017). Por supuesto, tener a la autora como
parte del equipo facilitó enormemente todo el trabajo.
- Hace falta MUCHA (ni poca ni demasiada) gente bien coordinada. En Ensayo infraestimamos este punto, en
parte limitados por el espacio disponible en los lugares de grabación y en
parte por nuestro desconocimiento. El número de personas que conformaron el
equipo técnico y sus funciones en cada corto fue el siguiente (6 personas en Ensayo, 14 en Nina de paper):
Ensayo
|
Nina
de paper
|
||
1
|
Dirección, sonido, acting, copias de seguridad
|
1
|
Dirección
|
2
|
Dirección de fotografía, iluminación, operador de
cámara
|
2
|
Acting
|
3
|
Arte y atrezo, vestuario
|
3
|
Fotografía técnica, operador de cámara
|
4
|
Regidor, director de producción, operario de
sonido
|
4
|
Ayudante de operador de cámara, copias de
seguridad
|
5
|
Script y ayudante de producción
|
5
|
Fotografía artística
|
6
|
Ayudante de producción y cocina
|
6
|
Arte y atrezo
|
7
|
Vestuario
|
||
8
|
Regidor, director de producción
|
||
9
|
Operario de sonido
|
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10
|
Script y ayudante de producción
|
||
11
|
Ayudante de producción
|
||
12
|
Ayudante de producción
|
||
13
|
Cocina
|
||
14
|
Maquillaje
|
Como es evidente, Nina de paper era en muchos aspectos más
complejo que Ensayo, por lo que había
nuevas tareas a cubrir con personal adicional. Pero lo que marcó la diferencia
fue poder reducir la carga de trabajo de cada participante. Aunque algunos de
los cargos menos críticos estaban sujetos a rotaciones, desdoblamientos y
sustituciones, casi en todo momento había una persona de guardia cubriendo cada
uno. Cabe decir que, aun habiendo tenido posibilidad de contar con más gente,
no habríamos ampliado más el equipo, por el riesgo de ingobernabilidad.
- La financiación: en Ensayo
nos pudimos autofinanciar gracias a emplear el reducido equipo humano mencionado
y a no cargar en el presupuesto la compra ni el alquiler de ningún material. En Nina
de paper incrementamos el presupuesto autofinanciado para podernos hacer con un mínimo de equipo de iluminación, y el resto de gastos lo cubrimos con una campaña de mecenazgo Verkami (¡muchísimas gracias nuevamente a l@s mecenas!). Por cierto: hacer un Verkami es bastante más
complejo de lo que parece: esta plataforma exige completar una ficha muy
completa con la descripción del proyecto y del equipo promotor y debe pasar por
una fase de validación del proyecto y de las recompensas ofrecidas para poder
ser admitido. Después, se descuenta de la recaudación el 7% de comisión de la
plataforma, los impuestos correspondientes y el precio de preparación y envío
de las recompensas. Por supuesto, sale a cuenta y ha sido una gran
experiencia, pero no es ningún chollo.
- Estructura clara de toma de decisiones: en nuestro caso nos
funcionó muy bien un método que se podría llamar “despotismo participativo”:
somos un equipo muy horizontal, organizado en sub-equipos (siempre con un/a coordinador/a)
en el que tod@s intentamos hacer aportes y mejoras, tanto a las grandes
decisiones como a los detalles más nimios. Todo el mundo puede hacer sugerencias
para mejorar todo aspecto en el que se ve involucrado, lo cual nos ha permitido
avances en la eficiencia. Pero tan importante es esta implicación de todo el
equipo como el hecho de que esté claro a quién se hacen las aportaciones y
sobre todo quién toma la decisión final: el coordinador de cada sub-equipo para
cuestiones concretas, la autora del cuento en tema de guión, acting y diálogos
y el director en casi todo lo demás.
- Un espacio de rodaje a plena disposición: gran parte del rodaje de Ensayo fue realizado en una casa cuyos
habitantes tuvieron la enorme amabilidad de acogernos y de ponernos todas las
facilidades posibles y a los que estamos enormemente agradecidos, pero no dejaba
de ser un espacio habitado en el cual los movimientos estaban limitados. Además,
al trabajar en un único espacio se perdía mucho tiempo en los cambios de
decorado antes de cada escena. En Nina de
paper contamos con un espacio mucho más amplio, un chalet que no es
residencia permanente y que, con la misma gran generosidad, nos cedieron otros amigos...así,
contamos con espacios independientes para cocinar y comer, habitaciones
habilitadas como ropero o estudios de maquillaje…y lo que es más importante:
pudimos utilizar varias de ellas como escenario, lo que nos permitía preparar una
escena DURANTE el rodaje de las anteriores, así que en todo momento había un
escenario listo para rodar.
- Mínima exposición a las contingencias: en Ensayo cometimos la temeridad de programar el rodaje de varias
escenas en momentos del día inamovibles: al atardecer. Esto nos obligó a sumar
varias horas y días de rodaje y nos expuso a todo tipo de contratiempos ligados
a la meteorología. Esta vez, todo el corto se podía rodar con cualquier
meteorología.
- Y claro, la experiencia: el “núcleo duro” del equipo ya había
participado en Ensayo, por lo que muchos de los procesos de antes, durante y
después del rodaje ya estaban claros. Pero la gran diferencia estuvo en el trabajo
de los montadores: los programas de montaje son muy complejos, así que esta vez
pudimos amortizar el aprendizaje ganado durante el primer corto, tanto a nivel
de manejo de los programas como de los protocolos de gestión de los archivos de
audio y vídeo. Además, probamos con gran éxito un curioso invento: la "carta de color", una paleta con una escala de colores y grises que permite facilitar los ajustes finales de la imagen.
Por supuesto, no seremos tan
ingenuos como para pensar que ya sabemos “hacer cine”. Somos unos recién
llegados, prácticamente autodidactas y hemos cometido nuevos errores que
esperamos corregir, aunque por supuesto se vayan a añadir otros…
Y aquí tenéis el resultado de
este proceso:
El observador