Este mes proponemos un juego. Un juego sencillo. ¿Serías capaz de diferenciar un vino tinto de uno blanco, a ciegas? Reúno a seis amigos, les pido que traigan un pañuelo para que se tapen los ojos y por si acaso bajo las persianas. Tres botellas, una de tinto, otra de rosado y la de blanco. Dirijo la cata, lo cual no resulta fácil, sirvo una copa, a cada uno un vino diferente y les pido que lo huelan y me den una respuesta: ¿tinto, rosado o blanco? Luego lo prueban y me vuelven a responder a la misma pregunta. Enjuago la copa con agua y repito con las otras dos botellas. Invierto la temperatura de las botellas de forma que el tinto es el más frío, el blanco a la temperatura que se esperaría de un tinto.
Las botellas fueron, un blanco con barrica, Ampelomeryx 2010, Domaine de Pellehaut (Francia). Ensambla chardonnay, manseng y sauvignon blanc. La variedad chardonnay es muy fácil de reconocer, por lo que no quería poner esta botella en una cata en la que intento confundir vinos, pero el vendedor (Südhang, CHF 17, unos 14 euros) me asegura que la botella tiene un toque mineral perfecto para despistar. La segunda botella, el rosado francés, Whispering Angel 2011 (cada día los bodegueros leen más poesía) adquirido en Globus, simplemente buscando un rosado. Precio CHF 19.90, unos 16.5 euros. Finalmente un pinot noir local, sin barrica, poco cuerpo, que, intento, se confunda con alguna de las otras botellas. Adquirido también en Südhang, CHF 16, unos 13 euros.
Ahora os preguntaréis cómo fue. Si alguién confundió el rosado con el blanco o viceversa. ¿O el tinto con el blanco? Pues aquí van los resultados. Tres copas se sirvieron, 1ª, 2ª y 3ª. La primera letra corresponde al tipo de vino que se sirvió, la segunda a la respuesta de la persona al olor y la tercera al probarlo. B, blanco; R, rosado; T, tinto.
Los resultados son fascinantes. De 6 personas, ninguna pudo acertar las tres copas tanto en nariz como en boca. Una persona confundió el tinto con el blanco y en general hubo una gran confusión con el rosado. El tinto, sin embargo, fue la copa que en general las respuestas fueron más tajantes y rápidas.
Una moraleja que acabé pensando tras el juego es el injusto desprecio respecto a los vinos rosados. Parece que resulta muy difícil distinguir a ciegas un blanco de un rosado. ¿Porqué entonces, cuando entramos en una tienda de vinos, la variedad de blancos es apabullante respecto a la de rosados?
Para acabar, cambiamos los papeles del juego. Yo me puse una venda y mis amigos me sirvieron. Fue tras haber bebido ellos tres copas de vino así que decidieron que era una buena idea echar medio vaso de agua a la copa de tinto y servir mitad blanco, mitad rosado en la copa de blanco. No comment.
Burbujita Freixenet
adrianlopezgarciadelomana@gmail.com
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