Decid la verdad, incluso vosotros lo hacéis. Aun vosotros cuando llegáis a la página principal de un periódico, echáis un vistazo a cuáles son los artículos más leídos y luego hacéis clic sobre ellos. Y eso es lo que hice el pasado 1 de diciembre en el sitio web de El País. El artículo más leído del día se titulaba: "El PP lleva un experto al Senado que afirma que ser gay es una enfermedad". Hice clic y inmediatamente lo compartí por correo electrónico y Facebook con mis amigos.
Lo mismo hicieron miles de personas, indignados por la arrogancia del nuevo partido en el poder en España. Pero ninguno de estos lectores (incluido yo ...) se dio cuenta de un pequeño detalle muy importante: el artículo fue escrito y se refiere a algo que sucedió en 2005... y por eso no tenía nada que ver con la actualidad... ¡se trataba de un artículo viejo, muy viejo!
¿Qué había ocurrido? Alguien, probablemente a través de una búsqueda en Google, había llegado a ese articulo guardado en el archivo del periódico. Sin prestar atención a la fecha, lo había instantáneamente compartido por correo electrónico y Facebook con sus contactos, que habían hecho lo mismo, etc., etc. La noticia se difundió como un virus - un clic tras otro – hasta que se convirtió en el más leído del día. En ese momento el juego se hizo fácil: quien abriera la página de El País, de inmediato veía el artículo, el título le llamaba la atención, hacia clic, y así sucesivamente… En conclusión: una noticia vieja se había convertido en la mas leída del día sólo porque tenía un titular pegadizo que podía referirse a acontecimientos actuales.
¿Qué nos enseña este episodio? En primer lugar, pone de manifiesto el enorme poder de Internet, y las redes sociales en especial: la información se puede transmitir de forma viral, con una velocidad y eficiencia increíble. El marketing viral es una estrategia de web marketing, que se basa precisamente en la identificación de hubs, es decir, importantes vértices de la red (por ejemplo, un usuario con un montón de amigos en Facebook), capaz de difundir información a muchas otras personas. Así que es suficiente hacer llegar el mensaje de propaganda sólo a los hubs: luego serán ellos mismos quienes lo distribuirán al resto de la red.
Al igual que un virus se hace transportar por las personas infectadas a través del contacto físico entre ellos, la información se difunde en Internet a través de los mismos usuarios explotando sus relaciones digitales.
La viralidad funciona gracias a un comportamiento típicamente humano: cada uno hace lo que los demás hagan. Si un articulo es muy clicado, un montón de otra gente le va a hacer clic; si una página Facebook tiene muchos seguidores, tendrá muchos otros, y así sucesivamente. Somos como ovejas ...
El otro hecho interesante de la historia es que poca gente lee los artículos que comparte. Si ese artículo hubiera sido leído de verdad, nunca se habría convertido en el más leído del día, porque habría resultado evidente que la noticia era vieja. Sin embargo, lo que tendemos a hacer es fijarnos solamente en el titular: si el titular suena actual y curioso, ¿par qué leer el resto del artículo? La noticia ya está en el titular. Lo que realmente percibimos y difundimos es un titular. No hay tiempo para ir más allá de la superficie, nos nutrimos de fragmentos pescados en el gran mar de Internet.
El 30 de noviembre apareció en Wall Street Italia un artículo sobre la deuda italiana por el economista Roubini, titulado: "Es demasiado tarde, Italia ya ha pasado el punto de no retorno". El mismo artículo también fue publicado en otra revista (Internazionale) dos días después con el título: “Una solución para Italia" Los que compartieron el primer artículo, comunicaron una situación grave y preocupante, mientras que el segundo título dejaba vislumbrar una esperanza. Pero estoy dispuesto a apostar que muy pocos se han molestado en leer lo que en realidad argumentaba el artículo. El hecho es que - en la época del sharing obsesivo y del exceso de la información – los titulares crean las opiniones y los que conciben los titulares son los auténticos opinión-makers. Y fijaos, no se trata de diseñar un titular que capture la atención del lector para que lea el resto del artículo: un buen titular es el objetivo en sí mismo, ¡no una herramienta!
Esta tendencia a la superficialidad no es nada nuevo, a pesar de que Internet y las redes sociales han incrementado fuertemente el ritmo de este proceso. Así que uno debe esperar que en pocos años, incluso un titular será demasiado largo para ser leído, incluso los 140 caracteres de un tweet se volverán pesados: no tendremos el tiempo suficiente. Y entonces tendremos que reducir todo solo a una palabra. De hecho, incluso ahora asocian al nombre de una marca comercial, la capacidad de comunicar una gran cantidad de información. Pero hasta leer una sola palabra se convertirá en un acto aburrido y nos hará perder la paciencia. El ejercicio de la lectura es extremadamente difícil y requiere una atención casi exclusiva: no tendremos tiempo para este lujo y entonces pasaremos a las figuras: ¡basta ya de las palabras! Nos comunicaremos con imágenes e iconos -emoticonos-, como ya estamos empezando a hacer. Al igual que hacen los niños cuando no quieren leer un libro y dicen: "Yo sólo miro las figuras". O como ocurría en Egipto, hace unos miles de años...
Lo mismo hicieron miles de personas, indignados por la arrogancia del nuevo partido en el poder en España. Pero ninguno de estos lectores (incluido yo ...) se dio cuenta de un pequeño detalle muy importante: el artículo fue escrito y se refiere a algo que sucedió en 2005... y por eso no tenía nada que ver con la actualidad... ¡se trataba de un artículo viejo, muy viejo!
¿Qué había ocurrido? Alguien, probablemente a través de una búsqueda en Google, había llegado a ese articulo guardado en el archivo del periódico. Sin prestar atención a la fecha, lo había instantáneamente compartido por correo electrónico y Facebook con sus contactos, que habían hecho lo mismo, etc., etc. La noticia se difundió como un virus - un clic tras otro – hasta que se convirtió en el más leído del día. En ese momento el juego se hizo fácil: quien abriera la página de El País, de inmediato veía el artículo, el título le llamaba la atención, hacia clic, y así sucesivamente… En conclusión: una noticia vieja se había convertido en la mas leída del día sólo porque tenía un titular pegadizo que podía referirse a acontecimientos actuales.
¿Qué nos enseña este episodio? En primer lugar, pone de manifiesto el enorme poder de Internet, y las redes sociales en especial: la información se puede transmitir de forma viral, con una velocidad y eficiencia increíble. El marketing viral es una estrategia de web marketing, que se basa precisamente en la identificación de hubs, es decir, importantes vértices de la red (por ejemplo, un usuario con un montón de amigos en Facebook), capaz de difundir información a muchas otras personas. Así que es suficiente hacer llegar el mensaje de propaganda sólo a los hubs: luego serán ellos mismos quienes lo distribuirán al resto de la red.
Al igual que un virus se hace transportar por las personas infectadas a través del contacto físico entre ellos, la información se difunde en Internet a través de los mismos usuarios explotando sus relaciones digitales.
La viralidad funciona gracias a un comportamiento típicamente humano: cada uno hace lo que los demás hagan. Si un articulo es muy clicado, un montón de otra gente le va a hacer clic; si una página Facebook tiene muchos seguidores, tendrá muchos otros, y así sucesivamente. Somos como ovejas ...
El otro hecho interesante de la historia es que poca gente lee los artículos que comparte. Si ese artículo hubiera sido leído de verdad, nunca se habría convertido en el más leído del día, porque habría resultado evidente que la noticia era vieja. Sin embargo, lo que tendemos a hacer es fijarnos solamente en el titular: si el titular suena actual y curioso, ¿par qué leer el resto del artículo? La noticia ya está en el titular. Lo que realmente percibimos y difundimos es un titular. No hay tiempo para ir más allá de la superficie, nos nutrimos de fragmentos pescados en el gran mar de Internet.
El 30 de noviembre apareció en Wall Street Italia un artículo sobre la deuda italiana por el economista Roubini, titulado: "Es demasiado tarde, Italia ya ha pasado el punto de no retorno". El mismo artículo también fue publicado en otra revista (Internazionale) dos días después con el título: “Una solución para Italia" Los que compartieron el primer artículo, comunicaron una situación grave y preocupante, mientras que el segundo título dejaba vislumbrar una esperanza. Pero estoy dispuesto a apostar que muy pocos se han molestado en leer lo que en realidad argumentaba el artículo. El hecho es que - en la época del sharing obsesivo y del exceso de la información – los titulares crean las opiniones y los que conciben los titulares son los auténticos opinión-makers. Y fijaos, no se trata de diseñar un titular que capture la atención del lector para que lea el resto del artículo: un buen titular es el objetivo en sí mismo, ¡no una herramienta!
Esta tendencia a la superficialidad no es nada nuevo, a pesar de que Internet y las redes sociales han incrementado fuertemente el ritmo de este proceso. Así que uno debe esperar que en pocos años, incluso un titular será demasiado largo para ser leído, incluso los 140 caracteres de un tweet se volverán pesados: no tendremos el tiempo suficiente. Y entonces tendremos que reducir todo solo a una palabra. De hecho, incluso ahora asocian al nombre de una marca comercial, la capacidad de comunicar una gran cantidad de información. Pero hasta leer una sola palabra se convertirá en un acto aburrido y nos hará perder la paciencia. El ejercicio de la lectura es extremadamente difícil y requiere una atención casi exclusiva: no tendremos tiempo para este lujo y entonces pasaremos a las figuras: ¡basta ya de las palabras! Nos comunicaremos con imágenes e iconos -emoticonos-, como ya estamos empezando a hacer. Al igual que hacen los niños cuando no quieren leer un libro y dicen: "Yo sólo miro las figuras". O como ocurría en Egipto, hace unos miles de años...
¿Volveremos a los jeroglíficos? |
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