¡Exprópiese!


Ya hace años que imparto un curso que lleva por título “cómo proteger tu patrimonio”. Últimamente me ha dado por realizar mi propia encuesta entre los alumnos. Las preguntas esenciales son: ¿Proteger el patrimonio de qué? ¿A qué tenemos miedo? Estas son las respuestas:
1.       Protegerlo de la quiebra de mi banco.
2.       Del fraude o estafa.
3.       De la ruptura de euro.
4.       De las caídas en el precio de los activos.
5.       De la inflación.
6.       De la expropiación por parte del gobierno (impuestazo).
 
Todos son temores más que fundados. Y en anteriores escritos he tratado de aportar ideas sobre qué hacer para resguardarse de semejantes riesgos (el artículo con el agradable título Diarrea Ibérica de hace casi un año trataba sobre qué hacer si nuestra preocupación es la ruptura del euro).

Sin duda, el punto de la lista que más ha preocupado en las últimas semanas es el 6: la expropiación o el impuestazo. En vista de lo sucedido en Chipre, y con el fin de evitar que se les expropie un porcentaje elevado de sus ahorros, parece que algunos han decidido sacar el dinero de las cuentas y depósitos para ponerlo en ladrillo. Si evitar un impuestazo es la verdadera razón, no deja de ser un ejercicio cuestionable. En primer lugar, al comprar ladrillo se está convirtiendo un activo líquido (los depósitos) en uno de los más ilíquidos (los inmuebles), ya que en caso de necesidad se tardan muchos meses en vender y hay que reducir mucho el precio para encontrar comprador. En segundo lugar, el recorrido a la baja de las viviendas todavía puede ser fácilmente de un -30%. Y por último, y más importante, nada impide el día de mañana al gobierno de turno decretar un impuestazo sobre todo el patrimonio de los contribuyentes, no solo el efectivo en las cuentas (como el vigente Impuesto del Patrimonio pero a lo bestia). De hecho, unas informaciones recientes revelan que por ahí pueden ir los tiros.
El mes pasado el Banco Central Europeo publicaba un estudio en el cual se concluía que la riqueza mediana de las familias en los países del sur de Europa es varias veces superior a la de las familias alemanas (en el caso de España seríamos entre dos y cuatro veces más ricos que los germanos, en función de cómo se realice el cálculo). A la prensa alemana le ha faltado tiempo para aferrarse al estudio y analizar sus pormenores e implicaciones (a la prensa española le ha faltado tiempo para rebatirlo). Así pues Der Spiegel publicaba a mediados de abril un artículo en profundidad al respecto titulado: La mentira de la pobreza: Cómo ocultan su riqueza los países europeos en crisis (del inglés: The Poverty Lie: How Europe’s Crisis Countries Hide their Wealth).
Todo esto no hace más que corroborar lo que hemos mantenido en estas líneas desde hace años, a saber, que la ruptura del euro vendrá de la mano o bien de unas familias alemanas hartas de sufragar el gasto de los sureños, o bien de unas familias periféricas asfixiadas por la austeridad. Y es que el artículo del Der Spiegel, aparte de no tener pérdida, nos da pistas sobre la que se nos viene encima. Voy a tratar de hacer un resumen-traducción-muy-libre de las ocho páginas:

Los del sur dicen que Alemania tiene que ser el paganini de la fiesta. Pero resulta que las familias del sur tienen mucha más pasta que las germanas. Alemania ya ha aportado más que suficiente, y además todo ese dineral lo están destinando en última instancia a rescatar a los ricos de las economías con problemas. Lo razonable, y lo justo, es que se expropie el patrimonio de los ciudadanos del sur. Puede que las estadísticas sobre la riqueza de las familias del sur tengan sus matices (a saber, que no sea tan elevada como dice el Banco Central Europeo), pero haber chicha hayla y hay que tirar de ella.
Es normal que las familias sureñas hayan acumulado un gran patrimonio si las comparamos con las teutonas. En Alemania tuvimos que sufrir un devastador episodio de hiperinflación después de la Primera Guerra Mundial, y una enorme pérdida de riqueza tras la derrota de la Segunda Guerra Mundial. Además, el socialismo en la Alemania del Este destrozó cualquier vestigio de riqueza y propiedad. La mayor parte de los países de la eurozona no sufrieron semejantes desastres, como Francia (que venció en la Segunda Guerra Mundial) o España (que se mantuvo neutral), y han tenido la posibilidad de ir acumulando riqueza durante generaciones. [Nota: yo no sé los vuestros, pero si mis abuelos maternos y paternos levantaran la cabeza y leyesen estas líneas, iban a flipar en colores]
La gente se suicida en Italia, y nos da mucha pena, pero antes de la crisis también se suicidaban. La gente no tiene trabajo en España y la echan de sus casas. También nos da mucha pena, pero todo esto es culpa de los gobiernos italiano y español.
Un ejemplo del griego medio: Dimitri, cretense, empleado de correos, casado con Maria, administrativa. Tienen un edificio entero en propiedad que alquilan a turistas, tienen una plantación de olivos y naranjos orgánicos. En lugar de estar en su puesto de trabajo, Dimitri se pasa media vida cuidando sus arbolitos, y encima se queja de que tiene que pagar impuestos. Como diría el difunto Chávez, ¡Exprópiese! Todos los sureños cobran en negro, si su actitud respecto a los impuestos fuese como la de los germanos, hace tiempo que habrían salido de la crisis. España ha reintroducido el Impuesto sobre el Patrimonio, pero no es suficiente porque hay exenciones muy generosas y no lo paga ni Dios. ¡Que pague to’ quisqui! En Grecia, la peña que tiene piscinas y yates de lujo no paga un duro de IRPF.
Para ir concluyendo, los sureños deben introducir un plan de “Redistribución de las Cargas” como hizo Alemania después de la Segunda Guerra Mundial, y deben entregar un porcentaje de su patrimonio al estado durante los próximos diez años.
Es absurdo que las relativamente pobres familias germanas acaben rescatando a los ricos de Grecia.

De momento desde el Ministerio de Hacienda parece que comienzan tomar medidas al respecto. Acaban de introducir una nueva declaración, la de bienes en el extranjero, es decir, que hay que informar al Fisco sobre el patrimonio que se posee en el extranjero. Hacienda lo justifica como una manera de obligar a los contribuyentes a declarar todas sus rentas, tanto las generadas en territorio nacional como en el extranjero. Un fin loable, ya que todos tenemos apechugar con nuestra parte de la dolorosa en momentos de crisis, y hay algunos que sufren lapsus de memoria cuando les toca declarar las rentas generadas fuera. Pero otros ven en la medida la antesala de un impuestazo sobre el patrimonio. Es difícil saber si esta nueva declaración se debe a una “sugerencia” de Frau Merkel. Lo cierto es que su implantación lleva la marca celtíbera en todo su esplendor: una norma complicadísima de la que apenas nadie en Hacienda sabe nada a pocos días de la finalización del plazo de presentación, con unas brutales exigencias de información y, ahora viene lo más bueno, con unas sanciones… qué decir de las sanciones: por cada dato “incompleto, inexacto o falso” en la declaración la sanción es de 5.000 € (en letra para disipar dudas: cinco mil eurazos). Como os podéis imaginar los millones de guiris residentes en este Reino Bananero están que trinan. A modo de ejemplo, cualquier extranjero, pequeño ahorrador, que tenga un par de cuentas, un par de fondos y un puñado de acciones tiene que aportar unos 200 o 300 datos. Aquí la cuestión es expropiar, sea como sea. Convendría tenerlo presente la próxima vez que nos recuerden esa institución sacrosanta: la propiedad privada.
Pero la labor de un servidor no es hacer juicios de valor, ni opinar sobre quién tiene o dejar de tener razón, sino más bien imaginarse qué nos deparará el futuro y cómo puede ello afectar al patrimonio sus clientes. Después de leer el citado artículo en una revista del prestigio y la influencia del Der Spiegel, después de leer las lindezas que desde los países sureños se les dedica a los líderes nordeuropeos, después de ver el sufrimiento diario al sur de los Pirineos o en el Egeo, cabe preguntarse: ¿cuánto va a durar este invento llamado euro o, si se me apura, Unión Europea?

Feliz mes de mayo,

Óscar Ramírez

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3 comentaris :

  1. Oscar ets tant bó, m'encanten els teus escrits!. És com si quan escoltés la tele fos tot una telenovel·la que t'enganyen per distreure't però tu toques l'ós i ens dones realitat; ni que últimament aquesta realitat sembla que sigui fruit del guió dels dolents d'una telenovel·la, però en el fons realitat del que passa o pot passar, sense maquillatge.

    El nostre professor d'economia, el nostre expert, el nostre guia

    Gràcies per escriure cada mes

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  2. És com un psicodrama ! Buf !
    Estem ben cuits !
    Gràcies per la secció !

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  3. Excelente artículo, como viene siendo habitual en esta sección!
    Sin embargo, discrepo en el temor hacia un impuesto sobre el patrimonio...de hecho si hubiera una política impositiva un poco más digna, por ejemplo, con un crecimiento exponencial del IBI y de otros impuestos en función del número de viviendas que un ser humano posee, seguro que la burbuja inmobiliaria no se habría inflado tanto...
    Por no hablar del patético impuesto sobre el patrimonio que tenemos, según el cual solo pagan los que tengan un patrimonio (declarado) de más de 700.000 €...es decir, que solo afecta a los pocos que, teniendo tanto dinero, no lo tienen oculto / testaferrado / evadido.

    Por lo demás, es triste ver cómo el norte y el sur de Europa se empiezan a distanciar de manera alarmante...

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