EL BÚNKER


Esta foto es la última que muestra a Hitler vivo. Es la primavera del 45 y el dictador está pasando revista a las últimas, jóvenes reclutas, listas para defender Berlín, ya sitiada por los rusos. El final está marcado desde hace tiempo; sin embargo, el Führer no se da por vencido: no puede hacerlo, no existe otra alternativa sino luchar hasta el último aliento. De otra manera, no sería Hitler.....

Con los rusos a pocos kilómetros del búnker, todavía planea contraataques y delira con docenas de divisiones que podrían invertir el rumbo del conflicto. A su lado, todavía varios generales y lugartenientes. Su fanática obstinación no sólo no lo conduce al aislamiento o a la traición, sino que más bien refuerza en sus hombres el vínculo de fidelidad absoluta.

Toda la ascensión de Hitler está marcada por la culpable incapacidad de sus opositores de reconocer su imposibilidad a detenerse o retroceder y, en su lugar, de la congénita necesidad de subir la apuesta, incluso y especialmente en los momentos difíciles. Más allá de cualquier limite moral, lógico y humano.
Y el día en que todo se pierda, la culpa será del complot judío internacional o de la ineptitud de algún general.

Berlusconi no es Hitler, por suerte. Hay muchísimas diferencias. Sin embargo, el patrón de las parábolas políticas además del declive de las dos figuras muestra varias similitudes. Para empezar, entre los mil y un errores de la izquierda italiana está también el -imperdonable, por cierto- de no haber entendido que con Berlusconi todo iba a cambiar: que no habría límite de vergüenza o respecto por ninguna carga institucional o práctica política. Aquellos que creían que nunca hubiera tenido el descaro de presentarse como candidato controlando una larga parte de los medios de comunicación o de prepararse leyes ad persónam o, más descaradamente, de ofender casi diariamente a los jueces; hasta el Presidente de la República, es un miope, políticamente un incompetente. Berlusconi nunca se detuvo y nunca se detendrá. No dimitió por los escándalos sexuales, ni por las sentencias que lo involucran, ni por las actuales investigaciones y ha anunciado recientemente que no renunciará incluso si, a pesar de todos los esfuerzos de sus abogados-parlamentarios, fuera condenado. Subirá la apuesta, siempre, más allá de todo límite. La reciente agresión sufrida es una clara señal de la subida del nivel de conflicto, ante lo cual Berlusconi se queda muy tranquilo: que le golpeen a la cara, que le hieran, a él la sangre no le asusta: él responderá de la misma forma, con la misma violencia, no física, pero sí política y verbal. A ver quién es capaz de hacer lo mismo. Y si llegará a quedarse encerrado en el búnker, mientras que Italia se va a la mierda, él seguirá maldiciendo a los comunistas y "vendiendo" un futuro más brillante con nuevos milagros. Como un prestidigitador: se sabe que hay un truco, pero siempre te quedas asombrado por cómo lo tiene escondido.

Sin embargo, hay dos diferencias entre las andanzas de los dos personajes. La primera es que los rusos y los aliados finalmente entendieron que la guerra sólo podía acabar con la aniquilación total de Hitler. Eso era el objetivo y la prioridad, frente a un megalómano que nunca hubiera dado un paso atrás y con el cual no se podían imaginar compromisos: las divisiones y las diferencias pasaron a un segundo plano.
Desde este punto de vista, Berlusconi todavía puede estar tranquilo. Las miles de diferentes facciones de la oposición se dividen de una forma cada día mas sorprendente e ilógica: como si Eisenhower se hubiera negado a desembarcar en Normandía para “distanciarse políticamente de los soviéticos” ...

La segunda diferencia es que Berlusconi probablemente dejará en los italianos una huella más profunda que la de Hitler en los alemanes (o Mussolini en los propios italianos). La dictadura nazi y sus doctrinas ya fueron derrotadas por el proceder de la historia. Los últimos sesenta años han demostrado que los alemanes y los europeos estaban listos para abrazar la democracia y el capitalismo estadounidense: eso era el futuro, Hitler el pasado. El comunismo sobrevivió un poco más, pero era un tigre de papel.

¿El lento, pero evidente declive personal de Berlusconi, corresponde al declive del berlusconismo? ¿O será una manera personal de entender la política democrática, transformada en un objeto de marketing, en la cual se venden "sensaciones" a cambio de una aceptación silenciosa de una monarquía suave? Berlusconi es claramente un grosero, un exagerado y un "indisciplinado", pero, ¿estamos seguros de que su concepción de la democracia va a terminar con él?

Bloomberg acaba de ser reelegido alcalde de Nueva York después de haber, berlusconiamente, cambiado la ley para poder presentarse por el tercer mandato, escapándose de uno de lo sagrados, principios democráticos, con la berlusconiana razón de que nadie podría gobernar mejor que él. Ni más ni menos que lo que están tratando de hacer Chávez en Venezuela, Morales en Bolivia o Uribe en Colombia. El recién elegido presidente chileno tiene tantas afinidades con el primer ministro italiano que se le denomina “el Berlusconi chileno”.

Bloomberg ha gastado una fortuna para la campaña electoral (alrededor de 90 millones de dólares), ganando unas elecciones en las cuales participó el 20% de los votantes potenciales. Votaron por él 550.000 neoyorquinos, con lo que sale a 163 dólares el voto ....¿qué democracia es esta? En Europa no estamos mucho mejor: en las más recientes elecciones europeas votó el 43% de los electores, con picos (de baja participación) del 20% en varios países ex comunistas a los cuales exportamos triunfalmente la democracia hace dos décadas.
En Rusia, la democracia es poco más que una palabra, ni hablar de China ... Tal vez haya que salvar India, pero en el resto del planeta la democracia como la hemos entendido hasta ahora tiene mala salud, en el mejor de los casos por escasa participación, en un sentido amplio.

La nueva cara de la democracia se parece al combate propagandístico entre "productos" muy parecidos: se prefiere a quién tiene el anuncio más atractivo, como entre Pepsi o Coca-Cola.
O se elige la nada: si es bueno que un gobernante permanezca en el poder, entonces que se quede, no nos importa votarle, mientras que se nos garanticen ciertas cosas: en primer lugar, la seguridad (real o presumida) y la capacidad de hacer dinero.
Claro, en los EE.UU., son fuertes y fundamentales los valores democráticos, pero incluso allí, gana quien es capaz de recaudar más dinero para montar la campaña más eficaz en los medios de comunicación. La batalla es entre lobbies, grupos de poder, tal como sucedía en el Imperio Romano a quien siguió la monarquía y la república. El rumbo ahora parece ser el mismo ...

La futura democracia tiene cada día más la cara de un imperio, o uno "regulado" y con garantías "democráticas" (EE.UU. y amigos) u otro salvaje sin muchos derechos (Rusia y China principalmente). Sea como fuere, muchas características berlusconianas no son tan ajenas a estos escenarios.

Lo que está menos claro es qué ocurrirá en Italia: ¿es mejor esperar que Berlusconi caiga pronto apuñalado por sus aliados como le pasó a Mussolini (ya que una victoria de la izquierda aparece ahora imposible) o que se llegue a un final “hitleriano” que nos lleve a un “año cero” tras el cual se pueda empezar una reconstrucción total? En ambos casos, el riesgo es la aparición de un nuevo caudillo "eficiente" quien prescindirá aún más de las garantías democráticas en el nombre de la seguridad y el éxito empresarial.

Mientras tanto, Berlusconi sigue sonriendo desde sus televisiones…

Jumpi
Artículo original de L'Undici.

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1 comentari :

  1. Muy interesante la reflexión. Ciertamente nos espera un futuro inquietante.

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