¿El día más corto del año?

En este tiempo de crisis, es particularmente importante estar siempre muy preparados en los temas más tópicos de conversación. ¿Y cuál es el tema más caliente en diciembre, la eterna pregunta, la terrible duda que nos confunde y nos deja desubicados en este mundo cruel? La gran cuestión es: ¿cuál es el día más corto del año?



Déjemelo claro inmediatamente: el día más corto del año es el solsticio de invierno, que cae el 21 o el 22 de diciembre, dependiendo del año. La discrepancia se debe a que cada 4 años, es año bisiesto y esto causa esta pequeña fluctuación. En el 2010, el día más corto del año será el 21 de diciembre. Punto pelota.

Pero entonces, ¿por qué el refranero popular afirma que el 13 de diciembre, Santa Lucía, es el día más corto del año y se celebra con ferias y en algunos casos hasta con entrega de regalos? Vamos ahora a demostrar que todo el mundo tiene la razón y que hay buenos motivos para celebrar ambos, Santa Lucía y el solsticio de invierno.

Hay dos razones que justifican el dicho popular sobre Santa Lucía: el primero astronómico y el segundo histórico, más interesante.
Empecemos por el primero: alrededor del 13 de diciembre (en realidad el 10) es el momento del año cuando el sol se pone más temprano (a las 16.40 en la latitud de Barcelona). Acotación: el día en que se levanta más tarde es el 5 de enero (en la época de los Reyes Magos …). Teniendo en cuenta que, normalmente, la percepción de la duración del día está relacionado con la hora en que se hace de noche, esto explica por qué Santa Lucía es considerado el día más corto que existe.

Para la segunda explicación, debemos volver hasta Cayo Julio César. Fue gracias a él que se adoptó el primer calendario del mundo occidental en el 44 a. C., llamado el calendario juliano. Pocos años después de que Jesús murió, surgió el cristianismo, que se extendió en todo el mundo, así como la tradición de celebrar la Pascua. Todo bien.
Bueno, de hecho no, porque la Pascua se festejaba en fechas diferentes según la zona y esto no podía dejar que tranquilas las altas esferas de la Iglesia. Así que, con el fin de poner orden en este caos y garantizar que la Semana Santa cayera más o menos al comienzo de la primavera, en el 525 d. C., el Papa Juan decidió que la Pascua se celebrara el primer domingo después de la primera luna llena después del 21 de marzo (que entonces, como hoy, coincide con el equinocio de primavera, cuando el día y la noche tienen la misma duración y cuando comienza la primavera). A partir de entonces (y aún hoy) esta es la regla.

Pero había otro terrible problema: el calendario de Julio César incluía ya los años bisiestos y era muy preciso, pero, que Dios lo perdone, no era perfecto. El año juliano no coincidía exactamente con el año solar: había un desfase de alrededor de 11 minutos cada año. El resultado era que, al pasar los años, todos los fenómenos astronómicos, incluido el equinocio/principio de la primavera, se desplazaban cada año un poco más atrás en el calendario. Por ejemplo, en el año 1000, el equinocio o principio de la primavera cayó el 15 de marzo (en lugar del 21), a finales del 1500 había llegado al 11 de marzo, etc. etc. En otras palabras, el 21 de marzo ya no era, climáticamente, un día de inicio primavera, sino de primavera ya un poco avanzada. Por lo tanto, continuando así, la Pascua, que todavía era calculada en función de esa fecha, se llegaría a celebrarse un día que, climáticamente, era verano y no primavera. ¡Una autentica locura!

Para solucionar este lío que yo llamaría astronómico, otro Papa (Gregorio XIII) promulgó un nuevo calendario (¿cuál?: el Gregoriano) que estaba (y está) en acuerdo con los fenómenos astronómicos. Para ello decretó que ya no serian años bisiestos los años seculares (1700, 1800, etc.) excepto aquellos cuyas dos primeras cifras son divisibles por cuatro (1600, 2000, etc). Además para corregir los errores que se habían acumulado desde el 44 a. C. borró diez días: en el 1582 se pasó directamente del 4 al 15 de octubre. Esos diez días simplemente nunca han existido. Con esta cancelación tan genial, los fenómenos astronómicos volvieron a recurrir en los mismos días de la época de Julio César: el equinocio de primavera el 21 de marzo y el solsticio de invierno el 21 de diciembre (o 22) y no el 11 como venía a suceder en 1581.

¿Se ha entendido todo?
Entre el 44 a. C. y 1582 d. C., así como el equinocio, también el solsticio de invierno, que es el día más corto del año, por el error del calendario que comentaba más arriba, caía, cada año un poco atrás: del 21 al 20, luego el 19, luego 18 .... el 13 .... y así sucesivamente. En particular, se puede estimar que alrededor de 1200 el día más corto del año fue en realidad, ¡el 13 de diciembre! ¡El pueblo tiene razón! ¡El pueblo es soberano!

Es interesante hacer notar que estas dos explicaciones también nos proporcionan una estimación del tiempo en el cual nació la tradición según la cual el día más corto es el de Santa Lucía. Si es cierta la primera explicación astronómica, entonces esta tradición surgió después de 1582, cuando, como ahora, el sol se pone más tarde alrededor de 13 de diciembre. Pero si creemos en la segunda explicación (histórica), entonces la tradición debe haber sido inventado antes de 1582 y mas exactamente alrededor del 1200, cuando, de hecho, 13 de diciembre fue el día más corto del año. Et voilá.

Giampi
Artículo original de L'Undici.

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2 comentaris :

  1. Interesantísimo!!!!
    Muy bueno lo de la cancelación de 10 días, hoy en día sería un auténtico caos intentar algo parecido...

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