Por lo menos dos o tres cosas a la vez

En la película Red de mentiras, Russell Crowe y Leonardo DiCaprio son dos agentes de la CIA implicados en el Afganistán y el Oriente Medio, cuya función frustrar posibles ataques, infiltrarse en grupos terroristas, eliminar enemigos peligrosos, lo típico.


Sin embargo, mientras que el guapo Leonardo pone en riesgo su vida on the field, escapa por las callejuelas de algún bazar perseguido por las balas, esquiva explosiones y se ensucia de polvo y sangre, Russell está tranquilo en su casa en los Estados Unidos, comunicándose con él a través de un teléfono móvil. Di Caprio es torturado y casi se muere en la mitad del desierto iraquí, mientras que Russell Crowe con su teléfono y auriculares le da instrucciones para salvar el mundo y - simultáneamente - acompaña a su hijo pequeño a jugar a softball, le prepara la cena o le hace orinar antes de mandarlo a dormir.

Hace unos meses, me encontré en una cena en un restaurante, donde había – obviamente - una mega-pantalla en la cual echaban un partido de Champions League. ¡Fue un tormento! Era un tormento porque era la tarde de la huelga general y el volumen de la tele estaba apagado. De esta forma, ninguno de los comensales sabía - como suele ocurrir, al escuchar al aumento en el tono del comentarista- cuando había que dirigir la mirada a la televisión, ya que algo importante estaba pasando. O veías el partido o conversabas con tus amigos en la mesa.

Hoy en día, es cada vez más raro ver un partido de fútbol haciendo solamente eso: es más frecuente, en el mismo momento, estar con el ordenador, escribir comentarios en Facebook, mandar mensajes con el teléfono, leer algo… Generalmente - nos guste o no – ya es normal hacer dos o tres cosas al mismo tiempo - como Russell Crowe en la película - o cambiar entre ellas con gran frecuencia: el llamado multitasking. Uno de los rasgos distintivos del mundo actual es la exaltación de la multitarea que se ha convertido en una realidad cotidiana ante los ojos de todos, tal vez incluso una necesidad: llamamos mientras conducimos, leemos mientras comemos, escribimos al ver la TV, chateamos mientras trabajamos, etc, etc, etc ... esta es la vida de (casi) todos nosotros.


Dicho esto, me pregunto (provocativamente, pero no tanto): si el mundo contemporáneo se caracteriza por este tipo de comportamiento y, de alguna manera, se nos es requerido, entonces, ¿no será necesario y útil enseñar y aprender esta habilidad? De la misma forma que aprendemos a conducir en situaciones de tráfico y caos urbano, ¿no hay igualmente necesidad de entrenar a la gente a ser buenos en la multitarea? O será que debemos juzgar la actitud de "hacer más cosas a la vez" algo malo que hay que evitar y por eso enseñar a "hacer una cosa a la vez"? Retorciendo el razonamiento: ¿la escuela debe educar a los niños para realizar múltiples tareas, ya que eso les servirá en el mundo en el que vivirán (y viven), o debe enseñar a no actuar así? Es decir: Russell Crowe podía ser un buen padre que cuidaba de los niños y - al mismo tiempo - un buen agente de la CIA, que se comunicaba por teléfono con un colega o ... ¿no estaba haciendo bien ni lo uno ni lo otro?

La respuesta es muy difícil y compleja, pero no hay duda de que - en estos días - la tarea de la escuela es muy delicada, porque es un reto muy espinoso hacer interesantes lecciones y actividades diseñadas hace décadas, a estudiantes que viven ahora en un mundo ultra-estimulante y continuamente expuestos a la posibilidad del multitasking. Pero es igualmente indiscutible que la escuela no puede pretender que nada ha sucedido: la multitarea es una realidad que debe tenerse en cuenta, es el mundo en el que vivimos, tanto si se considera buena o desagradable. Por ejemplo: ¿Cuántas veces habéis intercambiado mensajes o hecho otras cosas mientras leíais este artículo? ¡¿Eh?! ¡¿Cuántas veces ?!

Giampi
Artículo original de L'Undici.

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