El mejor amigo del Hombre

Incluso a los que hemos vivido la mayor parte de nuestras vidas sin móvil nos parece imposible ahora desprendernos del necesario apéndice. Un inseparable compañero sin el cual nos sentimos solos, perdidos, aislados, incomprendidos, desamparados (sensación resumida por Sabina cuando se le perdió el móvil a finales de los 80). Se trata de un aparato que muchos sustituimos hace tiempo por despertador, reloj, calculadora y puntualmente también por cuaderno de notas, agenda y calendario, mientras que no pocos lo han sustituido por otras muchas funciones que al parecer deben tener…

Sin embargo, por más accesorios que llevan los móviles de ésos que se llaman de última generación (ya van unos cuantos años de expresión, por cierto, igual habría que ir revisándola y buscando algo que vuelva a ser chocante o al menos suene a nuevo), aún no ha habido ninguno que supere a ese chip que venía desde los primeros modelos y que les permitía detectar con precisión el momento en el que no estaban bloqueados pero sí estaban situados en algún bolsillo o en algún lugar con riesgo inherente de que pulsaras accidentalmente una tecla. En el caso de los modelos más antiguos (ojo, de hace 10 años, nada menos), tu error terminaba invariablemente en alguna llamada, generalmente internacional, que descubrías al recibir la factura. Con el avance de la tecnología y el aumento de las aplicaciones, el tema se fue perfeccionando, y las subsiguientes situaciones similares resultaban en una espontánea y autoinducida navegación por internet (una opción que quizá ni sospechabas en ese modelo) y en la realización igualmente autónoma de algunas descargas razonablemente caras sin motivo razonable...

La Cerdaña, francesa o no, excelente destino invernal...


Con el paso del tiempo los teléfonos han comenzado a bloquearse solos, y es por ese motivo por el que las compañías telefónicas han tenido que recurrir a la imaginación para desarrollar aplicaciones inéditas para compensar la pérdida de ingresos, como son la llamada perdida fantasma (ésa procedente de un número conocido que luego resulta que no te había llamado, cosa de la que te enteras al devolver la llamada) o el corte de una llamada sin que ni tú ni tu interlocutor os hayáis movido durante la conversación u os hayáis quedado sin batería; por supuesto, uno de los dos vuelve a llamar.

Sin embargo, el gran éxito de este aparato no se ha podido generalizar a algunas de sus industrias auxiliares, que han sucumbido al no poder o no saber adaptarse a los siempre cambiantes mercados. Qué me dicen del que parecía sería el gran negocio hermano, el de las fundas y especialmente las carcasas de móviles, con las cuales se personalizaba el aparato. Una industria que comenzó con cierto aire de exclusividad, con grandes o no diseñadores puestos a trabajar en colores, formas y materiales que desafiaban los límites de la imaginación y con unos precios que bien recompensaban su ingente esfuerzo. Una fallida industria prácticamente muerta en el embrión a gran escala, ya que parece que lo que se ha impuesto finalmente es el cambio de móvil en cuanto sale un modelo (o color) nuevo, quedando el negocio de las carcasas reducido a la siempre humilde venta ambulante y callejera, en tienditas de metro y estaciones de bus, tristes puestos ambulantes, cementerios de tecnología aún sin vender y ya caducada, menospreciada, excluida de la sociedad de manera preventiva. Allí permanecen relegadas, junto con otros artilugios otrora respetables y de cierta distinción, que ahora se amontonan indiferentemente con burdísimas copias de sí mismos, véanse los receptores de TDT, tamagotchis, videocámaras de cinta, antenas de todo tipo, el AB-Shaper, ventiladores para el salpicadero del coche y, en fin, una importante retahíla de los buques insignia de las “teletiendas” de hace unos años.


Volviendo al móvil, todo apunta a que ya no podremos vivir como antes; la prueba, los intentos frustrados de Día sin Móvil organizados para presionar a las compañías operadoras a bajar los precios, o las caras de pánico del ciudadano medio al quedarse sin batería y que, cuando consiguen rehacerse, comienzan a buscar desesperadamente un cargador compatible, transmitiendo su angustia y desamparo a los que le rodean, que rápidamente se solidarizan e intentan consolar al afligido mientras se unen a la búsqueda….espera hombre, que creo que he visto un cargador de esa marca por la oficina; tranquilo, tengo el móvil liberado y así puedes mirar si te ha llamado alguien en los últimos tres minutos...

En cuando a los usuarios, hay principalmente dos enfoques: el que compra el teléfono de un modelo concreto debido a una aplicación sin la cual su vida sería una ruina y el que huye de todo ello y busca principalmente que en la tienda no le pongan la cabeza así (brazos muy separados) con los miles de opciones que sabe perfectamente que ni intentará comprender. Independientemente del grupo al que pertenezca, el usuario puede convertirse con el tiempo en uno de esos negligentes que se dejan el móvil encendido cuando están en un evento en el que deberían haberlo apagado. Puede pasar. La cosa raya la imbecilidad cuando suena y el tipo pone mala cara y detiene el pitido con un mal gesto. Pero sabemos que estamos ante un auténtico impresentable cuando le vuelve a sonar más veces y lo sigue silenciando con el mismo mal gesto. Apágalo, coño. Verás, además, qué satisfacción al salir del concierto / reunión / avión / evento con la emoción de encender el móvil por si alguien te ha enviado algo...


Si bien los creadores y desarrolladores de móviles siempre fueron conscientes del gran potencial del producto que estaban creando, lo que seguro que no podían prever fue que estuvieran creando el único objeto en el que podemos confiar cuando estamos solos en la oscuridad, la sola luz que nos guía y nos ayuda a encontrar un interruptor, una puerta, unas llaves, y así encontrarnos…tampoco creo que llegaran a plantearse la excelente función social que tiene para disimular en momentos incómodos, véase cuando caminas en la dirección equivocada y miras el teléfono antes de darte la vuelta, o cuando tienes que hacer como que estás concentrado en algo (para evitar la ineludible chapa de tu vecino más plomizo, de un familiar enervante, etc) y simplemente manipulas el teléfono concienzudamente sin hacer nada en concreto...y así hasta una multitud de aplicaciones gratuitas para las cuales no te hace falta estar a la última ni tener un teléfono de esa
grandiosa, intachable y sacra marca que ya es casi exactamente todo aquello contra lo cual dijo ser alternativa y que muchos aún defienden como una cruzada por la libertad y la luz...

No acabarán estas Observaciones sin antes felicitaros y felicitarnos por 5 años de CriTeri, una afición ciertamente curiosa...gracias a todos los que no seguís con tanto interés como el que ponemos nosotros cada mes para buscar el tiempo para preparar cada sección...


El observador


La cita:
"Dada la índole del mundo tenemos esperanzas en acontecimientos que, de producirse, solo nos proporcionarán frustración y amargura; motivo por el cual los optimistas se reclutan entre los exesperanzados, puesto que para tener una visión negra del mundo hay que haber creído antes en él y en sus posibilidades. Y todavía resulta más curioso y paradojal que los pesimistas, una vez que resultaron desilusionados, no son constantes y sistemáticamente desesperanzados, sino que, en cierto modo, parecen dispuestos a renovar su esperanza a cada instante, aunque lo disimulen debajo de su negra envoltura de amargados universales"
Ernesto Sabato, Sobre héroes y tumbas

El enlace: uno de los mejores documentales de los últimos tiempos...gracias, Mario!

http://www.rtve.es/television/documentales/comprar-tirar-comprar/

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1 comentari :

  1. Qué me dicen de esas gentes que estando en un sitio donde no deberían sonar móviles, no sólo le suena el móvil sino que también lo contestan. Por supuesto hablan bajito para no molestar, pero su interlocutor no le escucha y sube el tono gradualmente hasta que toda la sala detiene su actividad esperando al mobilcoholic

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