III

Ya es de día y yo te espero,
Dominique.

Hay tantas rocas en una sola milla.
Migajas de pan
junto a la laguna de unas gotas,
repartidas.
Soy un niño que juega poseído,
por su circo de hormigas.
Hay migajas de pan
cerca de la orilla.

Cuando te hablo
debo recordar un momento atrás,
cuando todo era cierto.
No hay trabajo en ello
es una verdad en mis sentidos,
es un sueño que en la soledad me sostiene
o la razón...
Insiste envuelto en un curioso latido,
mentalidad imperdonable,
un segundo, fugitivo.

Ya es de día.
Un pequeño ser en la ventana,
espía.
Entra llevado por el viento
con sus antenillas de pequeño ser,
a hurtadillas.
Nuestros ineptos sentidos
se alianzan en tu espera,
continuamos en silencio
hasta comprobar
que ya es de día,
que es cierto.

Ya es de día, Dominique,
estás hoy en el mismo lugar de ayer?
por qué?
si es aquí donde yo te espero.

En la hilera de compartimentos blancos
y del suelo como cielo estrellado.
En el sonido con el que las pequeñas puertas
se cierran,
o en el que los pasos dejan
restos de barro sobre la Tierra.
Allí está tu nombre escrito,
como una mirada que no observa
son ojos que no parpadean,
son rostros que nada niegan.

Yo te espero, Dominique.
Invento un bullicio que no es mío,
pertenece a esos que no lo saben,
te pertenece a ti también
(tú quizás no lo sepas).
Es un instante parecido
a ese otro ya lejano,
pero que aquí adentro
continúa respirando
amargo, vivo.
El instante que conmigo
hasta que yo me pierda
en sus oscuros pasadizos,
profundo,
como casi siempre,
sin aviso.

Ya es de día y yo te espero,
Dominique.


Cristobal Ledi.

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