Lies



1. Uno más.
Los inviernos en Staten Island acostumbran a ser fríos a pesar de que la imagen más común de una isla es la de sol y arena…pero las cosas en Nueva York nunca son como uno se lo espera.
Cuando Rob entró en la consulta, una mañana de enero, el aire se percibía frío al entrar por la puerta. Era un día que rozábamos los 15 grados bajo cero, lo recuerdo por que al pisar las calle tuve que volver a casa y coger un foulard para no quedarme sin garganta. Él llegaba con un gorro de lana gris que dejaba entrever mechones de pelo oscuro,  sus ojos, no muy grandes, eran negros y profundos. No era muy alto ni muy fuerte, pero se le veía de buena raza. 
Se quitó el gorro e hizo un ademán de saludo. El pelo alborotado le caía encima de la frente. 
               - Hola Rob – le tendí la mano y me la estrechó – mucho gusto en conocerle, tome asiento.
Se limitó a no contestar… 
Puesto que ya le había cogido los datos personales por teléfono y me había dado la impresión de ser una persona reservada, me centré en preguntar por el tema que le había traído a mi consulta.   
               - Rob, por teléfono me dijiste que tu demanda formaba parte de un "lío amoroso"... ¿es así como lo definiste verdad?
               - Si.
Se mostraba escueto en sus respuestas, normal también si tenemos en cuenta q no tenia más de 23 años a pesar de aparentar algunos más.
         - Me gustaría que me contases más sobre lo que pasó, me ayudaría a fijar el tema y a ti a centrar tu explicación.
         - De acuerdo...pero le advierto que no me gusta hablar de eso. Mi hermano insistió para que viniera y para que se calle le he hecho caso. 
         - Entiendo... ¿no querías venir?
         - La verdad es que no...
         - Pues adelante, cuéntame lo que tu creas necesario. 
 
Su relato empezó. Las palabras costaban de salir al principio pero poco a poco fue abriéndose camino. Hacía un año que su pareja le había dejado por que…bla, bla, bla.
No podía dejar de observar su rostro, sus ojos...me di cuenta de ello cuando pasados diez minutos ya no sabia que estaba contando, había perdido la mitad de su historia fijándome en él...esta vez la atención dividida había fallado, cosas del cerebro supongo.
Su novia le había dejado en un momento duro para él, sus padres recién había muerto en un accidente de coche, un vecino de la localidad de unos cincuenta años y que triplicaba la tasa de alcohol se había saltado un stop...él también murió, un consuelo, según Rob ya que sino, él mismo se hubiera encargado de que así fuera. 
Suponía que la chica no aguanto su estado después de eso y lo dejo. Des de entonces, su hermano piensa que esta deprimido...
         - ¿Y por que tu hermano piensa esto?
         - Paso horas durmiendo… por que no tengo nada mejor que hacer. Perdí mi trabajo en el mismo momento de lo ocurrido, no estaba para nada ni nadie, y la verdad... ¡me pagaban una mierda! Salgo con los amigos a tomar copas por que algo tengo que hacer, soy joven aún! Mi hermano no entiende eso, él vive feliz con su mujercita y sus dos crios... poco sabe que no pasa por la puerta. 
         - ¿Que quieres decir con eso?
         - Pues eso mismo, su puerta tendría que medir unos centímetros más. 
Decidí desviar el tema…
         - Hablemos más de ti...
Me di cuenta que casi no había anotado nada de lo que había estado explicando...tendría que hacer un ejercicio de memoria cuando él se fuese.
Me contó su infancia y como por el trabajo de su padre, maquinista de profesión, les había obligado a desplazarse continuamente de ciudad. Por fin, se quedaron en un pequeño pueblo y allí pudo empezar a hacer algún amigo, antes no, los había perdido cada vez q cambiaba de lugar, de colegio y de vida.
Parecía que ésta había transcurrido dentro de la normalidad hasta la muerte de sus padres, pero ya no contaba nada más. 
 
Pasados 50 minutos, terminamos la sesión y quedamos en volvernos a ver la semana siguiente, el martes a las 18:30 de la tarde. Para ser la primera entrevista no había estado mal, el chico se había abierto más de lo que seguramente el deseaba y yo esperaba.
Nos despedimos con un apretón de manos...una mano grande, firme y calida. Me estremecí. Cuando la puerta se cerró me senté detrás de la mesa y cogí el boli, el papel en blanco delataba lo poco pendiente que había estado de su relato, pero podía describir perfectamente su rostro y su manera de expresarse. La comunicación no verbal era una parte muy importante de los pacientes, algo era algo. 
 
Salí de la consulta hacia las ocho de la tarde. El piso estaba situado en la Avenida Otis, cerca del parque High Rock, una décima planta compartida con un despacho de informáticos y un gabinete de abogados.
Desde mi divorcio siempre tomaba una copa en un bar a dos esquinas del despacho. Un lugar acogedor, con una larga barra acolchada de cuero verde botella y que servia para acoger a aquellos parroquianos que como yo, preferíamos pasar pocas horas en casa. 
Jack sabía los gustos de cada uno de nosotros. Cuando cruzaba por la puerta, con el maletín en la mano y cara de " tengo pocas ganas de escuchar a nadie más por hoy" me servia un ron con cola. Hacía años que tomaba aquello a pesar de saber que seguramente me estaba jodiendo el hígado i los niveles de azúcar. 
               -¿Un día duro Sue?.
               - Más duros son los días de mis pacientes Jack.

Era la misma conversación cada vez, la terminábamos con una sonrisa cómplice donde los dos sabíamos que ahí la dejábamos y que valía mas tomárselo con humor.

Share this:

2 comentaris :

  1. M'encanta, ja tinc ganes de veure com continua.

    El tema del germà que no passa per la porta m'ha fet molta gràcia, je je, espero que mai em passi a mi

    ResponElimina
  2. Ui la psicóloga, que se ha quedao prendaita de su paciente, sí que nos has dejado con la intriga...

    ResponElimina

 
Copyright © Revista CriTeri. Designed by OddThemes