En
el capítulo
anterior sobre el tema repasábamos algunas de las sorprendentes
transformaciones que sufre el adulto primermundista cuando pasa a tener un ser
humano a su cargo…este mes, con el tema más asumido, repasaremos los no menos notables
cambios que sufren las crías humanas al cruzar el umbral del año o año
y medio de vida (ya sabéis, esa edad a la que te refieres en meses cuando
hablas con otros padres y en año con decimal cuando hablas con los civiles)…y
es que en unos meses han pasado de hacer más o menos lo mismo que una estrella
de mar (funciones vitales básicas – deglución, excreción – y movimientos
caóticos) más alguna risa puntual, para convertirse prácticamente en un perrete
antropomórfico. Sin ánimo de ofender a los críos ni a los perros. Este
mes repasaremos estos cambios que importarán vagamente a los que los están
viviendo o han vivido recientemente, y nada en absoluto al resto de la
población mundial:
-
Una puerta es un objeto que siempre estará mal colocado: si está cerrada, la
cría intentará abrirla a toda costa para ver lo que hay al otro lado…una vez
explorada la habitación / pasillo / rellano / portal / acera, o simplemente una
vez cruzada la puerta, intentará cerrarla inmediatamente con el mismo ahínco.
Si se cierra, nuevo drama, ya que necesitará ayuda para pasar al lado inicial…
Volvemos
a atacar con la (i)literatura infantil: por lo visto aún no es de dominio común
la posición de los ojos de los caracoles…
-
Una cosa importante que les diferencia de etapas anteriores es que el puro
instinto animal va dejando paso a la fase de aprendizaje, basado en la imitación:
hasta tal punto están programados para imitar, que copiarán cualquier gesto,
voluntario o no (y son los involuntarios los que serán sin duda priorizados),
que vean: si te tapas la boca al estornudar, fingirán un estornudo mientras se
tapan la boca, para asegurarse de haber entendido bien cómo ejecutar una
maniobra que nunca saben cuándo les puede reportar algún beneficio de cara a la
supervivencia o al éxito social…
- El
mencionado aprendizaje por imitación funciona generalmente bien, siendo posible
enseñarles toda suerte de gestos y combinaciones sencillas de palabras. Así, aprenderán
rápidamente a decir dónde tienen el pelo, los ojos, aprenderán el nombre de
familiares y amigos a partir de fotos…y serán capaces de repetirlo con soltura,
a menos que haya alguien delante. En ese caso, responderán a la pregunta con cara
de no entender lo que les estás pidiendo…
-
Aprenden a caminar…una fase que dura unas horas, ya que inmediatamente después
pasan a dos únicas posiciones: quietos o corriendo.
-
Al ganar en autonomía, pasan a hacer o a querer hacer cosas solos…comer, cerrar
la puerta de la calle desde dentro cuando sales a despedir a una visita, coger
vasos de cristal para ver cómo suenan al caer, acercarse a tocar los perros más
amenazadores de los quinquis del parque…
Todo buen libro infantil debe mostrar animales felices...incluso aquellos que están a punto de ser devorados por otros...véase a este pez sonriendo a la vida...las cosas siempre pueden ir peor!
- Los sentidos, siempre en alerta: igual que un perro ladra al oír un ruido en la escalera del cual ha podido no percatarse el dueño, la cría humana está en guardia permanente ante el incipiente número de estímulos que es capaz de nombrar o cuyo sonido puede emular...se convierte así en un detector muy eficiente de perros, bicis, gatos, la Luna o los tañidos de las campanas, incluso cuando claramente estaba concentrado haciendo otra cosa. Un caso extremo es cuando en una canción o conversación cercana, sin que la criatura esté prestando atención, alguien dice una palabra que él/ella conoce y es capaz de decir…indudablemente su cerebro la aislará, procesará y verbalizará varias veces, para probar que sin duda esa palabra en concreto sí que la conocía…
-
Hay un avance notable, que es el inicio de las palabras inteligibles…y el
orgullo evidente que les supone utilizarlas. Da igual el número de palabras que
conozca, las utilizará de manera masiva, recreándose en ellas en bucles
colosales que pueden consistir en dos o tres palabras aparentemente no
relacionadas, que lanzan en formato de bombardeo de saturación…
-
Puede estar ignorando a uno o varios de los presentes en una habitación…pero cuando
una de esas personas salga, será perseguida implacablemente con alto riesgo de
desconcierto y llantos.
No hay nada como unas buenas aletas para que los patos puedan nadar en condiciones...no deben tener, por lo visto, ninguna adaptación morfológica al respecto...
- La paciencia es un concepto vacuo: si saben decir “agua” y tienen sed, lanzarán una andanada de “aguaguaguaguagua” que puede durar tantos segundos o minutos como el adulto al cargo tarde en satisfacer la petición…
-
Empiezan a utilizar los ojos y las manos para conocer objetos nuevos: ya no
solo se los llevan a la boca, sino que empiezan a observar y a manipular…esto
no quita que de vez en cuando no gusten de probar cosas como por ejemplo el
caldo jabonoso (y probablemente rico en urea) en el que queda convertido el
contenido de su bañera, e incluso deleitarse con ello y repetir…
-
Cuando están cansadísimos hacen algo parecido a un perro al que has enseñado
varias órdenes básicas (sentarse, dar la pata, girar sobre sí mismo) y ve que
le ofreces una recompensa por hacerlo correctamente y no sabe muy bien qué es
lo que le pides: hacen todo lo que saben…simultáneamente: todos los gestos,
ruidos y palabras que haya aprendido en los últimos días serán encadenados en
un chorro continuo de gestos y palabras; todo juguete o libro a su alcance será
con el objetivo de aguantar despiertos
unos segundos más…
Pese
a que muchos de estos cambios pueden resultar ingratos, es una fase claramente
más interesante que la de estrella de mar…
El
observador
El
momento jocoso:
Pese
a la lamentable deriva de este periódico, aún se le pueden salvar algunas
cosas…
Gracias
a nuestra corresponsal en York!
La
cita:
“Qué
gran cantidad de equivocaciones las que cometemos los que hemos pretendido
enseñar sin haber alcanzado todavía la madurez del espíritu y la tranquilidad
de juicio que las experiencias y los mayores conocimientos van dando al final
de la vida. El mero conocimiento no es sabiduría. La sabiduría sola tampoco
basta. Son necesarios el conocimiento, la sabiduría, la bondad para enseñar a
otros hombres. Lo que deberíamos hacer los que fuimos alguna vez maestros sin
antes ser sabios, es pedirles humildemente perdón a nuestros discípulos por el
mal que les hicimos”
Héctor
Abad Faciolince, El olvido que seremos
Estrella de mar / perro antropomórfico, qué grande! Las comparto todas!
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