Hace
unos años se ventilaron por aquí las impresiones personales tras haber visto
dos series monumentales y a la vez antagónicas: The
Wire y Breaking
Bad. Desde
entonces, uno ha ido buscando algo que estuviera a la altura, habiendo
disfrutado por el camino, aun sin llegar a las mismas cotas, de muy dignas metadonas
como True Detective, Tremé,
Rick & Morty y los inicios de Black Mirror (visionado en marcha). Sí, sé que
hay muchas más series extraordinarias pero se llega hasta donde se llega.
Siendo todas ellas muy buenas, en mi opinión han sido superadas, quizá por mis
meridianas expectativas iniciales, por una pequeña joya de 8 horas con la que
di por casualidad, llamada The night of (Steven Zaillian y
Richard Price, 2016).
No es la Nueva York en la que transcurre la acción de la serie, pero es
Des Moines (Iowa), casi del todo lo contrario.
El
formato de 8-10 horas es a priori extraño, pero que me está empezando a seducir
profundamente, siendo una duración que permite contar muy bien una historia con
varias subtramas, sin la sensación que estoy desarrollando cada vez más intensamente
ante muchas películas, que me empiezan a parecer forzadamente aceleradas.
Además, este formato evita el riesgo contrario, el de muchas series que se
hacen repetitivas, que fuerzan las historias más allá de lo previsto
inicialmente y que contienen los inevitables episodios embotellados. Si a ello le sumamos el incremento
de la calidad cinematográfica (en cuanto a técnicas, tramas y reparto) de las
series en los últimos años, estamos ante un formato que es una interesantísima
interfase entre una película larga y una serie. ¿Es un formato que ha venido
para quedarse? Yo espero que sí.
Hace
no tantos años este formato de serie era totalmente excepcional, salvo muy
honrosas excepciones (Yo, Claudio, Hermanos de Sangre o la hispano-argentina Vientos de agua). Lo más parecido podían ser los (predominantemente)
engendros de sagas de películas que no solían tener apenas homogeneidad y que,
en general, iban sumando capítulos con fuertes altibajos en el mejor de los
casos, y de interés decreciente en la mayoría de ellos… Una excepción
extraordinaria y no tan conocida es la trilogía de La condición humana (Kobayashi,
1959-1961).
Volviendo
a The night of, es materialmente imposible
decir de qué va o qué es lo que más me ha gustado sin destripar completamente el
primer capítulo, que funciona exclusivamente como la presentación de la trama
que se desarrollará en los siete episodios siguientes. Si quieres verla a
ciegas, no leas más. Si estás dispuesto a renunciar a la sorpresa del 12%
inicial de la serie, sigue leyendo…
La
serie trata, principalmente, sobre cómo puede cambiar para siempre tu vida y la
de tu círculo más cercano (familia, amigos, y otros allegados) por un incidente
desafortunado. En este caso, un neoyorkino de origen pakistaní se despierta,
tras una noche muy agitada, en la escena de un asesinato, aparentemente sin
recordar (casi) nada de lo que ha pasado. A partir de ahí, se desarrolla uno de
los mejores documentos judiciales-policíacos que uno ha visto. Las líneas
generales de la trama no son nuevas: un miembro de una minoría aparece en una
situación tremendamente comprometedora y tanto la policía como la acusación
hacen las cuentas fáciles; la defensa del acusado se centra en crear la célebre
“Duda razonable”. Esto os sonará a Doce hombres sin piedad (Lumet, 1957), entre otras. La gran
novedad es el manejo extraordinario de nuevos fenómenos como el impacto profundo
e inmediato de los medios de información y las redes sociales, las
omnipresentes cámaras de seguridad en la paranoica Nueva York post-11S y, sobre
todo, el linchamiento social de cualquier sospechoso y de su entorno,
especialmente cuando puede ser fácilmente etiquetado: en este caso, lo único
que ve la “masa” es un musulmán; todo el resto de detalles (además del matiz de
la presunción de inocencia) parecen no importar. El resto de la trama espero
comentarlo con quien haya visto la serie, no es plan de avanzar más cosas…
Por
último, debo decir que la fotografía de Nueva York es extraordinaria, los
detalles técnicos (enfoques, uso de reflejos y sombras) cuidadísimos, el ritmo
está perfectamente marcado para conseguir un desarrollo detallado pero
trepidante, y hay un abundantísimo humor negro. Y además está John Turturro.
El
observador
El
enlace:
Como
colofón a la sucesión de artículos sobre el cortometraje en cuya producción
participé activamente (1, 2, 3 y 4), se hace saber que tenemos la firme intención de
seguir trabajando de manera no remunerada en estas cosas. Y es que ya estamos
preproduciendo el siguiente corto, “Nina
de paper”, basado en un cuento de Muriel
Villanueva. Ahora
mismo lo que más falta nos hace son mecenas
interesad@s en echarnos una mano para cubrir gastos…si te interesa, puedes visitar
el siguiente enlace a la campaña de Verkami:
Durante
el mes de febrero esperamos recibir las aportaciones necesarias, a cambio de la
cual ofrecemos interesantes recompensas…si te interesa, no lo dejes para el
último día!
Muchísimas
gracias en nombre del equipo de Círculo Bipolar y disculpad la publicidad!
Serie que me apunto! Espero que consigais la recaudación necesaria para el corto, ya casi lo teneis!
ResponEliminaEspero que te guste, ya me dirás! Y, efectivamente, hemos conseguido completar el verkami! Infinitas gracias a l@s que nos habéis ayudado!!! :)
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