En este número tan señalado retomamos
la serie (dispersa, como puede observarse) de artículos que intentan presentar
y discutir las consecuencias del consumo de aceite de palma, tanto para el que
lo ingiere como para el Planeta en general; no aspiramos a menos…
Este producto no es un
ingrediente inédito ni desconocido que se haya inventado recientemente alguna
malvada multinacional; en la Europa continental y oceánica se emplea desde hace
décadas en freidoras de todo calibre: para que os hagáis una idea, ese
saborcillo tan peculiar e irreplicable del fish&chips que habréis degustado
en alguna isla británica no es precisamente aceite de oliva virgen extra. Lo
que es nuevo es la escala a la que se está produciendo el aceite de palma y,
como resultado, la bajada de su precio a nivel internacional. La consecuencia
última es su aparición masiva en productos alimentarios y en regiones
geográficas en los que nunca se había empleado, por haber alternativas locales más
baratas, principalmente, aceite de girasol o de oliva. Si eres de aquell@s a
l@s que les gusta leer los ingredientes de lo que te planteas comprar habrás
visto lo difícil que es encontrar productos elaborados basados en cereales
(galletas, pan tostado, bollería, etc) que no tengan entre sus tres primeros
ingredientes aceite de palma o de palmiste, o bien “grasas vegetales” sin
identificar, un sinónimo casi garantizado del aceite de palma y que aún no
entendemos cómo puede ser utilizado de manera legal.
Este mes intentaremos responder a
una pregunta: ¿de dónde viene la palma? La respuesta es muy sencilla y
accesible, gracias a las estadísticas
de la FAO: señalas los países que te interesen, eliges ver los resultados
por superficie y seleccionas el cultivo (en este caso, “oil, palm” y los años
que quieras consultar. Si te da pereza, puedes ver este mapa con los resultados
de 2013:
Como puede verse a continuación,
hay tres países que concentran el 80% de la superficie de palma de aceite:
Indonesia, Malasia y Nigeria (datos de 2014):
Entre estos tres países sumaban
en 2014 una superficie en producción de casi 16 millones de hectáreas (80% de
la superficie mundial), equivalentes a más de un cuarto de la Península
Ibérica.
Sin embargo, lo más sorprendente y
alarmante es el ritmo de crecimiento de esta superficie, que se ha duplicado a nivel global entre 1999 y
2004. En este lapso, las cifras muestran un ligero incremento en África, pero
se multiplican por 3,5 en Centroamérica y por 2,5 tanto en el sudeste asiático
como en Sudamérica...
El impacto ambiental de consumir
un producto que ha viajado más de 6.000 kilómetros es ya de por sí evidente.
Sin embargo, el daño es particularmente severo debido al tipo de superficie que
se emplea para estos cultivos que es, en su gran mayoría, bosque tropical o
subtropical. Por ejemplo, en Indonesia, la superficie dedicada a este cultivo
ha aumentado en periodo 1999-2014 en 5.6 millones de hectáreas, mientras que la
superficie deforestada en el país en ese mismo período ha sido de 9,6 millones de hectáreas. Es
evidente que hay otras causas de deforestación en áreas tropicales (fomento de
la ganadería y los cultivos de soja, principalmente), pero el aceite de palma
no es desdeñable.
Por acabar de ilustrar este drama, os invito a viajar
(físicamente o con el mapa interactivo de Global Forest Watch, como os
cuadre mejor) al sudeste asiático. La página permite ver la evolución de la
superficie deforestada desde 2001, así como la destinada a este cultivo (menú “land
use à
oil palm). Por ejemplo, éste es el bonito aspecto de la isla de Borneo, con las
plantaciones de palma en color rosa.
Y si os va la marcha y lo que queréis
es ver directamente cómo ha cambiado el paisaje entonces vuestra herramienta es Google Earth.
Podéis descargar el programa aquí y
ya podéis poneros a dar vueltas…en el menú superior hay un reloj con una flecha
verde, que permite consultar imágenes históricas…ahí va una bonita serie de
fotos que ilustra cómo estas plantaciones suponen un cambio en el paisaje desde
2012 hasta 2015; la imagen representa 2,5 km de anchura:
Abril de 2012: un bosque
tropical.
La misma zona, en julio de 2013:
el bosque ha sido cortado en su gran mayoría, y se empieza a ver una incipiente
red de caminos y de terrazas
No vamos a cometer el error de
negar a estos países la posibilidad de eliminar bosques para hacer agricultura.
En Europa hemos estado en esa fase durante los últimos milenios, a excepción de
los últimos 100-150 años. Lo que es una lástima es que, en vez de generar
cultivos agrícolas de una manera lo más sostenible posible, con técnicas que
hoy están disponibles y aprendiendo de los errores, se esté atendiendo únicamente
a la dictadura del Mercado, en forma de plantaciones industriales
extremadamente rentables para unos pocos pero que son solo un remedio pasajero
(y un suicidio a largo plazo) para los locales.
Tod@s nosotr@s podemos decidir si
queremos alimentar esta rueda o no…comprando o no productos con aceite de palma
y consiguiendo que no sea un ingrediente tan rentable para la industria
alimentaria.
Si os queda alguna duda,
intentaremos disiparla en próximos capítulos…ya que, además de ser un desastre
ecológico, se trata de una de las grasas menos saludables…
El observador
Un par de enlaces sobre el
tema:
- Un grupo de consumidores que,
con más o menos eficacia, indica productos que llevan y que no llevan aceite de
palma: https://www.facebook.com/groups/1693063630758359/
- Un vídeo para ver de primera
mano la transformación de un bosque tropical en una plantación de palma de
aceite.
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