Por cuestiones laborales uno tiene la suerte de visitar
puntualmente otros países (suerte por visitarlos y suerte porque los viajes
sean algo excepcional y no la norma). Cuando las visitas se hacen recurrentes y
el país es suficientemente pequeño, se podría incluso decir que los conoce más
o menos bien, contando siempre las restricciones impuestas por el tiempo
disponible, las barreras lingüísticas y culturales y, en el caso que nos ocupa,
la libertad de movimientos. Por diversos motivos, Líbano ha sido un destino
recurrente en los últimos años y aunque uno no ha acabado de asimilar todo lo
visto, leído y vivido, ya da como para ir aireando cosas…hoy haré un breve
repaso del contexto histórico que llevó a crear hace menos de 100 años un país inédito
en una región del Mundo en la que se ha cortado gran parte del bacalao
geopolítico desde los inicios de la Historia, y que aún es el escenario donde
miden su poder todas las grandes potencias.
Por ubicar a los más perdidos, despistados, o simplemente
a la generación que cree que no tiene por qué saber nada que pueda obtener en
unos segundos de manipulación de su móvil, ahí va una imagen de la zona de
unión de Europa, Asia y África, que contiene el centro neurálgico de todas las Grandes
Civilizaciones de la Historia a excepción de los últimos 500 años, y con
permiso de China, India y alguna civilización americana. Casi en el centro de la
misma: Líbano.
La importancia de la zona que ocupa actualmente este país
fue fundamental desde los inicios de la Historia, al estar ubicada en las rutas
de comunicación entre Mesopotamia y el Mediterráneo…por aquí estaba la mítica Canáan y no son pocas las
ciudades mencionadas en la Biblia que han llegado a nuestros días (Tiro, Sidón,
Byblos – que es, por cierto, el asentamiento humano más antiguo poblado de
manera ininterrumpida hasta hoy). Incluso la palabra “Líbano” se menciona 70
veces en el Antiguo Testamento.
Esta zona fue ocupada, sucesivamente, por cananitas, egipcios,
hititas, asirios y neoasirios, fenicios (cuyo centro neurálgico era
precisamente el Líbano moderno), neobabilonios, persas (aqueménidas), griegos (seleúcidas),
armenios, romanos (en segundo término, bizantinos), los sucesivos califatos y
sultanatos árabe-musulmanes con un leve lapso en que perteneció a los Estados
Cruzados y, durante 400 años hasta el fin de la Primera Guerra Mundial, Imperio
Otomano. La importancia de este último no se nos ha explicado lo suficiente a
los europeos occidentales, pero marcó hasta nuestros días el carácter de toda
esta zona, como sabrá cualquiera que haya viajado por, por ejemplo, los
Balcanes:
Es decir, que estamos a punto de cumplir 100 años de la
caída de este descomunal Imperio, precipitada por el fin de la Primera Guerra
Mundial, y que dio lugar al despiece del mismo por las nuevas potencias
dominantes (“Occidente”), con el objetivo de reducir la amenaza de una gran
nación musulmana otomano-árabe-persa, para lo cual se crearon países inéditos
(Irak, Líbano) y fronteras hechas con tiralíneas para repartir las áreas de
influencia; véanse las bonitas rectas que
delimitan parte del perímetro de Siria, Egipto, Arabia Saudí, Yemen, Irak…en
este proceso se fueron creando países de tamaño mediano y con cierta
homogeneidad étnico-religiosa…y presumimos que debieron dejar el último trozo,
el más pequeño, intrincado y complejo (en cuanto a grupos étnicos y condiciones
naturales) para el final, como veremos en el próximo capítulo.
Por salir del paso, se creó en primer lugar un
protectorado francés durante el período de entreguerras, pasando por fin a ser un
país independiente al final de la Segunda Guerra Mundial. Y cuando parecía que
el país podría iniciar por fin una época de paz y prosperidad, unos meses más
tarde se creó Israel y el Líbano fue, inevitablemente, escenario y participante
en las inmediatas guerras árabe-israelíes. Las tensiones
internas acabaron desembocando en una guerra civil (1975-1989) y posteriormente en una
inestabilidad política extrema que dura hasta hoy, tras haber pasado por una
fase de “semiprotectorado” Sirio que duró hasta 2005. Un par de muestras del
estado de volatilidad del país: en 2005 el presidente Rafik Hariri fue
asesinado, en 2006 hubo una breve guerra entre Líbano e
Israel que hizo que aún hoy el 20% del sur del país esté bajo
control de la ONU; durante los cinco años siguientes hubo profundas crisis
de gobierno que hicieron que en 2008 el país entrara
en el top 20 de Estados
Fallidos. Y para redondear la situación, en 2012 la guerra civil Siria ha
salpicado inevitablemente al Líbano, con enfrentamientos directos en algunos
puntos del norte del país (entre facciones libanesas) y del ejército
y el partido-milicia Hezbolá contra el DAESH, además de la entrada de más de un
millón de refugiados. Curiosamente, la amenaza del DAESH como enemigo común ha servido para unir a (casi) toda la población libanesa, lo que ha
permitido cierta cohesión, favorecida por una institución que, de manera sorprendente,
hace que todas las etnias se sientan representadas, y que goza de más prestigio
que cualquier gobierno: el ejército.
Se debe aclarar que, a pesar de esta
situación de aparente anarquía, el visitante no percibe en absoluto un ambiente
peligroso o violento. Salvo por los continuos controles
de carretera, el país parece completamente normal...
El próximo mes veremos las particularidades sociales y
geográficas que hacen único al Líbano…
El observador
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