Los prescindibles

Ya que sale el tema de la superpoblación en el Mundo y la necesidad de regular la utilización racional de los recursos naturales, podríamos, para variar, mirar a ver cuántos nos sobran de los de Aquí, y no buscar como siempre entre los de Allá los que no hacen falta, que parece que son los únicos que tienden a abarrotar el Planeta. Para empezar, nos sobra toda esa gente que integra las colas de energúmenos que luchan por comprar, por el triple de su precio normal, la misma cena de Navidad (o ligeramente mejor, si puede ser) que el vecino, o el roscón de reyes hecho en octubre y descongelado a tiempo de colocárselo al cliente delante de las ansiosas narices que llevan horas haciendo cola, para cobrárselo a precio del manjar más sublime. Cabría cierto lugar para la esperanza (no se abundará en el tema de los famosos brotes verdes) con la llegada de la famosa Crisis, pero seguramente se vea el mismo espectáculo repetido cumpliendo con el ancestral rito que siguen desde hace generaciones…

No merece la pena invertir esfuerzos en preservar los genes de aquellos que van a reciclar cosas pero que se conforman con el 99%, y dejan los materiales a reciclar frente al contenedor que toca (o el que no toca), aunque haya sitio de sobra; véanse esas cajas de cartón que rodean todo contenedor de papel no necesariamente lleno. Con un pequeño esfuerzo adicional, igual haces un buen servicio y todo.


Los jardines de Okayama...


¿Qué necesidad tenemos de seguir conviviendo con los comenzadores de refranes? Ésos que a la menor ocasión atacan con la expresión de turno, dejándola abierta para conseguir un efecto sin duda demoledor en el interlocutor. Claro, que lo peor ocurre cuando encuentran un camarada dedicado en exclusiva a cazar los refranes en el aire y machacarlos, terminándolos con un gesto de suficiencia. También se incluyen aquí los explotadores de lugares comunes; un poco de imaginación, por favor…

La Sociedad moderna puede prescindir de aquellos que utilizan masivamente abreviaturas y contracciones ininteligibles en un correo electrónico, un medio de expresión que es probablemente el único por el cual tienes que pagar lo mismo por enviar un mensaje cortísimo o por un mensaje muy largo (habida excepción de la gente que se conecta en un ciber-café o similar, que no es precisamente la mayoría)… no escatimen unas décimas de segundo por esa persona a la que se están tomando la molestia de escribir, por mucho que necesiten cada instante del día para exprimirlo en alguna importante ocupación.



No es estratégico conservar como integrantes de la sociedad a esos sujetos que, en la carretera, reducen a 50 delante del radar en una zona de 70. El radar solo multa si vas más rápido de la velocidad máxima, no devuelve dinero porque pases muy despacio por delante, nadie te dará una gratificación, no devuelven puntos. Por supuesto, una vez superado el radar esos personajes vuelven a acelerar repentinamente, realizando todas aquellas maniobras que resulten entre vagamente y muy molestas al resto de conductores, a saber: ir con las antinieblas puestas cuando no hay ninguna necesidad; pegarse al de delante teóricamente para que acelere y evitar una colisión, o bien para sacarlo de la carretera.

También es bastante suprimible la gente que hace demagogia baratísima sobre las ambulancias que se podrían haber comprado o las escuelas que podrían haberse construido en África con lo que ha costado un futbolista fichado por el equipo que no me gusta, cuando paralelamente elogian las bonanzas de otro tipo fichado por una cantidad no demasiado diferente por el equipo que sí me gusta… estas muy solidarias y bienintencionadas reflexiones de periodista deportivo respecto al tipo o al equipo que cae mal son bastante lamentables. Igualmente, no hace falta la gente que habla con sumo desprecio de los petrodólares o los ladrillodólares (curiosamente, tras décadas de burbuja inmobiliaria nadie tuvo tiempo de conseguir una denominación unitaria para esa importante unidad económica nacional) de otros equipos, frente a los euros ganados honradamente por mi equipo, para fichar a un jugador bien simpático y que viene porque siente los colores de toda la vida.



Son muy extinguibles aquellos que compran el coche más grande que puedan, aunque sea un vehículo militar, si bien se les disculpa en caso de que ése sea el único vehículo capaz de albergar sus enormes complejos…

Por último, cabe mentar a aquellos sujetos que creen que por vestir a un perro (con gran sufrimiento en general para el animal) como una persona deben tratar de razonar con él, explicándole son sólidos silogismos la importancia de no deyectar en el momento que no toca, o bien la importancia de respetar los pasos de peatones para preservar la integridad física.


La mayoría de los citados elementos tienen aún cura, y posibilidades de redimirse e integrarse en una Sociedad medianamente evolucionada. Para otros, ya es tarde…


El observador

Se recomienda:

La película “Olvídate de mí”, de Michael Gondry
La canción “Patxanga”, de Antonia Font
El libro “Nudo de víboras”, de François Mauriac

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