La década tonta

Casi sin darnos cuenta, vamos ya pasando década, a por la segunda del Siglo XXI, casi nada. Parecía que no acabábamos de hacernos a este nuevo siglo, que empezábamos a lo tonto y ahora ya no hay vuelta atrás. Diez años tan lamentables que, por no tener, no han tenido ni nombre; al menos cuando acabaron los ochenta con su laca y sus hombreras (quien las inventó, un desgraciado; quien las puso de moda, un genocida) sabíamos que pasábamos a una nueva fase, los noventa con sus…en fin, aún no ha pasado suficiente tiempo como para poder caracterizar los noventa o separarlos de la década siguiente; sin embargo ¿cómo referirnos a esta década que está a punto de morir innominada?

Estos infames diez años han tenido de todo: los yanquis han encontrado por fin un sustituto para los comunistas, parece que China estaba de hecho despierta, los rusos vuelven a estar en el ajo gracias en gran parte a los antinucleares europeos, conseguimos llegar a los mil millones de personas hambrientas y las injusticias de siempre se mantienen en plena forma; por Aquí creció y creció la burbuja inmobiliaria y aún tuvo tiempo de explotar en un festival en el que al resto del mundo le dio por solidarizarse o simplemente arrimar el hombro para llevarnos a la mierda cada uno por su lado y a la vez todos juntos; ya le tocó a Grecia, Irlanda, veremos qué pasa con Portugal y de paso si hacemos gala de nuestra membresía de honor entre los famosos PIGS, y entramos hermanados a engrosar la lista de deudores del magnánimo FMI.


Una de atardeceres para ilustrar el ocaso de la década

La cosa ya empezó mal y con dudas, no se sabía si la década comenzaba en el 2000, que era el cambio más notorio, nada menos que cuatro cifras de golpe, o en el 2001, que ya parecía bastante menos cambio, total, una ridícula unidad, una gota en un mar. Y es que tampoco está tan claro que tuviéramos suerte al no haberse acabado el Mundo cuando lo vaticinaron los apocalípticos del famoso eclipse de sol del 2000. De ahí al desastre total todo vino rodado…a mediados del noveno mes de gestación de la criatura, la raza humana (en realidad, la especie humana) dio a luz su primer gran conflicto internacional (aunque ya había unos cuantos en marcha) que luego dio lugar a otros bastante peores en sitios más habituales; que mueran 2.600 personas en Nueva York fue muy lamentable, pero los más de 100.000 que les han seguido posteriormente en Irak (sin contar Afganistán) quizá ya hayan sido suficientes. O parece que aún no, mientras siga interesando a los amiguetes que han pasado a un plano más cómodo (toda la plana mayor del exgobierno republicano, sus primos hermanos británicos y otros tantos espabilados que hayan metido la cuchara y ahora viven plácidamente en la sombra viendo cómo crecen sus ingresos procedentes del siempre fiable petróleo, la presunta seguridad privada al mejor postor, la logística militar, en fin, unas hermanitas de la caridad; como decía Dylan cuando tenía algo que decir, habría que preguntarles “Is your money that good?”), todo, eso sí, bien vestido como cruzada por el bien del planeta, la libertad duradera y en pos de la luz y las verdades absolutas de las que nosotros y solo nosotros somos poseedores. Se aguardan con esperanza unas buenas wikileaks al respecto que quiten alguna que otra máscara, como si eso fuera a cambiar algo…


En cuestiones más locales estos años nos han servido para ver sin sorpresa cómo la economía puede crecer vertiginosamente para beneficio de muy pocos para después hundirse para perjuicio de casi todos (algunos siguen sacando tajada, mayor si cabe, al poder despedir con menos explicaciones y contratar más barato y peor, y si no te gusta pues ya sabes dónde está la puerta); todo se sabía, pero ninguno (de los que pudieron) quiso poner freno.


¿Qué perdimos al comenzar esta década? Con los noventa murió lo poco que quedaba de analógico (que por aquella época no tenía ese apellido; simplemente los artilugios eran digitales o eran normales), así como otras tantas cosas con las que nos desenvolvíamos con cierta soltura, y que ahora nos costaría horrores volver a utilizar: el MS-DOS con su “dir” (incluso “dir.exe” para los más avezados), su “cls”, su “cd”; no veremos más que en museos los enormes discos de 5 ¼ o cómo hacer un diskette de doble densidad convertirse mágicamente en uno de alta densidad con un agujero; no volveremos a jugar a la Gameboy y a maravillarnos ante la simplicidad y perfección prístina del botón de encendido que a su vez era el sistema de bloqueo del cartucho, o incluso ese botón de “turbo” de los ordenadores que se pulsaba para conseguir velocidades estratosféricas de 33 a 66 Mhz…nunca más consultar diccionarios, enciclopedias, se acabó la necesidad de memorizar cualquier cosa, toda la información que llegarás a tener en la vida, y aun millones de veces más; ya está y estará siempre en internet, (traducible automáticamente en todos los idiomas imaginables)…internet, un ente que hace diez años se nos antojaba a la mayoría como algo ignoto y extraño, con un enorme potencial por lo que decía la gente pero que no le sacábamos mucho más provecho que la dudosa satisfacción de “chatear” con gente que no habíamos visto nunca, ni de hecho llegaríamos a ver.

En esta década dejamos de elegir con precaución las fotos que hacíamos, dejamos de mirar por el objetivo de la cámara, para pasar a estirar al aire ambos brazos en eucarístico gesto (solo falta sustituir la cámara por unas manos haciendo la forma de triángulo para que la experiencia sea plenamente mística) y fotografiar a discreción cualquier mínimo e intrascendente detalle de la realidad que nos rodea, codo con codo con otros varios cientos de fotógrafos que registrarán exactamente la misma imagen para la posteridad (palabra que quizá también haya desaparecido, o al menos se haya devaluado totalmente, durante esta década), junto con otros cientos, miles de gigas de información que nunca nadie volverá a mirar y que se acumulan indecentemente y sin remisión en ordenadores, discos duros, nubes de internet... en fin, el giga en formato físico (disco duro) vale hoy menos de 0,1 €, incluyendo el canon a pagar a presuntos artistas por si acaso se te ocurriera utilizar el disco duro o el ordenador para hacerte con copias de sus obras… Siguiendo esta línea, posiblemente el Ministerio de Interior añada otro canon próximamente a los mismos productos gravados con el canon de la SGAE, así, en caso de que te dé por la ciberdelincuencia, ya habrás pagado parte de la multa por adelantado. Ya que surge el tema, no estaría de más aplicar a la SGAE (cuya versión vampiresca es también otro gran invento de lo que va de siglo) un canon de responsabilidad civil por cada disco vendido, por si acaso un autor afiliado hubiera incluido en el repertorio algunas letras de contenido punible y después se declarara sin fondos para pagar una posible compensación a los afectados. Sería lo mínimo a exigir a tan noble institución.


Pero no solo perdimos lo que existía antes; si una cosa ha hecho a esta década distinta de las previas es el hecho de generar otros tantos fenómenos que también han sido desechados a la misma velocidad fugaz en la que fueron ensalzados y metidos hasta en la sopa: cuántas palabras aprendidas y ya denostadas, camino del olvido: napster, terra, amena, moviline, lycos; esos grupos de música de consumo tan infames como fugaces (t.a.t.u., Eminem, Rodolfo Chikilicuatre, Il Divo, Lou Bega…).

Se podría uno extender durante megas y megas sobre todo lo nuevo que ha traído esta década, pero ya que el tiempo de nuestros lectores sigue siendo finito y no se puede colgar en ninguna nube informática, lo dejaremos por aquí para que cada uno piense en lo que hace unos diez años comenzó a irse para no volver, y qué nos ha quedado a cambio…

En fin, Krahe tiene una canción llamada “Asco de siglo” que reniega de lo ocurrido en el XX; quizá no sabía el genio lo que nos esperaba en aqueste que empieza…



Quién se acuerda de…
…el efecto 2000…aquella tragedia global según la cual un solo ordenador que no estuviera preparado para el cambio de dígitos pudiera arrastrar al caos global y al apagón digital...aparentemente, aún hemos sobrevivido.


La cita:
“No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y el aquí”.
Ernesto Sabato, “La resistencia”.


El enlace:
Por si queda aún alguien ahí fuera a quien le gusten las guías Lonely Planet (también conocidas como “el último recurso cuando no hay ninguna guía alternativa”) ahí va un enlace a unos cuantos cientos de ellas, en pdf:

http://keznews.com/forum/viewtopic.php?t=22298

Piratead sin remordimientos, ellos también lo harían…además, ya lo habéis pagado cuando habéis comprado la tarjeta de memoria para la cámara de fotos en la que únicamente habéis metido fotos y en el ordenador desde el cual leéis con profundo amor el CriTeri…

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3 comentaris :

  1. T'has guanyat el títol de MESTRE observador !
    Gràcies per les teves reflexions necessàries.

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  2. Este mes te superas, amigo!
    Un abrazo lejano..

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