Siguiendo con la aún incipiente sub-sección de
entretenimiento y espectáculos contemporáneos iniciado con la reseña de Breaking
Bad, vamos con un repaso brevísimo y sin contar nada de lo que a mí no me
hubiera gustado saber cuando comencé, de una serie tan sencilla en las formas
como profunda en el fondo…”The Wire”, distribuida en España como “La escucha”.
Como en el caso anterior, no hay destripamientos o spoilers de este tratado contemporáneo de filosofía urbana…
Las formas
Los que aún no hayan iniciado el visionado, no esperen
explosiones, coches volando, persecuciones de videoclip ni helicópteros a
cascoporro…de la misma manera, los guionistas han evitado, presumo que
voluntariamente, de recursos tan habituales en toda película o serie actuales como
son los flashbacks (esos fogonazos
del pasado para facilitar que el espectador entienda lo que pasa en el
presente), flashforwards (breves
escenas del futuro para que te reconcomas pensando cómo van a encajar todas las
piezas para llegar hasta ahí) ni otros recursos de los cuales no estoy en
absoluto en contra, pero que no dejan de ser un truco para tener al televidente
intrigado y enganchado. Salvo en momentos concretos, especialmente hacia el
final de cada temporada, y notablemente hacia el final de la serie, no se puede
decir que sea altamente adictiva. Lo cual es maravilloso para quien tiene
tendencia a perder horas de sueño o vida social por salir de dudas sobre cómo
continuará la historia tras un final de capítulo abrumador…
A falta de fotos de la decadente Baltimore, donde se ambienta The Wire, ilustraremos este artículo con fotos de la también decadente Des Moines
No esperen una catarata de planos imposibles, juegos con el
zoom, el encuadre o la perspectiva, ni tampoco esos vuelcos del guión que te
hacen dar vueltas la cabeza para poderte
situar; no abundan los momentos que te hacen apretar las uñas y los esfínteres o
que te aceleran las pulsaciones…alguna hay, pero no son los golpes demoledores
de Breaking Bad…para bien o para mal.
Tampoco esperen encontrarse con una historia de buenos
contra malos: por la serie pasan unos 120 personajes (contados de memoria) a
los que podrías poner en algún momento cara y nombre, o al menos te sonarán
cuando vuelvan a aparecer: ninguno de ellos carece de luces y sombras... Las
concesiones para con el espectador son pocas:
los personajes no se van presentando uno por uno, con su pequeña
historieta introductoria y su nombre repetido veinte veces por si te quedaba
alguna duda…simplemente van apareciendo en escenas y su personalidad se va
formando en tu mente (quien haya visto “21 gramos” sabrá de lo que hablo).
Obviamente no aparecen todos simultáneamente, ni durante toda la serie, pero
hay capítulos en los que pueden aparecer diez personajes nuevos y no te dan más
detalles que su cara o su nombre …en el caso de los personajes de raza negra o
de las infinitas tonalidades mestizas, la identificación y esclarecimiento de
quién es cada uno es particularmente complejo al principio para quien no está
acostumbrado…El ritmo no es particularmente acelerado ni agobiante, pero los
diálogos son a veces vertiginosos. Con
estos datos, se puede intuir que no está de más (¿cuándo lo está?) ver la serie
en buena compañía (esa que no mira
el teléfono ni interrumpe innecesariamente) para aclarar algún cabo que vaya
surgiendo o acabar de entender quién es el personaje que acaba de salir...
Con este último párrafo no se quiere ahuyentar a potenciales
espectadores que tengan tendencia a perderse viendo películas enrevesadas…si se
escapa algo de información no pasa absolutamente nada: el relato es
sobradamente consistente y rico en historias laterales y paralelas como para
que un despiste impida disfrutar de la serie…No se preocupen si no saben el
careto que tiene el tal Cheese al que no hacen más que nombrar, o si se les
olvida el nombre de uno de los policías a los que están hartos de ver pero con
cuyo nombre de pila (o apellido o mote, según quién lo trate) aún no se han
quedado. Precisamente, lo que se pretende con este párrafo previo es animar a
no agobiarse si en los primeros capítulos uno se pierde con algunos personajes
y no acaba de atar cabos; con un poco de paciencia y atención uno puede reengancharse
sin problemas.
En cuanto a los aspectos indiscutiblemente positivos de “las
formas” de la serie se puede poner en primer lugar su absoluta verosimilitud, enriquecida precisamente
por los abundantes y complejos personajes. Al no pasar cosas “de las que solo
se ven en las películas”, al no haber superhéroes ni supervillanos, al no haber
giros demoledores del guión ni tampoco aclaraciones ni efectos visuales, la historia se va cocinando a fuego lento (el
inicio de cada temporada puede parecer incluso vagamente tedioso, aunque un
revisionado por puro gusto permitirá comprobar que no sobra nada, aunque, como
se dijo anteriormente, tampoco ocurre nada si pasó inadvertido), y adquiere una
sensación de realidad absolutamente hipnótica. Se trata de uno de los casos más
evidentes en los que el espectador no piensa “vaya actorazo” sino que lo
difícil es darte cuenta de que están actuando…es casi imposible imaginarse a
cualquiera de ellos en otro papel…
Los otros dos aspectos que es obligatorio destacar son los diálogos (hay quien dice que es una
video-novela, y que el guión es pura literatura) y las dosis de humor, casi siempre negrísimo, que
acaban de dar cuajo al conjunto.
Por si les quedaba la duda de si The Wire se vería afectada
por el talón de Aquiles de la mayoría de series de cierto renombre: está muy
bien cerrada, de una manera acorde al conjunto de la serie. Y si hubieran hecho
una sexta temporada tampoco habría ofendido a nadie. La serie fluye y no tiene
ni principio ni final.
El fondo
Sin entrar en más detalle, tanto por no aburrir como por
falta de capacidad de quien suscribe, se dirá que la serie abarca, de manera
más profunda de lo que uno podría suponer en 60 capítulos, y siempre invitando
a la reflexión y a la duda, temas como el narcotráfico, la delincuencia
juvenil, la marginalidad social, el racismo, la corrupción, el difícil encaje
global de la mano de obra “occidental”, los difusos límites entre lealtad,
obediencia debida y chupaculismo; los paraísos fiscales, la paranoia
terrorista, la burbuja inmobiliaria, el poder de los grandes medios de
comunicación, las tripas de las campañas electorales usamericanas, la
burocracia y quienes dependen de ella, el sistema educativo, la ambición
desmedida, la familia (genética y profesional), el compañerismo…un leit motiv
recurrente son los difusos límites entre uso y abuso de medios para conseguir
un fin. Y es especialmente brillante cómo juegan (muy sutilmente, ojo) con los
paralelismos entre situaciones que afectan a las diferentes micro-sociedades en
las que se agrupan los personajes (narcotraficantes, policías, sindicatos,
políticos, estudiantes…).
En fin, vean y juzguen, les sentará bien!
Algunas
recomendaciones para su correcto visionado
- Si se sabe algo de inglés, es absolutamente imprescindible
verla en versión original subtitulada: es la manera de apreciar los fantásticos
diálogos: giros del lenguaje, el particular acento y vocabulario de cada
personaje…y toda una cura de humildad para quien cree saber inglés y no eres
capaz de entender una sola palabra en una larga conversación entre dos
“outsiders” aun con los subtítulos. Aun no sabiendo inglés, sigue siendo
recomendable la versión original, para escuchar las voces de los actores…
- Paciencia con los primeros capítulos de cada temporada,
especialmente, las tres primeras, en las que la aparición de nuevos personajes
puede complicar ligeramente la comprensión
- Por último, ser consciente de que uno está ante una obra
compleja y con múltiples prismas: además de lo más obvio (verla con el teléfono
apagado o lejos, no intentar descifrar un capítulo en la pantalla del teléfono
o la tablet mientras se va en transporte público, o haciendo pausas para mirar
el correo u otras aberraciones del ser humano multitarea), se recomienda no empacharse
de capítulos cuando la serie se vaya acelerando…no se me beban un vino
extraordinario de un trago…
El observador
El enlace & el momento jocoso
Solo para los que hayan visto la serie, ahí va una selección
de grandes escenas:
De las cuales yo me quedo con ésta…
La cita:
“Man, money
ain’t got no owners. Only spenders” (Tío,
el dinero no tiene dueño. Solo quien lo gaste). Omar Little.
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