Lamentaciones

La desazón se ha apoderado de los ahorradores españoles. Se acercan a su banco de toda la vida y les ofrecen tristes depósitos al 1,3%. Hace un par de años, se lamentan estos seres en penitencia, me estaban pagando casi el doble.

Lo cierto es que si bien dos años atrás sí que deberían haberse tirado de los pelos, ahora, en lugar de fustigarse, tendrían que dar brincos de alegría. Cuando la inflación rondaba el 3%, un ahorrador que tuviese la fortuna de arrancarle a su banco un 3% de interés acababa siendo un 0,7% más pobre transcurrido el año (que es el porcentaje que tenía que entregarle a Hacienda). Ahora, sin embargo, con el IPC tocando cotas negativas gracias a este proceso de austeridad inducida al que nos someten nuestros socios europeos, los ahorradores celtíberos gozan de tipos de interés reales positivos: una vez se pasa por Hacienda, el resto es ganancia pura, es decir, que somos un 1% más ricos si el banco nos remunera a ese triste 1,3%.


Pero como ahora un 1% en términos reales después de impuestos nos sabe a poco, salimos en procesión en busca de inversiones que rindan más: acciones, bonos o inmuebles. No son pocos los indicadores que apuntan a que en términos generales estas tres clases de activos están carísimas, y algunos expertos anuncian caídas de hasta el 50%. Asumimos más riesgo, que es precisamente uno de los objetivos que pretenden los bancos centrales, con sus políticas de represión financiera. Se dice que la deuda subordinada a largo plazo de las entidades bancarias se está vendiendo como rosquillas a los pequeños ahorradores, ya que paga tres veces más que un depósito.

No aprendemos. Hete aquí la misma piedra, y nosotros erre que erre. A la hora de invertir en este tipo de productos, para evitar potenciales disgustos como los que hemos padecido en los últimos tiempos, el ahorrador tiene a su disposición dos opciones:

  1. Formularse las mismas preguntas que se haría un escolar de primaria: ¿Por qué este producto o entidad paga el doble que aquella otra? ¿Qué es lo peor que puede pasar si contrato ese producto? ¿Y si invierto en aquel otro? ¿Qué diferencia hay entre esta subordinada y ese depósito? Etc.
  2. Invertir en lo que sea que le ofrezcan y ponerle un cirio a la Virgen para que la situación financiera no se tuerza. (O mejor ponerle dos.)


Feliz Pascua,

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