No siempre resulta fácil…

¿Se podría afirmar que “la tolerancia” resultó ser una conquista de la etapa de la Ilustración? Desde la ciencia,  los curiosos y aficionados al análisis y observación de la realidad empezaron a “sospechar” que algunos imponían principios universales y absolutos para organizar a las gentes: su pensamiento, su conducta, su organización…Y empezaron a “sospechar”…

Observaban que muchos colectivos de ciudadanos más que intentar descubrir cómo es la realidad, más que preguntarse si algo es verdadero o falso, se preguntaban sobre qué puede ocurrir si algo se tiene por verdadero o falso. No le interesa lo que pasa en realidad, sino cómo lo ven los ojos de los “gobernantes”. Por lo que aquello se convierte en instrumento de poder. Y concluían que cualquier idea filosófica –de esta manera- se convierte en ideología del potentado.

Y en la sociedad actual, despegados de ese sometimiento “jerárquico”, celebramos que en la organización de nuestra vida, en nuestras relaciones humanas, en nuestro interés y estudio, entre como elemento armonizador la tolerancia y la “realidad misma”, con su belleza y exigencia.

Hay que esforzarse por entender que en la libertad entra la duda y en la búsqueda el derecho a equivocarse. En la vida, la posibilidad de fracasar; en la fe, la inseguridad y el riesgo.  Por eso tanta gente, incluso cualificada, en la misma Iglesia, tiene mucha dificultad en arriesgarse a liderar en la tolerancia, en la dialéctica, en la búsqueda colectiva, y prefiere identificarse con colectivos “poderosos”.¿Un ejemplo? Pues…no basta ser obispo para liderar la grey. Hay que “identificarse” con Colectivos que se presentan con poder, con “seguridad”…

En el ser humano hay necesidad de cambio infinito, obediencia a las leyes que dirigen su propio ser. Por lo que en la Iglesia de verdaderos creyentes ha de considerarse sobre todo la convicción personal, la singularidad y la libertad del otro. No son ciertas ordenanzas, decretos, constituciones los que han de organizarnos como piedras de un muro.

Sería tremendo pensar que nuestra experiencia creyente sólo se mantiene en pie en tanto asegure  el sometimiento.


Guillermo

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