Las elecciones europeas

Ya están aquí las muy poco o nada esperadas elecciones europeas. Ésas de las que en todos los círculos y corrillos a toda escala se califican de muy importantes, decisivas y fundamentales para el futuro de nuestro Continente, pero de las que no se dice apenas nada más…y es que es tremendo ver cómo la campaña electoral se ha reducido de repente (o quizá ya vino dada así por la maravillosa prensa alineada) a la lucha de dos partidos que, a falta de ideas, imaginación o vergüenza, intentan enseñar lo horrible que ha sido, es y será el otro, a nivel nacional, autonómico, municipal e incluso a nivel interno de funcionamiento. Así, indudablemente y como reacción muy lógica y natural, les votemos a ellos para dirigir los designios de Europa, al ser una alternativa claramente diferente y mejor. La lógica es aplastante: ya que unos cuantos tipos del “otro” partido (en términos alineados, “la única alternativa posible”) han hecho una gestión infame en mi ciudad / pueblo / comunidad de vecinos, lo mejor es votar a los del “otro” partido para el parlamento europeo, para castigarlos, por chorizos, ladrones, infames, o por no saludar en la escalera. Ni siquiera los medios más tendenciosos sugieren vagamente que votes a los suyos, será por vergüenza.


Una queimada para luchar contra el aire acondicionado que nos asola...


Así, básicamente las opciones que nos muestra la prensa son dos: los que causaron la crisis y se hicieron trajes mientras la causaban (el caso del sastre hace recordar sospechosamente la historia con Al Capone) y los que son incapaces de sacarnos de la crisis en la que nos han metido y se marcan viajes en aviones oficiales, también conocidos como “los de los brotes verdes” o los del “seguimos empeorando pero empeoramos menos de lo que empeorábamos antes, ergo triunfamos por la derivada segunda”. Con un par. Entre las llamativas alternativas, algunas también bastante alineadas, destacan coaliciones y partidos de mayor o menor amplitud territorial, con algunas propuestas bastante curiosas para solucionar los graves problemas sociales existentes en este momento, como por ejemplo incrementar de manera mayúscula el bienestar ciudadano mediante la inclusión de un distintivo territorial en las matrículas de coche. Así sí que podemos construir una Europa pionera en servicios sociales y capacidad de reacción frente a la famosa crisis. De todos modos, vivimos en una época (o en una región, país, etc.) en la que las promesas electorales han sido hábilmente suprimidas por todos aquellos partidos con probabilidades de salir elegidos, en una brillante estrategia para que se les pueda llamar cualquier cosa, excepto mentirosos. Así cuando no hagas nada siempre te cabe la de “ah, nunca dije que fuera a hacer algo”.



Las opciones para el ciudadano medio son por tanto las de siempre:
- no votar y dejar que se repartan los escaños entre los votados, sean muchos votos o pocos votos;
- votar en blanco, social y democráticamente más aceptado (al menos estás diciendo que te interesa la democracia, que no es poco), pero con igual efecto mientras no cambien las cosas; si alguien cree que vayan a cambiar en este sentido, que se lo haga mirar;
- votar en nulo, con una idea parecida y con efecto exactamente igual;
- votar a los de siempre, si es que tienes la suerte o la mala suerte de tener un partido en el que creas ciegamente sin que te entre la risa tonta;
- cambiar tu voto de siempre para castigar a los petardos de tu partido (total, solo son las elecciones europeas);
- hacer la del voto simpático, y dar tu apoyo a esos partidos con nombres y anagramas tan graciosos (total, siguen siendo las elecciones europeas…).





En fin, que parece que los euroescépticos (que sí, también se presentan; volviendo al ejemplo de la asamblea de vecinos, es como si dices abiertamente que harás lo posible por boicotear cualquier acuerdo que tienda a mejorar las buenas relaciones y la colaboración entre vecinos, pero que te voten para que puedas demostrarlo) tienen la posibilidad de ganar unas sorprendentes elecciones en la Unión que presume de haber integrado y puesto a colaborar estrechamente a 27 países que han dedicado la mayor parte de su historia a exterminarse mutuamente, y que ahora está en peligro de continuar zozobrando…y es que siempre habrá quien vea inconvenientes en la colaboración internacional. Aunque el objetivo primero (en el tiempo y como prioridad) haya sido y sea hacer dineros, que para eso es fácil entenderse, sí se han conseguido otros avances por los que merece la pena seguir luchando, pese a todo, aunque sea votando a partidos con listas cerradas…


El observador


Se recomienda:

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La canción “I’m beginning to see the light”, de Ella Fidgerald
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