Para casi toda la crítica especializada
(Film Coment, Cahiers du cinema, Sight and
Sound, Caimán Cuadernos de cine,…)
Holy Motors aparece como el mejor film del año 2012; y sólo por ello,
merece la pena un acercamiento.
Leox Carax, el llamado “enfant terrible”
del cine francés, ha sido siempre un director polémico por muy distintas
razones, casi siempre por no llegar a las expectativas creadas, y fracasar.
Pero ahora, nos encontramos ante una obra de una riqueza visual evidente, con
un contenido delirante, a veces surrealista, y con un clarísimo homenaje no
solo a su propia filmografía, sino al cine francés y, a la propia historia del
cine. No vamos ahora ha recordar toda la serie de guiños que en el film se
realizan, ni vamos a realizar una suerte de viaje por las variadas historias
que recorren este estimulante film, sino que nos ocuparemos de advertir sobre
algo más sutil que estructura el film y que creó es lo más sugerente de él: sus mecanismos de escritura.
Un film se compone de una serie de códigos
cinematográficos que vertebrados establecen los llamados verosímiles fílmicos
que leídos por el espectador-lector, nos ayudan a traducir el mensaje que el
director nos está transmitiendo. En la mayoría del los filmes estos códigos
pasan desapercibidos, pero en el film de Carax no sólo se muestran, sino qué
demuestran que pueden ser los verdaderos protagonistas del filme.
En un primer lugar, la estructura del
texto, se vehicula en varios estratos. El nivel espectatorial (el conjunto de
lo que percibimos en una primera lectura); el del propio director, Leos Carax
que aparece en el inicio del film a modo de demiurgo o maestro de ceremonia, y
que parece dirigirse a nosotros, espectadores adormilados por tanta nadería que
vemos habitualmente; un tercer nivel, representado por el personaje de M. Óscar
que funciona como el personaje “madre” de las demás personificaciones y que nos
lleva hacia 10 relatos, aparentemente independientes; estos micro relatos son
en sí mismo un nuevo nivel, y cuyo nexo de unión es una limusina camerino y una
mujer chofer. Aquí nos adentraríamos en otro subnivel que contemplaría el
personaje fascinante de la chofer y la propia limusina, que parece cobrar vida
propia. Por último, los propios actores que intervienen en el film, cobran
protagonismo no solo como actantes del film, sino como ellos mismos, al
romperse, en ocasiones, ciertos códigos de verosimilitud en la representación-actuación.
Y por si esto no fuera suficiente, toda la puesta en escena está repleta de
imágenes especulares a lo Fassbinder y muchos de los rostros de los personajes
aparecen enmascarados.
Como dijo un día Bertold Brecht, ante
una obra de ficción como el cine hay que plantearse, para una correcta
asimilación-lectura, una distancia ante el texto; esto es, no creerse del todo
la ficción, sino estar siempre alerta ante las fantasmagorías, ante la
re-presentación. Y sobre el juego de la representatividad es donde Carax
realiza un viaje atrevido y apasionante. El film entero es una pura ficción, como
Tren de sombras (J.L. Guerín, 1997).
Pero en sus entrañas, existen huellas diseminadas sobre la ruptura de la propia
representatividad, envueltas en una capa protectora de ficción; la lógica de
los distintos niveles de representatividad funciona así como un mecanismo de
relojería. Hay varios momentos muy evidentes y esenciales, en este sentido, al
final del relato del moribundo y la pose estatuaria del final del relato de M.
Merde (una Piedad blasfema digna del mejor Buñuel).
Holy
Motors se convierte en un políptico visionario que pasea por el
cine negro, por el melodrama a lo Sirk, por la ciencia-ficción, por la comedia
más delirante o por el musical. Este último género, protagonizado por Kylie
Minogue nos plantea un personaje dual, medio alter ego femenino de M. Oscar, y recuerdo
del filme más famoso de Carax (Los
amantes del Pont-Neuf); aquí asistimos a una maravillosa metáfora del fin
de la pantomima.
Por último, todo el filme es un
maravilloso recuerdo al origen del cinematógrafo como lo era también la obra
maestra de Guerin. Más concretamente del pre-cine, en la personalidad de
Etienne-Jules Marey, investigador del movimiento gracias a una serie de
inventos como el cronofotógrafo (fusil fotográfico) y que son una clara
metáfora de la fase inicial, mecánica del invento que transformaría el
espectáculo de barraca de feria, en el arte de la representación más importante
del siglo XX. La prehistoria del cine, es la etapa en la que la puesta en
escena no existía aún; y precisamente Carax nos ayuda al desmontaje de su
ficción mostrándonos donde están los orígenes, cuando todo era pura mecánica
fotográfica, sin ninguna representación. Carax juega al interesante trayecto
que el espectador debe asumir para desmontar los mecanismos de la ficción, pero
de tal modo que caiga también en la trampa de la verosimilitud cinematográfica,
de la mentira; este es el leitmotiv del filme, la escena que se repite una y
otra vez en la limusina, la construcción y aniquilación del personaje. El maquillaje
es uno de los códigos fílmicos más primitivos que un actor puede emplear para
desarrollar su enmascaramiento; en estas escenas se produce una y otra vez el
proceso del artificio fílmico y del desvelamiento de la ficción. El encanto de Holy Motors
reside en que todo parece un maravilloso cuento creíble pese a darnos cuenta de
las marcas de escritura; con J. Ford eran invisibles, con Hichcock, se presentían,
con Kiarostami, casi las tocamos con la mano, y con Carax hay una asombrosa
mezcla, típica de la postmodernidad, que deja una libertad de imaginación al
lector que hace de cada espectador un filme diferente.
JOSÉ ANTONIO SIGÜENZA SARABIA.
FICHA TÉCNICA: Título original: Holy Motors.
Nacionalidad: Francia, Alemania,
2012. Dirección y guión: Leos Carax.
Fotografía: Yves Cape, Caroline Champetier. Montaje: Nely Quettier. Música: Neil
Hannon. Intérpretes: Denis Lavant,
Edith Scob, Eva Mendes, Kylie Minogue, Michel Piccoli, Jean-Francois Balmer,
Karl Hoffmeister, Big John. Productora: CNC,
Les films du Losange, Pierre Grise Productions. 115’
El peligro de esta sección es que dan ganas no solo de ver la película analizada sino también aquellas a las que hace referencia...
ResponEliminaEnhorabuena!
Genial !
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