Centauros del desierto (John Ford, 1956) - 1. John Ford, el mejor cineasta de todos los tiempos

El 26 de mayo de 1956, se estrenó este monumental filme del más grande cineasta de todos los tiempos. Ahora se conmemoran los 60 años de su primera exhibición, y nos acordarnos, no solo del filme, sino también del maestro de maestros. The Seachers, título original es, en apariencia un gran filme del género Western, y también, solo en apariencia, uno de los más genuinos ejemplos de cine de estilo clásico. Pero The Seachers es un filme tan grande como polémico que solo es posible comentarlo al lado de los más grandes de la Historia del Cine; de hecho casi siempre ha estado en los puestos de privilegio de estas listas;  la más prestigiosa de ellas es la efectuada cada década por la revista Sight and Sound. La última, en sus 10 primeros lugares figuran: Vertigo (Alfred Hitchcock, 1958) Citizen Kane (Orson Welles, 1941), Tokyo Story (Ozu Yasujiro, 1953), La Règle du jeu (Jean Renoir, 1939), Sunrise: A Song of Two Humans (FW Murnau, 1927), 2001: A Space Odyssey (Stanley Kubrick, 1968), The Searchers (John Ford, 1956), Man with a Movie Camera (Dziga Vertov, 1929), The Passion of Joan of Arc (Carl Dreyer, 1927),  (Federico Fellini, 1963).


No obstante, Centauros del desierto no ha gozado siempre de la misma estima; ha pasado el tiempo, y poco a poco, ha ido creciendo su valoración. En el momento del estreno fue un éxito de taquilla, pero no figuró en los premios Oscars y la critica la desdeñó con palabras como: “narra la historia del rescate de dos niñas secuestradas por indios; es una película de acción”. O en Cahiers se dijo: “es una lástima ver un buen guión  arruinado por la irritante interpretación a la irlandesa por parte, sobre todo de las mujeres”. Pero en el mismo seno de Cahiers, años más tarde, se relanzó y encumbró el filme, y así en 1962 la colocaban como la mejor película sonora del cine Americano. A partir de los 70 se convertirá en un filme de culto, adorada por cineastas como Steven Spielberg, Martin Scorsese, (“The Seachers es poesía, veo sin falta este filme 1 o 2 veces al año”) George Lucas, Michael Cimino, Jean-Luc Godard, que incluyo una referencia a Centauros del desierto en su filme Weekend, Peter Bogdanovich en su libro John Ford (1967), ensalzó el filme calificándola de estilo Wagneriano, Andrew Sarris en su estudio The american cinema, coloca a John Ford en el lugar más importante del cine norteamericano, y para definir su maestría, recurre a un análisis de Centauros del desierto. Finalmente, en el año 1971 apareció publicado el análisis definitivo del filme en la revista Sight and Suond “Prisioner of Desert” de Michael Wilminthong y Joseph MacBride.
¿Pero quién era John Ford y porqué se le considera el más grande? Sean Aloysius O’Fearna nació el 1 de febrero de 1895 en Cape Elizabeth (Portland, Maine, USA) en el seno de una familia de origen irlandés (procedentes del Condado de Galway); él fue el undécimo y último hijo del matrimonio. John Ford murió el 31 de agosto de 1973, a los 78 años de edad en Palm Desert (California, USA). Su infancia y adolescencia transcurren en colegios de Portland y en la Universidad en Maine. Su gran pasión por la Marina se vio truncada al suspender el examen de ingreso en la Academia Naval de Annapolis. Se empezó a ganar sus primeros sueldos como agente de publicidad y en una fábrica de pieles y cueros.

Parece seguro que a los 18 años viajó a California para trabajar con su hermano Francis, que había adoptado el apellido Ford, de mejor sonoridad artística; Francis que era 10 años mayor trabajaba en la industria de Hollywood como actor, director bajo la aureola de Thomas H. Ince, uno de los grandes pioneros del cine mudo. Pronto Jack Ford, sobrenombre que llevará al inicio, se involucrará en casi todos los oficios del cine ayudando a su hermano. Hacia 1917, La Universal, dirigida por Carl Laemle, se preparaba para realizar una serie de westerns protagonizados por Harry Carey, y Francis convenció a la productora para que los dirigiera su hermano; su primer filme se tituló: Cameo Kirby (1917). Ya desde sus inicios, Jack Ford, comenzó a trabajar el lenguaje cinematográfico con ciertos recursos visuales que se emparentan mucho a los elaborados en esos mismos momentos en Alemania. Así, de sus primeros filmes destacaría A prueba de balas (1917) y en ella vemos ya iluminaciones fuertemente contrastadas, sombras recortadas, caches abundantes y muchas elipsis narrativas. Para aquel entonces, Ford fue el ideal del pragmatismo del estudio, su espina dorsal financiera; realizaba en tiempo sus películas, se ajustaban al presupuesto y eran muy efectivas en taquilla; casi toda su carrera fue así. Para realizar filmes, como decían en la época “artísticos” ya estaban los extravagantes Erich von Stroheim (una verdadera pesadilla para el estudio), y el no menos original Tod Bronwing.
La década de los 20, estará llena de cambios para Ford. En 1920 se casa con Mary McBride y al año siguiente es contratado por la Fox, donde la calidad de sus filmes se va a incrementar paulatinamente. En noviembre de 1921 realizó uno de los muchos viajes a Irlanda; pero éste le marcó decisivamente, puesto que era el primero después de otros que realizó en su adolescencia. Fue el primer viaje independiente de Ford adulto con la misión de ayudar a su primo Martin Feeney que estaba siendo acorralado en las montañas después de que hubieran incendiado su casa en la cruenta guerra de la Independencia de Irlanda; su primo era uno de los líderes del IRA, y necesitaba financiación y ayuda. El recuerdo de la casa familiar irlandesa en llamas, será un motivo recurrente en su cine: Centauros del desierto, Rio Grande, El hombre que mató a Liberty Valance, Las uvas de la ira,… Este viaje reafirmó sus sentimientos hacia la patria de sus padres, aunque fuera muy fugaz; la policía británica le detuvo y le advirtió de las sospechas que despertaba su presencia allí. Pero de él, siempre sacó provecho, no solo en sus recuerdos que se plasman en sus filmes, sino en la propia fabricación de mitos sobre él y el IRA, que alimentó aunque no fueran ni la mitad de ciertos.

Las uvas de la ira

El otro hecho capital en la década de los 20 para Ford, fue la contratación para la Fox, del que se suponía que era el mejor cineasta de la época: Friedrich Wilhelm Murnau, que llegaba a Hollywood para rodar Amanecer (1927). John Ford, que por aquel entonces ya firmaba sus filmes con este nombre en honor al poeta isabelino, prácticamente se comportó como un verdadero y entusiasta fan del director alemán. Ford permaneció en el estudio todos los días del rodaje del filme de Murnau y hasta tal punto se empapó de él, que su filme Cuatro hijos (1928) es un calco en el lenguaje cinematográfico de Amanecer (salvando las distancias). Para Ford ésta era su primera película digna que había rodado hasta ahora; es la historia de una madre alemana que llega a América tras la pérdida en combate de tres de sus hijos; el cuarto sobrevive porque como inmigrante americano irónicamente lucha en el bando contrario en la I Guerra Mundial. Para ambientarse en el filme, Ford viajo a Alemania, e incluso Murnau hizo labores de cicerone, acompañando a Ford a un curso acelerado de dirección cinematográfica en Berlín; finalmente asistió como invitado especial el 13 de abril de 1927 a una comida en honor de la carrera cinematográfica de Murnau. Otro filme rodado en 1927, titulado Legado trágico (1928), está también realizado al estilo melancólico de Amanecer, y en él hay un final que recuerda mucho al de Centauros del desierto.
En la época silente Ford realizó unas 60 películas, entre las que destacan las ya mencionadas y otras como: El caballo de hierro (1924), Tres hombres malos (1926), El águila azul (1926) o ¡Madre mía! (1927). Si bien Ford fue siempre tremendamente pragmático, su cine era la quintaesencia de la rentabilidad, y si hubiera muerto antes de su cine posterior en el sonoro, hubiera pasado a la historia del cine como un gran cineasta, pero nada más; su aprendizaje lo realizó con su hermano, su licenciatura la alcanzó al lado de Murnau; pero sus grandes obras aún estaban en su cabeza guardadas. Una cuestión, Ford realizó varios filmes parecidos a Amanecer, pero su forma de realizar su cine posterior no tiene nada que ver visualmente, pero heredó de él la grandeza en la construcción de sus personajes.

El caballo de hierro

Su primer film sonoro fue El barbero de Napoleón (1928), una cinta estimable que apenas es hoy recordada. Posteriormente se adentra en la realización de una trilogía protagonizada por Will Rogers: Dr. Bull (1932), El juez Priest (1934) y Stromboat Round the Bend (1935), en la que va configurando ya un estilo mucho más esquemático y con unos personajes inigualablemente entrañables; uno de los sellos de su gran cine. En el año 1935, consigue el Oscar de la Academia al mejor director por El Delator (1935), premio que repitió con Las uvas de la ira (1940) y con ¡Qué verde era mi valle! (1941) al mejor filme; posteriormente recibió otro Oscar a la mejor dirección por El hombre tranquilo (1952).
El hombre tranquilo


Pero John Ford ha pasado a la historia del cine por realizar pasos de gigante en un género que dominó como nadie: el Western, la historia y epopeya de la conquista de los colonos emigrantes del Oeste Norteamericano. Escogía sus historias de tal modo que de una u otra forma, a través de ellas, se reconstruye totalmente la historia del nacimiento de una nación. Si dispusiéramos de una cronología exacta de esta etapa, veríamos que Ford abarca desde los primeros momentos del asentamiento con, Corazones indomables (1934), la historia y peripecias de las primeras caravanas con: Caravana de paz (1950), la propia Guerra Civil con Misión de audaces (1959), la controvertida historia de las guerras indias las abordada en filmes como: Centauros del desierto (1956), Fort Apache (1948), La legión invencible (1949), Dos cabalgan juntos (1961), El gran combate (1964) o El sargento negro (1960); el retrato de la llegada de la ley de frontera con sus grandes dosis de violencia en Pasión de los fuertes (1946), o el final de una época, en la que paulatinamente van desapareciendo los héroes, y el definitivo surgimiento de la verdadera civilización con la erradicación de los últimos rebeldes con armas en: Rio Grande (1950) o la grandiosa El hombre que mató a Liberty Valance (1962).  


Continuará
JOSÉ ANTONIO SIGÜENZA SARABIA.

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