Donde radica la nada.

Lo que suscribo como parte de una verdad real
nunca tuvo forma y no existe.
Escucho aquel discurso platónico,
insurrecto de símbolos
porque lo repetible ha perdido toda memoria
y es una retahíla de actos antagónicos
pero convincentes en su tautología.

Por si no lo oyes,
yo hablo de las regularidades,
la razón ingrata y aún cuerda,
que no se percata de las circunstancias
ni de la moderna forma implícita
del presente y del ayer envueltos
en un solo momento sopesado de mentiras.

Reconozco que la realidad es frágil
que por su destino, irrepetible,
carente de todo sustrato sólido
que imaginado, es garra y peso,
laberinto y decepción.

Así es como permanece inaccesible
al secreto y a la duda
siempre imponiendo su materia
el muro blanco invencible
su frecuencia de eventos
que corrompen la luz y retornan
por uno u otro medio
al presente ensordecedor
de luz y más luz iluminado
hasta la alucinación

Y con ello recalca
la fracción que de frágil manera
ha dejado de ser sólo símbolo y perdura,
declara,
por esta puerta,
a través de este trono
escaramuzas que se angostan
escasas cada vez más de medios
de representaciones aceptables
porque digámoslo como es:

es como la máscara que aún preservo

que no me atrevo a negar
porque de hacerlo
esencias incomprendidas
se esparcirían pululando
los aires hasta la hendidura
que por debajo de la piel
y hasta los resquicios
rezuman impidiendo
que algo diferente a sí mismo
prolifere y conquiste
envuelto en la misma fragancia
en el mismo espíritu insurrecto.

Yo a nada de eso ya le temo
como tampoco le temen las palabras extrañas
a los discursos impensables
que permanecen sin declamar.

Yo soy esa hendidura,
la que continua abierta
la ecuación llena de misterio
absuelta de todo lo tangible
de aquello en lo que radica
su poder inquisidor
su supuesta verdad,
todo lo suscrito,
que nunca realmente ha tenido forma
que se ignora a sí misma
y que por lo tanto
pierde toda credibilidad
hasta la más suprema extinción
hasta allí, donde radica la nada.


Reinaldo Reyes

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