Tiburón de melón

En tiempos recientes nos han bombardeado con la cantinela de que especuladores sin escrúpulos se están cebando con nuestro país. En noviembre del año pasado cuando el bono español a diez años rendía la friolera del 6,7%, muchos pusieron el grito en el cielo. Hace apenas dos años, nuestros ministros denunciaban una conspiración anglosajona, encabezada por los medios de comunicación británicos.


De hecho en 2010 nuestras autoridades llegaron a ordenar al Centro Nacional de Investigaciones indagar en el asunto. A los maquiavélicos periodistas anglosajones les faltó tiempo para mofarse. Y es que mientras su Simpática Majestad puede alardear de 007, nosotros somos más de Delo… Morta Delo. Así pues, en un número de febrero de 2010 desde el Economist confesaban, literalmente, que su director presidía las reuniones de la redacción del semanario acariciando un gato blanco y que a aquellos que disentían de la perversa línea editorial los “despachaba por una trampilla hacia un tanque de tiburones”.

Las cosas se han calmado. Gentileza del Banco Central Europeo (BCE), la banca española rebosa liquidez. Pero, como es de todos sabido, el dinero no llega ni a familias ni a empresas, sino que recala en gran parte en la deuda del Estado. Ahora todo quisqui está comprando bonos del estado español, y ese 6,7% se ha quedado en un exiguo 4,85% (la caída del rendimiento o, lo que es lo mismo, la subida de precios, ha sido aún más dramática en los plazos cortos). Como ahora los tiburones anglosajones deben de estar comprando bonos a mansalva (o como mínimo deben de mantenerse al margen, sería de locos apostar contra los bonos periféricos cuando el BCE está inyectando un billón de euros), especuladores y políticos se han dado una tregua mutua: ahorrándonos una batería de lugares comunes (los políticos) y unos sobresaltos de UVI (los especuladores). Pero nadie duda de que tarde o temprano volverán los oscuros especuladores a colgarse de nuestros bonos, y nuestros políticos (de la mano de medios de comunicación patrios en muchos de los cuales el tufo a acuario debe de ser irresistible) a colgárseles del cuello. Y es que esto es un poco como lo de las decisiones judiciales: las respetamos firmemente… siempre y cuando nos sean favorables. Mientras los especuladores nos compraban nuestra deuda alegremente al son del “España va bien”, aquí paz y en el cielo gloria.

Los especuladores, nos dice la teoría financiera, cumplen una función útil proveyendo, por ejemplo, liquidez y contrapartidas. Además, como todo hijo de vecino, cometen errores y aciertos. John Paulson, conocido gestor americano que hizo una fortuna apostando contra las hipotecas basura, es ahora el hazmerreír de Wall Street, ya que no ha dado pie con bola en los últimos años: en 2011 hizo perder a sus inversores el 50% en alguno de sus fondos. Paulson ha pasado de tiburón a tonto del pueblo en un plis. Seguro que tras este enternecedor relato miraréis con ojos más cariñosos a los especuladores y al personaje en cuestión (eso sí, no deja de ser un tonto del pueblo forradísimo gracias a las hipotecas basura). Se hace difícil juzgar si el sistema, por mucho que cada vez se parezca más a un casino, es el mejor o el peor de los sistemas posibles. En adelante, propuestas para cambiarlo no nos faltarán ahora que caen chuzos de punta y nos acordamos de Santa Rita; y es que en estos momentos estamos todos más receptivos gracias a las familias desahuciadas, las manifestaciones, las barricadas, los coches y los contáiners en llamas, y lo que te rondaré.

Ahora bien, con nuestros niveles de deuda y nuestra nefasta situación y perspectivas económicas (que si nos tienen manía será por algo), ¿es normal que nuestro bono a 10 años rinda por debajo del 5%? ¿Nos merecemos este oasis de calma y tranquilidad? El gráfico que nos presenta Santiago Niño Becerra (enlace a pie de artículo) nos da la respuesta: No. Cuando el BCE se eche a un lado y los especuladores vuelvan a retirarnos su efímero cariño, el asunto se complicará, y será cuestión de tonto el último: todos nos pondremos a vender bonos soberanos como posesos.

Los hay que confían que por estos lares la situación no llegue a los extremos de Grecia. Esperemos. Mientras tanto puede que a los helenos pronto les toque la lotería y ocurra la desgracia que todos están esperando: que abandonen el euro. Y les tocaría la lotería porque al ser el primer país (y único de momento) en hacerlo, su sector exterior se beneficiaría enormemente de una verdadera devaluación, pues no estaría compitiendo con el resto de periféricos. Los afortunados serán obviamente ese 21% de parados de todas las edades o ese 50% de jóvenes sin curro, así como los que malviven y no tienen gran cosa que perder. Y es que después de cuatro años de semi-guerra civil tutelada por la UE y sus bancos, se han ganado el cielo.

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1 comentari :

  1. Muy buen artículo (como siempre), aunque debo disentir sobre que la única alternativa posible sea que vuelvan los tiburones cuando el BCE deje de regalar dinero a la banca (un préstamo al 1% para mí es un regalo). La alternativa que nos queda es una buena tasa a las transacciones financieras, pero habrá que ver si algún valiente da el paso...

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