- miopes: son ésos que tienen ojos de topillo detrás de los cristales, a través de los cuales puedes verles las dos orejas simultáneamente. Ven mal de lejos, cosa que intentan disimular entrecerrando los ojos y enseñando los dientes.
- hipermétropes: portadores de gafas llamadas con toda justicia “lupas”, de manera que los ojos aparecen ampliadísimos, siendo terroríficos los episodios de lágrimas o legañas...ven mal de cerca.
Para los portadores de gafas, independientemente de su indolora dolencia, el drama es diario, comenzando antes de levantarse y acabando después de acostarte...por la mañana, entre la penumbra y flotando aún entre las estelas del sueño, mientras tanteas su localización exacta, lo más probable es golpear las gafas al menos un par de veces sin acertarlas a sujetar; la cosa suele terminar con las gafas en el suelo, rescatadas tras poner inevitablemente los dedazos en los cristales para hacer la evaluación de daños. Al final del día, al acostarte, lo propio es dejar las gafas en la mesilla, leer un rato o poner la alarma...cuando hayas finalizado esta rutinaria operación, el objeto que tuvieras entre las manos (con una probabilidad directamente proporcional a la contundencia del mismo) aterrizará sobre las gafas depositadas previamente. También es muy notable el problema logístico que supone dormir en según qué sitios (literas de arriba, trenes, sacos de dormir, etc) mientras la funda de las gafas (en el remoto caso de que te acordaras de llevarla) no deja de moverse durante la noche...por supuesto, por la mañana amanece a varios metros de distancia, en el sitio menos probable y absolutamente mimetizada con el medio...
Arena en el Delta del Ebro...
Pero no todo son desgracias: una de las cosas buenas de llevar gafas es que son una excelente oportunidad de conocer mejor algunos secretos ignotos que esconde el proceloso Universo: véase la generación espontánea de extraños seres y materias: ¿qué es esa masilla verde que sale en los plastiquitos apoyanarices? ¿Es generada por la piel o es en cambio una secreción de la misma gafa? ¿Está viva? ¿Siente el dolor? Se trata de un estudio casi tan inquietante como el de las de las pelotillas del ombligo, un tema que preocupa en gran medida incluso a prestigiosos investigadores beneficiarios de becas Ramón y Cajal… Los aficionados a la sociología y la geografía también encontrarán en las gafas elevados motivos de estudio: se puede conocer con enorme precisión el estado de desarrollo de un país o región por el tipo medio de gafas que calzan sus gentes. Si ven abundancia de monturas metálicas de color dorado y con forma aplastada en la parte frontal (el célebre modelo “de informático ruso”) es seguro que no estarán en un sitio demasiado avanzado.
Otra gran ventaja de llevar gafas es la posibilidad de experimentar la maravillosa sensación de limpiárselas por primera vez en días y descubrir la explosión de colores, luces y contrastes que nos rodean…debe ser parecido a lo que sienten los fumadores (cuyo tabaco ahora les huele a ropa cuando entran en los bares, dicen por ahí) cuando lo dejan y comienzan a percibir los sabores y los olores…solo que en este caso ocurre de manera inmediata.
Y claro, las gafas tienen además una serie de complementos de lo más gozosos. Cabe destacar su principal sustituto, las lentillas, tan oportunas en sus movimientos y piruetas una vez están en el ojo, y que se transportan en esos botes diseñados con precisión infalible para quedarse sin una gota de líquido en cuanto pierden la perfecta horizontalidad. O las botellitas que contienen precisamente el líquido de lentillas, cuyo último chorro (el más importante, por supuesto, ya que en ese momento no tienes más) acaba en una proyección de espuma que lanza lejos la lentilla, que ya no sabes cómo ponerte ahora que definitivamente no tienes más líquido y además ha tocado el lavabo más sucio que hayas conocido en tu humilde existencia. Siempre que no se haya colado por el desagüe o se haya ido a ese suelo de moqueta, claro.
Otros complementos memorables son los inventos que se llegarán a perpetrar a lo largo de la historia de la Humanidad con tal de que la gente no se compre unas gafas de sol graduadas: están por un lado esos cristales tintados postizos y articulados con una bisagra en la parte superior de las gafas; ésos que cuando los llevas subidos eres la definición exacta de paleto-gañán, no te hace falta ni la riñonera ni la visera (ojo, no gorra) de plástico del desaparecido Pryca para disipar las dudas. Por otro lado, están esos cubregafas monstruosos de plástico duro, similares a las de protección ocular de laboratorio pero teñidas de marrón feo o de naranja extremo, que se ponen por encima de las gafas normales (forzando un poco te las puedes poner por encima de un casco) que pertenecen o no al merchandising oficial de la serie “Uve”…ahí ya cruzas una línea de no retorno en las relaciones sociales. La solución menos mala parece ser esa pieza con dos cristales tintados unidos por una varilla metálica flexible, que tiene en el perímetro de cada cristal una suerte de pequeños garfios y que se ajusta de manera mínimamente digna sobre las gafas...siempre, claro, que permanezcas totalmente inmóvil o bien sepas caminar con el cuello y la espalda totalmente rígidos y no hagas ni el amago de cambiar la posición de la cabeza...
En fin, con estas breves líneas no se espera que los que no llevan gafas comprendan del todo a los cuatro ojos (o siquiera que nos subvencionen de por vida), pero si al menos esto sirve para que alguno se ponga en nuestro miope o hipermétrope pellejo por unos instantes ya habrá estado el tiempo bien invertido
El observador
La cita:
Es extraño que se siga teniendo fe en la opinión pública, como si ese fetiche no pudiera crearse a voluntad mediante la propaganda. La opinión pública sigue siendo quien impone gobiernos, pero resulta que esos gobiernos son los que crean la opinión pública.
Ernesto Sabato, Hombres y engranajes
El enlace:
http://blogs.publico.es/dominiopublico/3467/los-ricos-y-la-deuda-publica/
El momento jocoso:
http://www.elpais.com/articulo/cultura/edificio/Calatrava/agrieta/elpepicul/20110610elpepicul_1/Tes
La verdad es que este presunto señor se merece unas observaciones monográficas...
Llegados a este punto, me confieso. Tengo unas de esas de "V" en el coche JA JA JA
ResponEliminaMagnífica reflexión sobre el mundo visto a través de un par de cristales. Tan sólo he echado de menos una mención a ese frustrante momento en el que un café caliente acercado a la boca es capaz de empañarte la visión durante unos segundos.
ResponElimina