El corralito diabólico

José Luis Martínez Campuzano, economista relativamente optimista respecto a la situación actual, cree que podría haber hasta un 20% de probabilidades de que ocurriese un “accidente” (eufemismo que usa para referirse al desastre financiero posiblemente más grande de la historia). Según él, ese 20% es una probabilidad baja. Veamos. Imaginad que os tienden un revólver con cinco recámaras en el tambor. Solo una aloja una bala. El resto están vacías. Imaginaos que sois Christopher Walken o Robert de Niro en El Cazador, rodeados de perversos vietnamitas, y os acercan el revólver y os conminan a jugar a la ruleta rusa:

--Siéntese y juegue.
--No, gracias –respondéis vosotros.
--Que juegue le digo.
--Que no gracias, que no me apetece jugar.
--¡Se siente, coño! –como diría aquél.


Por desgracia, queramos o no, estamos obligados a jugar a esta suerte de ruleta rusa que es el euro. Y lo peor del caso es que no sabemos cuántas balas hay en el tambor. Campuzano opina que sólo una (es decir, 1/5 = un 20% de probabilidades). Capital Economics, reconocida firma de análisis londinense, cree que seguramente habrá dos o tres balas (en nuestro ficticio tambor de cinco recámaras representarían un 40%-60% de probabilidades). Incluso Mervyn King, el gobernador del Banco de Inglaterra, es de la opinión que alguna bala tiene que haber, si no, no se entiende que recomiende a los bancos británicos que se preparen para la ruptura del euro (o eso, o es una estratagema para poner presión sobre los alemanes). Lo cierto es que no sabemos ni cuántas balas ni cuántas recámaras hay. Ni siquiera sabemos a ciencia cierta si hay revólver. Esa es la esencia de la incertidumbre.

¿Cómo sucedería la desintegración del euro? Como de costumbre permitidme que amortice mi suscripción alThe Economist, que en el número de la semana pasada nos daba unas cuantas pistas al respecto: Una variedad de eventos podría dar pie a una total pérdida de confianza y la gente comenzaría a retirar masivamente el efectivo de las entidades financieras. Los gobiernos decretarían el control de movimiento de capitales, la restricción a la retirada de efectivo e incluso de personas para evitar la sangría de dinero. Se instauraría una nueva moneda. En los países “débiles”, la nueva moneda habría perdido un 40% ó 50% de su valor en términos internacionales, puede que más (en Argentina cayó cerca de un 75%). Los muchachos (y muchachas) del Economistnos alertan de que esto podría suceder en cuestión de semanas (un servidor confía en que, como en el caso del gobernador del Banco de Inglaterra, semejante opinión no sea más que un ardid para meter presión a los irreductibles teutones).

Seguramente ya habréis advertido que ya tenemos archienemigo mediático. No, no me refiero a Angela Merkel, sino al “corralito diabólico” (aunque bien visto, no sé quién amedrenta más). Y es que el término “corralito” (definición: restricción a la retirada de efectivo) comienza a hacerse omnipresente en los titulares de prensa (¡menudas Navidades nos van a dar con el vocablo de marras!). No es de extrañar, pues, que la histeria comience a calar entre la ciudadanía. La gente retira efectivo del banco, abre cuentas en el extranjero o compra oro físico. De hecho, el stand de más superficie y más concurrido en la última edición de Borsadiner (la feria de mercados financieros de Barcelona) era el de una empresa dedicada a la venta de oro físico. No seré yo quien rebata esas medidas. Es más, todo lo que sea diversificar, me parece una gran idea. Pero con mesura. Puede que no sea mala idea tener algo más de efectivo de lo normal, ya sea en euros, dólares, francos suizos o libras. También puede que sea buena idea tener activos en el extranjero (aunque esto seguramente es solo viable para grandes patrimonios). ¿Y por qué no tener algo de oro físico por lo que pueda pasar?

Lo que está claro es que hay que huir de los extremos. Esta crisis no está enseñando que no hay refugio 100% seguro. Recordemos que el último mito en caer fue nuestro entrañable ladrillo. Así pues, tener todo el dinero en depósitos, por muy repartido que esté entre entidades, se nos antoja tan imprudente como tener todoel dinero en acciones americanas o en oro. ¿Por qué? De darse la ruptura de la moneda única, la conversión del euro a la nueva moneda se haría a un cambio oficial muy desfavorable: quien tuviese efectivo, depósitos, letras o bonos perdería hasta la camisa. Pero la desaparición del euro no es ni mucho menos el único desenlace posible, ya que por otro lado, si conseguimos mantener la moneda única y la salida de la crisis (con la venia de Alemania) fuese a base de imprimir más papel, los billetes de euro que tuviéramos en la cuenta o la caja fuerte también perderían gran parte de su valor: esta vez cortesía de la inflación.  Hay un tercer supuesto: el de la deflación. A la deflación se podría llegar a base de medidas de austeridad y a base de ir reconociendo que los activos que tenemos no valen lo que decimos ni lo que nos dicen que valen (lo que viene sucediendo hace ya más de dos décadas en Japón, vaya). En caso de darse semejante proceso deflacionario, sí que es verdad que quien tuviese efectivo iba a ser el rey del mambo. El problema es que con los elevadísimos niveles de endeudamiento, esta opción para salir de la crisis no parece demasiado viable en el medio-largo plazo.

Ruptura del euro, inflación o deflación: El mismo análisis que con el efectivo se puede aplicar a cualquier tipo de activo. De forma muy simplista, en el caso de las acciones, aparte del sector y ámbito geográfico en que opera o nivel de endeudamiento de la empresa en cuestión, por citar algún factor relevante, sería prudente (sobre todo para quien le preocupe especialmente la ruptura del euro) tener títulos de grandes empresas internacionales, denominados en una divisa que no sea la nuestra; lo cual no quiere decir que si el invento euro se va a pique, estos títulos fuesen a conservar su valor. Caerían, y seguramente mucho, pero no dejarían de ser títulos de grandes empresas internacionales denominados en divisa. Por otro lado, cabe suponer que las acciones también se comportarían relativamente bien en un entorno inflacionario. Pero seguramente uno de los activos más atractivos dadas las circunstancias sea el oro, ya que tiene el potencial de comportarse relativamente bien en cualquiera de los tres escenarios planteados más arriba: ruptura del euro, deflación o inflación.

En última instancia, más que nunca la diversificación se presenta como un factor clave. Si nos hemos diversificado debidamente, las pérdidas de unos activos, se verán compensadas con las ganancias de otros. Si la sangre no llega al río, conseguiremos interesantes plusvalías, y si llega (como en El Cazador), estaremos relativamente protegidos. Y puestos a jugar por la fuerza a esta desagradable ruleta rusa, por lo menos nos tranquilizará saber que hemos hecho todo lo que estaba en nuestra mano.

Feliz mes de diciembre,


Òscar Ramírez
oscarramirezbcn@gmail.com



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2 comentaris :

  1. Un criTeri sin sección de economía es como un diciembre sin puente!! Bienvenido, Òscar!!!

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  2. Benvingut Òscar !! Gràcies per regalar-nos l'economia sense maquillatge!!!

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