Cosas que me aterran III – de compras

Seguimos con una nueva sesión de terapia con la vaga esperanza de que, al exteriorizar los temores propios, se hagan parcialmente ajenos...veremos si lo hacen a costa de dividirse o de multiplicarse. Tras los taxidermistas y collagistas con aires de grandeza y esos anuncios de disfraces este mes completaremos el triángulo de espantos con una acción tan cotidiana como potencialmente traumática como es ir a comprar bienes. En el proceso pueden darse, de manera independiente o combinada, una serie de factores demenciales, entre los cuales los siguientes son los que yo más temo:

a) Encontrarme con la encarnación de productos otrora etéreos

Qué sociedad es la nuestra, que permite la desvirtualización de productos concebidos y fabricados (por no decir excretados) para ser carne de teletienda, y que siguiendo qué oscura transmutación llegan a escapar de ese confinamiento que el consenso y la paz social habían determinado, para acceder a nuestra realidad y aparecerse entre nosotros. Sí, sé que todos estáis pensando en la Batamanta. Hela aquí, en otro terrorífico catálogo de ese supermercado llegado directamente desde el Averno.

 Por lo visto el modelo que arrasa esta temporada es el elegante jaspeado de leopardo




b)  Que alguien entre en la tienda dos segundos antes que yo
En ese momento sé que se trata del cliente sin muchas cosas más que hacer ese día salvo interesarse por una gran variedad de artículos, sobre cada uno de los cuales solicitar opinión al proveedor/vendedor y compartir su punto de vista. Reconocerán a este sujeto al instante: en la pescadería actúa con un contumaz deseo de llevarse abundante pescado y siempre solicitando el proceso de elaboración más complejo posible, en peces cada vez más pequeños: sin cabeza, sin espinas, sin piel. En la carnicería es aquel que tiene la aparentemente firme intención de llevarse una pequeña muestra de cada modalidad de embutido y/o queso, siempre lonchado (si puede ser, a cuchillo, que con la máquina no queda igual) y envasado al vacío. Y la pechuga me la fileteas, hija, sí, bien finita. Propuesta firme: la instauración de un copago (o más bien un repago, como todo copago) para la gente que exige una elaboración fuera de lo razonable.
Si el caso de una persona entrando dos segundos antes que yo se da en una ferretería (ese universo paralelo) lo que hago es directamente renunciar por ese día y volver en otra ocasión, ya que las probabilidades de ser atendido se vuelven mínimas…


c) Los bebés hechos por ordenador

Recomendación para todo ser humano: evite a toda costa las estanterías en las que se exponen productos para bebés…¿hay algo más espeluznante que estas criaturas digitales?


Aquí tenemos a bebé Gollum, tramando algo que no puede ser bueno

Cuando vienen por pares el terror se multiplica exponencialmente


¿Realmente es más barato crear esos engendros por ordenador que hacer una foto a un cachorro humano? Ya abierto este temible melón, recordaremos otros bebés grimosos hechos por ordenador, como éste que se hizo célebre en sus tiempos. Hay otro aún más siniestro, que aparece en una de las escenas más famosas y terribles de Trainspotting, que nuestros lectores recordarán con angustia... 


d) Las colas para ser atendido

Cuán a menudo hay, en el momento de entrar en una tienda, un número igual de personas atendiendo y comprando. Tras abundantes minutos de cábalas y divagaciones en paralelo, terminan de ser servidos todos simultáneamente en base a quien sabe qué alineación cósmica, de manera que te atienden al mismo tiempo que a la persona que entra por la puerta más o menos veinte minutos (que no volverán) más tarde que tú.
Y usted dirá: pues ve a un supermercado para evitarte ese problema. Error: más allá de cuestiones morales, ese tipo de establecimiento es frecuentado por un perfil que se destaca en lo enervante: se trata de aquel elemento que tienes delante en la caja del supermercado y que, al llegar su turno de pagar tras una cola eterna que habéis compartido (él mirando de reojo que llevas muchísimas menos cosas que él, pero rehuyendo tu mirada y haciéndose el despistado para no dejarte pasar), espera hasta el momento mismo en que le dicen el precio para, atención: (1) buscar largamente la cartera, quién iba a pensar que te iba a tocar pagar al final de la cola ¿eh?; (2) agitarla y explorarla con la cabeza torcida para ver si le llega para pagar en efectivo; (3) comprobar que no; (4) preguntar si puede pagar con tarjeta (vaya, no ibas a haber caído en un supermercado en el que no se pueda) (5) buscar dilatadamente la tarjeta de crédito (aquí ya comienzan las interjecciones apenas silenciadas por parte de quienes te siguen en la cola, hay quien asoma la cabeza para ver quién es el iluminado, algún conato por parte de los últimos en llegar a la cola de pasarse a otra caja), (6) introducir mal el PIN, (7) introducir bien el PIN acompañando su hito con una risa nerviosa que se recibe con una ya evidente agitación nerviosa entre los que le siguen en la cola, (8) intentar pasar la tarjeta de puntos que inicialmente dijo no tener, y que ha encontrado contra todo pronóstico al buscar la tarjeta de crédito (ahí el/la cajero/a se suma a la tensión creciente que empieza a imperar) y por fin (9) pedir varias bolsas por haber sobreestimado su capacidad para llevar toda la basura que acaba de comprar y (10) sacar de nuevo la cartera para pagar las bolsas.




El observador



El momento jocoso:
Todos conocemos perfectamente el guión de un anuncio de la teletienda: primero se muestra el problema a resolver (la mejor solución disponible actualmente no es eficiente), luego se describe cómo el nuevo producto es el remedio definitivo para dicho problema y por último te hacen el ofertón por el cual solo si llamas en ese momento te regalan una segunda unidad. Alguien se ha tomado ciertas molestias en recopilar la primera parte de varios anuncios de la teletienda:  https://www.youtube.com/watch?v=08xQLGWTSag

El enlace:
Un curioso vídeo de cosas que se pueden hacer con una bici y una buena cámara de vídeo:

La cita:
“Los aniversarios son las grandes puertas de la estupidez”. Julio Cortázar, en su cuento “Las Ménades”.


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2 comentaris :

  1. Jajaja, buenísimo artículo...vamos, como la vida misma!!!
    Aquí dejo mi pequeña aportación con un vídeo que me hace muchísima gracia!!!

    !Viva la chorrimanguera!
    https://www.youtube.com/watch?v=3V4Tdn4C0Js

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  2. Terrible la chorrimanguera, no estaba al caso...el amigo Loulogio está cada día peor!

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