LOS AVIONES

Pese a nuestros enormes limitantes físicos y evolutivos, nos empeñamos en hacer lo imposible por hacer lo imposible. El sueño del Hombre por conquistar tierra, mar y aire ha sido una enorme carrera completada casi del todo en la actualidad…quedan pocos confines en la Tierra por explorar o donde el hombre no haya puesto la zarpa. En lo que refiere a la parte terrestre el tema está casi finiquitado; en la marina la cosa no requirió tantos esfuerzos, si hasta los vikingos cruzaron océanos…sin embargo, el asunto aéreo fue otra cosa…desde Leonardo que lo empezó a concebir en plan comercial hasta que empezaron a despegar los primeros biplanos hubieron de pasar unos cuantos siglos…los globos aerostáticos no fueron más que un apaño para ir tirando a finales del XVIII, como se pudo apreciar en el ya mítico documental “The golden age of ballooning”. Pero tras tan tristes intentos como los aviones lanzados con catapulta la cosa comenzó a desarrollarse, mayormente a base de guerras (mundiales, con secuelas y todo), que es lo que al final hace avanzar a la Humanidad, no se sabe bien hacia dónde ni para qué, pero avanzar avanza. Si no que me expliquen cómo íbamos a tener tantos adelantos y tanta tecnología hoy en día (ordenadores, satélites, telecomunicaciones…), si no hubieran servido en sus inicios para matar más o para ser matados en menor medida...

Pero a lo que toca, que los aviones, que en 2009 cumplen años (119 en concreto), han contribuido significativamente a la gran aventura de la conquista de los cielos, y han cambiado nuestra manera de viajar y de percibir la distancia y el tiempo, así como el precio para desafiarlos; por lo que vamos a otro país en avión no pagamos más que unas pocas decenas de kilómetros en tren, especialmente si vamos en cercanías, que suben un 6,3% en Barcelona en 2009 (el IPC previsto es del 1%), así ya se puede pudrir una sociedad, pero es mejor hablar de la guerra entre los autobuses ateos y los autobuses creyentes, que eso es lo que realmente importa y consigue movilizar a la gente…

Samarcanda (Uzbekistán)

Pese a toda nuestra experiencia y a lo evidente que es la gran seguridad de los aparatos, no acabamos de acostumbrarnos a eso de volar, y nuestra naturaleza más primaria grita y se agita en un vano intento de alertarnos para que no nos quedemos sentados y tranquilos tras escuchar lindezas como “en caso de despresurización de la cabina” o las instrucciones de cómo inflar un salvavidas en caso de que el avión tenga que amerizar (una curiosa expresión que significa “estrellarse a varios cientos de kilómetros por hora en el mar”, salvo si pilota el tipo ese de Nueva York, un fenómeno). En cualquier caso, y por muy avezado que uno sea en los viajes aéreos, sigue sorprendiéndonos ese ruido de engranajes que sacude el avión justo antes de que éste comience a rodar por la pista, y que suena casi exactamente igual que cuando fuerzas un coche de esos a los que hay que dar cuerda, o como cuando metes la marcha atrás en el coche cuando aún estás avanzando hacia adelante…será normal, se supone, si siguen haciéndolo. Por cierto que más o menos a la vez que esos engranajes chirrían la azafata aprovecha para proclamar unos protocolos de seguridad adicionales a una velocidad inclemente; al parecer la idea es poder endosarlos en varios idiomas antes de que el avión llegue a la pista de despegue. Pero no se engañen, en realidad no dicen solo lo que nuestros lentos oídos y cerebros creen descifrar, sino que, grabando el mensaje y reproduciéndolo en velocidad lenta y hacia atrás puede llegar a apreciarse que en el parloteo nos filtran cientos de mensajes publicitarios y políticos que son los que en realidad sufragan los gastos del vuelo. ¿O crees que con 30 € ida y vuelta por pasajero se paga el avión, aeropuerto, todo el personal implicado antes, durante y después del vuelo, combustible y beneficios de la compañía? Lo que pasa es que tontos son lo justo, y claro, olvídate de grabar el mensaje para comprobarlo luego en casa, te han prohibido astutamente utilizar aparatos electrónicos para que “no hagan interferencias” con sistemas de navegación de última generación…


También hay momentos difíciles una vez en el aire; sin duda el peor ocurre en esos vuelos caros en los que las azafatas te ofrecen cosas; ¿hay alguna manera de saber cuándo te atenderán exactamente? Van avanzando con el carrito ese de aristas muy afiladas (ojo codos, estiramientos inoportunos, etc.), están llegando, te fijas en el orden en el que van atendiendo a las personas de filas precedentes, y parece que la tendencia es a comenzar por el fulano de la ventana y luego ir hacia el pasillo, pero no; en la fila inmediatamente anterior a la tuya atiende primero al del pasillo, y, lo que es peor, ha hecho antes a la gente del otro lado del pasillo; no quieres mirarla directamente para no parecer ansioso (que por cierto, lo estás); así que ahí estás trabajando una ensalada hecha por una máquina hace meses y pendiente de pedir la bebida (siguiendo ese ancestral rito ibérico de NUNCA renunciar a NADA que sea gratis o que al menos ya esté pagada) sin tener la boca demasiado llena y no pudrir del todo el ya limitado inglés…al final optas por hacerte el despistado hasta que te pillan despistado de verdad y pides algo en un idioma remoto y extinto al que las señoritas deben estar bien acostumbradas, porque milagrosamente han interpretado el “apochús” como zumo de manzana…igual no era lo que te apetecía, pero tu muy inquieta naturaleza ha salido por ahí…Por supuesto, esta casuística relatada se descarta automáticamente en los vuelos de bajo coste, en los que de hecho intentas no mirar a la azafata a los ojos para que no te atraque con los bonos rasca y gana con los que la compañía destina un porcentaje (por cierto, desconocido) a aldeas infantiles, o te intenta vender cualquier artículo en libras a precio de euros…


Ya en tierra firme, feliz y contento por no haber nacido tren de aterrizaje de un avión de compañía de bajo coste, y aún con el cinturón de seguridad puesto, observas ensimismado esa inmemorial ceremonia humana consistente en intentar escapar del avión cuanto antes, no sea que lo cierren y lo destruyan con los pasajeros aún dentro. En cuanto se apaga la luz de cinturones abrochados, o incluso segundos antes, un estallido de clavijas llena la atmósfera en fase de despresurización, y un mar de pasajeros se agita y levanta con gestos rápidos y nerviosos, esforzándose en sacar cuanto antes sus maletas del compartimento, saltando decididos a conquistar esos diez centímetros cuadrados de pasillo que aún estaban libres, y en los que poder hacerse fuertes, fijando primero una puntera, luego el pie entero, y en los que aguardar con el cuello torcido durante cuatro minutos a que pongan la escalera en el avión y abran las puertas, y otro minuto al menos para que la cola comience a avanzar…

Inciso tan innecesario como reseñable, para que luego digan que Aquí no hay ciencia puntera: recientemente se vio en internet la siguiente noticia que, sin duda, arroja nueva luz sobre la ciencia matemática y estadística…“Manuel de León, director del Instituto de Ciencias Matemáticas del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas) expuso un estudio en el que revela que la posibilidad de hacerse con el premio del Gordo de la Lotería de Navidad es de una entre 85.000”. Hasta que salga el artículo publicado en Science, se puede consultar más información privilegiada sobre esta noticia en: http://definanzas.com/2008/12/20/el-gordo-de-navidad/

El observador


Se recomienda:

La película “El ángel exterminador”, de Luis Buñuel

La canción “Oh Mary, don’t you weep”, interpretada por Pete Seeger

El libro “Memorias de un amante sarnoso”, del gran Groucho Marx



Share this:

2 comentaris :

  1. M'ha encantat lo de "siguiendo ese ancestral rito ibérico de NUNCA renunciar a NADA que sea gratis o que al menos ya esté pagada".
    Et podria explicar alguna situació que es genera quan algú regala qualsevol cosa, per ridícula que sigui, en la que he passat vergonya aliena i tot. Som uns cafres !!!!

    ResponElimina
  2. evidentment, Joanpe, jo llegeixo el CriTeri perquè és gratis..

    ResponElimina

 
Copyright © Revista CriTeri. Designed by OddThemes