LIES (Capítulo VII: Llamada en rojo)



- Sue por favor, llámame cuando oigas el mensaje.



El piloto rojo de mi horrible móvil me indicaba que estaba pendiente la llamada que la noche anterior no había contestado. Era último viernes de mes y las nueve de la noche…a esa hora poco me importaban las llamadas de números no grabados en mi agenda, pero ese número no era desconocido y me acercaba de nuevo a la voz de Joey. Esta me sonaba igual de pesada que poco antes de separarme de él. Ni una palabra más para descubrir que quería de mí. Decidí llamarle, en mi casa me habían enseñado que las cosas que te molestan te las tienes que quitar de encima lo más rápido posible, y esa llamada era una de ellas.


-   Sue!

-   Dime.

-   Por que has tardado tanto en llamarme?

-   Tengo trabajo Joey, o es que ya no te acuerdas que en nuestro divorcio me llevé tu apartamento pero no tu dinero?

-   Sue…me gustaría tomar un café un día…

-   Un café? Tu no tomas café! Te arde el estomago.

-   Es un decir…tengo un amigo que está en un lio con un familiar y necesitaría el consejo de un psicólogo.

-   Sabes que por ética personal i casi profesional, no tengo que coger pacientes amigos de mis…ex.

-   Lo sé lo sé. …

-   Joey…lo siento pero no tengo ganas de escuchar chismorreos familiares de tus colegas de trabajo.

-   Sue escúchame, puede que te interese lo que te tengo que contar…este compañero…

-   Joey, no sé dónde quieres ir a parar…pero ya basta. La próxima vez que me llames que sea para decirme que te has vuelto a divorciar, hasta entonces, adiós.



Colgué y tiré el teléfono al sofá…me cansaba su actitud preocupada ahora que ya no le tocaba hacer este papel. El día que un cliente furioso que empujó la mesa casi me manda al hospital, se limitó a decirme “tendrías que tener más cuidado con algunos pacientes, Sue”… yo misma decidí atornillar las patas de la mesa al suelo para procurarme a partir de entonces, ese cuidado. El divorcio me había atormentado más de lo que llegaría a reconocer delante de él…sólo Bri conocía mi estado.

La noche prometía ser tan divertida como todas, era viernes, y las risas de gente que pasaba por debajo de mi ventana y se dirigía al club de moda de la ciudad, me hizo recordar que hacia mucho tiempo que no salía.



Fui a mi habitación y me puse la lencería finísima de color rojo que me había comprado el día después de que Joey me dejara, pensé que un buen sujetado de encaje puede valer para superar un divorcio ya que sucumbe a la frase “el muerto al hoyo y el vivo al bollo”.

El rojo era mi color favorito des de el día que mi madre me compró un chubasquero y unas botas de agua de ese color. Recuerdo la sensación de que todo el mundo me miraba,…ahora pienso que debían mirarme por que destacaba mogollón, pero a mi me enloquecía pensar que era la niña con más glamour de la zona.

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