Salí a la calle. El frío se apoderó pronto de mí, salía
humo por mi boca a pesar de que hacia nueve años que había dejado de fumar…a lo
mejor tendría que volver a coger un pitillo, al fin y al cabo era mejor que
atiborrarse a ansiolíticos.
Tenia ganas de salir y bailar, puesto que mis amigas
estaban la mayoría casadas y tenían hijos que les ocupaban la mayor parte del día
y de la noche.
Entré en el local pasada la una de la madrugada, estaba a
treinta minutos de mi casa y me había resultado agradable andar. El portero
del Reustar
Club me miro de arriba a bajo,
seguramente intentado responder a la pregunta que en aquel momento se estaba
haciendo: “¿Que hace una chica como tu en
un sitio como este?”.
Me abrió la puerta que separaba el frio del calor y
entré. Mis pupilas poco habituadas a la oscuridad solo me dejaban distinguir
las luces intermitentes. La música estaba tan alta que no llegué a escuchar
como la chica de detrás me pedía paso y finalmente había decidido apartarme de
un empujón.
Localicé la barra al cabo de pocos segundos y me dirigí
hacia ella. Los camareros eran todos jóvenes y bien fornidos, criterio básico
en muchos locales sociales de la ciudad.
Tuve que esperar diez minutos para que me sirvieran un ron
con cola, aquí no estaba Jack para adelantarse a mis deseos. Cogí el vaso y me
giré hacia la multitud que bailaba desenfrenadamente bajo los rayos de luz
intermitente, sus cuerpos parecían desencajarse a cada movimiento…estaba
convencida que la mitad de ellos ya no escuchaban la música y se movía más por
inercia que por diversión.
Al cabo de quince minutos me había terminado el
combinado, estar sola en un sitio así no
daba para mucho más. Decidí ir al baño antes de salir del local, andar con frio
y pis no era la idea de una buena retirada.
Busqué el baño, como siempre al fondo del local y a la
derecha, acerté. Entré en el baño de mujeres, una inmensa cola me separaba de
tan ansiada necesidad, miré mi reloj y vi que eran las dos de la mañana.
Mientras esperaba, se me ocurrió mirarme al espejo, era
una actividad que unas diez chicas estaban practicando en ese momento, la
mayoría retocaba sus maquillajes o se achuchaba el pelo para que pareciera más
voluminoso, ponían cara de selfie
para ver si quedaban bien en el caso que alguien les hiciera una foto para
después colgarla en alguna de las redes sociales tan de moda en ese momento, yo
simplemente deseaba que el rímel continuara en su sitio, nunca me ponía rímel
porque al cabo de un rato siempre parecía un mapache. Me miré, y vi que mi
larga melena morena y ondulada continuaba en su sitio, me colgaba por encima de
los hombros y eso siempre me había gustado, el rímel en su sitio, el negro
resaltaba el color miel de mis ojos…no estás tan mal Sue! pensé, deseosa de que
fuera algún chico decente el que pensara eso de mi.
Creo que veinte minutos después conseguí un baño y diez
minutos más tarde salir de este. Fui directa al ropero a recoger mi chaqueta,
no encontraba el tiquet por ningún lado y empecé a ponerme nerviosa, estaba
cansada y me quería ir a casa, pero me temía que antes tendría que volver al
baño a buscar el pase a la libertad.
La chica del ropero, alta, rubia teñida y labios pintados
de rojo, me miraba con cara de “venga
nena que no tengo toda la noche para ti” (mentira, sí la tenía) mientras yo
seguía magreándome con las manos entre los bolsillos. Me retiré para dejar
pasar a una pareja que llevaban el ansiado papel y me dispuse a ir otra vez al
baño.
Llegué después de dar codazos a las almas enloquecidas
por Katie Perry, y la cola era la misma o más de la que había encontrado la
primera vez. Empecé a mirar por el suelo entre los pies subidos a tacones de
doce centímetros y nada…me empecé a poner ansiosa…era posible que no me pudiera
ir a casa por un trozo de papel reciclado y un número… ¿escrito a mano? ¿Y qué
número era? Encima no lo había mirado! como me decía siempre mi hermano, yo
formaba parte del grupo de los rápidos y ese día, cogí el papel y lo guardé sin
más.
Me dirigí de nuevo a la salida dispuesta a describirle a
la chica responsable de la seguridad chaquetera mi abrigo, era simple, negro pero
dentro de un bolsillo llevaba un trozo de papel dónde estaba anotada del cita
de un paciente para dentro de tres días…encima la protección de datos estaba en
riesgo!
Antes de llegar al ropero algo llamó mi atención, una
figura postrada en la barra con un vaso de tubo largo miraba indiferente a la
muchedumbre sudada que bailaba como si fuera el último día en la tierra. Mi
corazón dio un vuelco…no era posible.
Serà en Rob???
ResponEliminaSiempre nos dejas con ganas de saber qué pasará... Deseando de que llegue la próxima entrega para resolver la intriga
ResponElimina