Los “extranjeros” no existen

La palabra “extranjero” es una de las más feas del diccionario. Ese “ex” llama a excluyente, a extraño, a exterior, a excéntrico, a exabrupto, a expulsión, a extremo…Incluso “inmigrante”, ya denota algo diferente, porque “in” equivale a “en” e implica acoger y recibir.

Pero la mejor forma de llamar a una persona de otro país es con el gentilicio de su país. Uno no es extranjero ni inmigrante, sino francés, canadiense o marroquí. O aún mejor, Marie, Steve o Mohamed.

Viví 10 años fuera de España, y nunca me dijeron “extranjero” o “inmigrante” sino “español” o incluso “europeo”. Me sentí diferente sólo porque hablaba otro idioma, pero nunca me vi excluido por haber nacido lejos de allí. Intenté adaptarme a la cultura de esos lugares y enriquecerme como persona aprendiendo todo lo que pude. Y siempre fui Alberto y basta. Hoy echo mucho de menos aquellos años y guardo un fantástico recuerdo.

Del mismo modo, si me preguntan si mi vecino es español, yo no contesto diciendo “No. Es extranjero” o “No. Es inmigrante”; sino “No. Es Carlos y es peruano”.

Creo que nunca podemos juzgar a nadie por no haber nacido en el mismo país, ni nombrarle en un modo poco amable. Lo importante no es si el otro es diferente, sino si es buena persona; no de dónde venga cada uno, sino qué va haciendo por el camino, y a dónde va. Quizás no sea tan EXtraño, y vaya al mismo sitio al que vamos nosotros. 


Alberto Bosque

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