El cine de mi vida (2)

Y siguiendo con este recorrido por el cine que más me ha influenciado, quiero acercarme a aquellos títulos más personales, incluso familiares, que se mezclan con otras rarezas que me gustaria compartir con vosotros

Atraco a las tres (José María Forqué, 1962) me parece uno de los filmes más divertido de todos los tiempos; con un reparto impagable (José Luis López Vázquez, Alfredo Landa, Manuel Alexandre, Gracita Morales y Agustín González) y con alguno de los momentos más delirantes que jamás me cansaré de visionar. Y claro está, al acordarme de estos grandes actores de la pantalla, es imposible no recordar Los santos inocentes (Mario Camus, 1984), y por ende y recordando a Francisco Rabal tengo que mencionar  Viridiana (Luis Buñuel,1961) y citar el mejor mediometraje de la historia Un perro andaluz (1929), que muchos no habréis visto entero, seguro; y enlazando durabilidad otra obra maestra muy poco vista, el mediometraje Alcanzaron el transbordador de (Carl Theodor Dreyer,1948) y como no citar y adentrarse en la película más emociónante de la historia del cine, y digo emoción con mayúsculas, Ordet (Dreyer, 1955). Y siguiendo con la idea del estilo documental de Alcanzaron el transbordador, me vienen a la cabeza algunas de las películas más asombrosas que he visto. La primera Forgotten Silver del inefable Peter Jackson (1995), grande donde las haya y una verdadera joya del cine; prohibido leer los secretos de este filme antes de una primera y virginal visión. La segunda es un filme al que he dedicado un buen estudio, y que está muy relacionada con la anterior, Tren de sombras (José Luis Guerin, 1997), posiblemente el más bello filme español, el más poético y un inmejorable homenaje al centenario del cinematógrafo. Y por último, citar al mejor filme de todos los tiempos, según muchos, El triunfo de la voluntad (Leni Riefenstahl, 1935) que narra el Congreso de Nurenberg del Partido Nacionalsocialista de 1934; filme que tienen un claro mensaje nazi, es su apoteosis, pero que técnicamente y a nivel de logros cinematográficos es una obra inconmensurable; un día le dedicaré un artículo justificando su grandeza, a pesar de su nefasto mensaje y consecuencias políticas y sociales posteriores.


El Verdugo (Luis-García Berlanga, 1963), es en cierta manera una de esas películas que mejor aúna el humor negro en nuestra cinematografía; la he visto en casa muchas veces con mi familia.  Descalzos por el parque (Gene Saks, 1967), es con mucha diferencia la película que más hemos visionado en casa de mis padres, desde muy pequeños; graciosa, fresca, desinhibida, una pequeña locura, con un Robert Redford y Jane Fonda deliciosamente jóvenes. Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959) es otra de mis películas familiares; más tarde entendí los resortes de esta obra maestra; como se puede ser tan divertido en una película en la que a la primera de cambio suceden varios asesinatos; solo con la maestría del director de Uno,dos,tres (1961). En ésta última, James Cagney realiza el papel de su vida; y claro, también me acuerdo de la fantástica Sueño de una noche de verano (William Dieterle, 1935) donde vuelve a estar prodigioso Cagney  y un jovencísimo y soberbio Mickey Rooney haciendo de Puck, creo en su mejor intervención en el celuloide. Y de esta verborrea de títulos también recuerdo Freaks, la parada de los monstruos (Tod Bronmig, 1932); es posible que no haya una película más verdaderamente sobrecogedora que ésta, aunque ahora que me acuerdo, y me refiero a cine, cine, no ha subproductos tipo Holocausto caníbal (Ruggero Deodat, 1980) o las recientes y desternillantes Saw (James Wan, 2004), cito un filme serio que es la quintaesencia del horror y el verismo, con una realización soberbia y cito a la obra maestra, La matanza de Texas de Tobe Hooper (1974); y lo digo en serio.



Esposas frívolas (1922), Avaricia (1925) y La reina Kelly (1928), las tres de Erich von Stroheim, son para mí una especie de fetiche y del primer autor que realice una especie de estudio general para un gran seminario en la universidad; adoro al más mentiroso de todos, alguien que vivió y recreó toda una vida de cuento y realizó algunas de las películas más admiradas de todos los tiempos. Por cierto, si consultáis Wikipedía u otra respetable fuente histórica sobre este cineasta, aún no saben la verdadera historia de él, vuelvo a repetir compulsivo mentiroso, el más grande fabulador de su vida de todos los tiempos; toda su vida fingió tener una educación militar, cuando nunca la tubo, y es más, el apelativo, de “el hombre que te gusta odiar”, que sobrellevo como sello publicitario, lo enriqueció él sobre su supuesto pasado. Una curiosidad; hace dos años y hasta hace poco, en el telediario de la 1 en la pantalla que está detrás de los presentadores, cuando se ocupaban de las secciones de cultura e incluso coincidiendo con otras secciones, al final de los telediarios, aparecían breves escenas de La reina Kelly, algo que me imagino no estarían elegidas al azar y la verdad no sé con qué intención, porque dudo que algún que otro cinéfilo muy agudo las haya reconocido; me resultaban una curiosidad y algún día averiguaré quien es el responsable de tal delicadeza y exquisitez. Tiburón (S. Spielberg, 1975), es la película que vi con mis padres en un cine de Valladolid llamado Vistarama, lamentablemente desaparecido, y  que tenía la fama de ser el de mayor pantalla de la ciudad; yo tenía apenas 10 años, pase la peor noche de mi vida, lloré aterrorizado, no me podía quitar de mi mente aquella bocaza y aquellos momentos de terror absoluto, que hoy me parecen sublimes obras de arte. Si el cine es siempre una experiencia, aquella fue de las grandes, y para más bemoles, aquellas vacaciones en verano fuimos a Benidorm; no pise ni roce el agua. No hay nada como adecuar las cosas y hacerlas a su tiempo. La música de John Williams aún hoy, parece que forma parte de mis peores pesadillas.

 

Nubes Flotantes (Mikio Naruse, 1955) es con gran diferencia la película que más me ha sobrecogido por su belleza del panorama clásico japonés. La descubrí en el Festival de San Sebastián; había visto alguna película suya, pero allí descubrí que el cine clásico japonés no era solo Ozu, Mizogochi y Kurosawa. Autor impagable casi cualquier título de la que sobresale ésta que es una de las películas que más me ha emocionado en todos los sentidos. Son también memorables Cuando una mujer sube la escalera (1962) y Madre (1952), pero de verdad, si tenéis ocasión de ver Ukigumo (Nubes flotantes) descubriréis como el clásico melodrama amoroso se eleva a cimas insospechadas; algunas de las escenas en los baños termales o los encuentros de la pareja protagonista en medio de la lluvia, para mí, pasan por los momentos más sublimes de la cinematografía. Naruse puede ser uno de los mejores realizadores sobre el mundo femenino, una rareza maravillosa; su musa Hideko Takamine (trabajó en 17 de sus películas), posiblemente sea una de las mejores actrices de todos los tiempos.



 

Y termino con Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961); jamás olvidaré la primera vez que la vi. Eran mis inicios como un ávido aficionado al cine, en una de esas sesiones de la filmoteca, aquí en Valladolid. Había oído hablar de ella, pero quede totalmente enamorado de la actriz más elegante que jamás ha desfilado por las pantallas, personificando un personaje que te atrapa, lleno de dudas, su infelicidad, su soledad, por ello es una película que se puede resumir en solo dos secuencias, el inicio, con los créditos (sola mordiendo un croissant ante la vitrina de Tifannys, acaba de amanecer) y ese final, tan romántico con Sam Shepard y ella abrazándose entre la lluvia, y su gato. Créditos, final, y claro está, Henry Mancini.

JOSÉ ANTONIO SIGÜENZA



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1 comentari :

  1. Qué gran segunda parte!! Una lista extraordinaria, con muchas sorpresas y películas hasta ahora desconocidas. Creo que en vez de enumerarlas aquí va a merecer la pena dedicarle al tema un artículo...gracias por la compilación!

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