The (Freddy) Mercury

El elemento que da nombre a una estrella del rock, a un planeta, a un dios latino e incluso a un superhéroe de Marvel es uno de las sustancias más curiosas que existen.


 Su nombre prodece del griego hydrargyros (hydros = agua y argyros = plata). Obviamente los griegos no se mataron pensando,  el Mercurio (Hg) es un metal pesado líquido plateado y es increíblemente denso.

Gracias a su alta densidad, se usa para medir la presión atmosférica de acuerdo con el experimento de Torricelli. Se utiliza una columna de 76 cm, mientras que si se usara agua se necesitarían 10 m. También se usa para fabricar termómetros, ya que su dilatación frente al aumento de temperatura es muy acusada.

El Mercurio es un metal noble que forma amalgamas (aleaciones) muy estables con Plata y Oro y es muy volátil. Por encima de 40 ºC empieza a vaporizarse y cuando se enfría en el ambiente se licua, lo que da lugar a que se ”teletransporte”.

Esto puede parecer muy curioso, el problema es que muy tóxico, afecta al sistema nervioso de forma dramática y permanente. El famoso sombrerero loco de Alicia en el país de las maravillas no estaba loco por casualidad, los sombreros se fabricaban usando Mercurio y sus fabricantes inhalaban los vapores tóxicos durante muchos años y sin protección. Además, la mayoría de los compuestos de Mercurio se absorben por la piel y son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica con una facilidad pasmosa (que ya querrían muchos medicamentos) y afectar al cerebro de forma directa.



Un emperador chino que atribuía propiedades mágicas al metal ya que su estado líquido le resutaba místico y lo bebía para mejorar su salud, solo consiguió deteriorarse física y mentalmente. Además de su alta toxicidad, se acumula en el organismo de forma permanente siendo imposible eliminarlo para que deje de afectar al sistema nervioso.


Así que por muy divertido que sea jugar con bolitas de Mercurio, ya sabéis, os jugáis la vida.

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1 comentari :

  1. La verdad es que siempre me ha molado el tema del mercurio pero el que no haya jugado con las bolitas al romperse un termómetro de pequeño, no ha tenido infancia, jaja.

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