Tocada y hundida

En julio de 2008 una embarcación TP52 se hundía en plena regata en aguas de Valencia. Al parecer, el tensor del mástil arrancó de cuajo la roda. La roda es lo que técnicamente se conoce como un buen cacho de la proa del barco. El TP52 se hundió en pocos instantes. Admito que poco entiendo del mar o de barcos, pero un conocido que se dedica a esto me explica que hoy en día se va muy al límite. La embarcación en cuestión era el CAM. Sí, le daba nombre y patrocinaba la misma caja de ahorros que ahora, en julio de 2011, acaba de irse a pique. En inglés existe un giro idiomático incorporado de la jerga marítima que nos viene al pelo: “to sail close to the wind” (navegar con un ángulo muy cerrado al viento). Cuando se navega “tan cerca del viento” se corre el riesgo de o bien volcar porque el viento te cambie de costado o bien de que reviente cualquier parte de la embarcación porque se va muy al límite (como lo sucedido con el tensor del CAM). Cuando la expresión se usa en inglés de la calle, quizá una de las traducciones más atinadas sea la de “jugar con fuego”.



El naufragio del CAM hace ahora tres años fue el nefasto presagio de lo que estamos viviendo estos días. La búsqueda de mayor volumen en la concesión de créditos, dados los escasos márgenes de beneficio, había forzado a las entidades a ir muy al límite. Han jugado con fuego y han acabado por quebrar.



Por fortuna no hubo que lamentar víctimas cuando se hundió el CAM. Por desgracia, en el caso de la CAM y del sistema financiero español sí hay que lamentar víctimas: 300.000 familias deshauciadas desde que comenzó la crisis,y lo que te rondaré, morena; más de un 20% de paro; un mercado inmobiliario todavía a día de hoy sobrevalorado en más de un 40% (según solventes estudios de analistas independientes y del The Economist); un stock de viviendas por vender de más de un millón y medio que no sabemos a quién endosar y que, al ritmo que vamos, tardaremos… ¡más de 8 años en vender! (por mucho que nuestro ministro de Fomento se atavíe con la corbata verde reglamentaria cual agente inmobiliario y se ponga a cantar las glorias del ladrillo español ante inversores británicos y alemanes; que como son guiris también deben de ser tontos perdidos). Seguro que hay muchas víctimas más, directas e indirectas…

Días antes de la intervención de la caja por parte del Banco de España, los mercados eran más que conscientes de lo que se cocía: la deuda de la CAM a un año pagaba cerca de un 12% (1.000 puntos básicos de diferencial con el tipo a corto plazo), es decir, el precio de los bonos de la CAM estaba por los suelos porque nadie los quería. La consecuencia de que la economía española haya estado navegando al límite es que la deuda española a 10 años pagaba ayer martes casi el 6,5% (¡un diferencial con el bono alemán de más de 400 puntos básicos!). Es evidente que los especuladores no solo están pescando, también se les puede culpar de ir revolviendo el río. Aún así, todo parece indicar que la economía española está muy tocada. ¿Y acaso hundida? Uno tiene la impresión de que, a pesar de lo que se está viviendo estos días en los mercados, el naufragio español no será fulminante como el del CAM sino más bien como el de la CAM: Lento y agónico.

Feliz mes de agosto,

Òscar Ramírez
oscarramirezbcn@gmail.com

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