Aunque
todos lo conocemos como aspirina, el principio activo del medicamento se llama
ácido acetilsalicílico.
Ya en la
antigua Sumeria se usaban extractos de corteza de sauce como medicamento aunque
la primera vez que aparece descrito su uso para aliviar la fiebre y el dolor es
en el Egipto faraónico. En la antigua Grecia y Roma aparecen obras de
Hipócrates y de otros autores donde se recomendaba el uso de preparados con
salicilatos procedentes del sauce para tratar la fiebre y la inflamación.
Los
extractos de corteza de sauce se usaron durante siglos, y fue en el siglo XIX
cuando la química orgánica empezó a desarrollarse y se intensificaron los
esfuerzos de aislar compuestos químicos puros, cuando se obtuvieron diferentes
derivados del ácido salicílico que se usaron como medicamentos, aunque como sus
efectos secundarios eran desagradables, se limitaba su uso.
En el
intento de encontrar otros derivados de los salicilatos con menos efectos
secundarios, se hicieron muchos experimentos modificando la estructura de la
molécula. El químico Charles Frederic Gerhardt sintetizó por primera vez la
aspirina en 1853, pero no fue hasta 1897 que Hoffman, investigador de Bayer,
perfeccionó la síntesis. Después de dudar si seguir adelante con el proyecto
por la mala fama de los salicilatos, Bayer dio el visto bueno a la producción y
comercialización de lo que ellos llamarían aspirina ya que se demostró que los
efectos secundarios se reducían mucho respecto a los otros derivados.
Como
sabemos, la aspirina se popularizó por todo el mundo y la competencia legal e
ilegal empezó a surgir. Bayer se propuso anclar su nombre al de aspirina y
entre otras estrategias, empezó a comercializar el preparado en pastillas
empaquetadas con el símbolo de la cruz verde de la empresa. También abrieron
una fábrica en Nueva York para fabricar el medicamento en EEUU sin pagar
impuestos de importación. Unos años después, EEUU prohibió registrar nombres
comerciales de medicamentos, así que lo llamaron éster de ácido monoacético de
ácido salicílico, un nombre complicado para que todo el mundo lo siguiera
llamando aspirina.
La
aspirina siguió siendo un medicamento muy popular, pero a mediados del siglo XX
se descubrieron el paracetamol (potente antipirético) y el ibuprofeno
(acualmente antiinflamatorio por excelencia, todos los médicos lo recetan para
todo) y la aspirina empezó a caer en desuso como fármaco para aliviar el dolor.
Pero una de las propiedades de la aspirina es su potencial como anticoagulante,
y resurgió como tal en la década de los 80 para tratar enfermedades con riesgo
de trombos ya que su toxicidad era menor que los antiagregantes plaquetarios
que se usaban hasta entonces.
Así la
aspirina recuperó la fama perdida y sigue siendo el símbolo de Bayer en todo el
mundo.
Publica un comentari a l'entrada